DEMASIADA VIOLENCIA EN EL MUNDO, QUE EL «NOSOTROS» SEA A NIVEL INSTITUCIONAL: PALABRAS DE LEÓN XIV A LOS MOVIMIENTOS POPULARES POR LA PAZ (30/05/2025)
¡Gracias, gracias! En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡La paz esté con ustedes!
Queridos hermanos y hermanas:
Me alegra recibirlos a ustedes, miembros de los movimientos y asociaciones que hace 1 año dieron vida al gran encuentro “Arena de Paz”, en Verona, con la participación del Papa Francisco. Agradezco en particular al Obispo de Verona, Mons. Domenico Pompili, y también a los Padres Combonianos. En aquella ocasión, el Papa reiteró que la construcción de la paz inicia al ponerse de parte de las víctimas, compartiendo su punto de vista. Esta perspectiva es esencial para desarmar los corazones, las miradas, las mentes y denunciar las injusticias de un sistema que mata y se basa en la cultura del descarte.
No podemos olvidar el valiente abrazo entre el israelí Maoz Inon, cuyos padres fueron asesinados por Hamas, y el palestino Aziz Sarah, a quien el Ejército israelí asesinó a su hermano, y que ahora son amigos y colaboradores: ese gesto permanece como testimonio y signo de esperanza. Y les agradecemos por haber deseado estar presentes también hoy.
El camino hacia la paz requiere corazones y mentes entrenadas y formadas para nada atención hacia el otro y capaces de reconocer el bien común en el contexto actual. El camino que lleva a la paz es comunitario, qué pasa a través del cuidado de relaciones de Justicia entre todos los seres vivos. La paz, afirmó San Juan Pablo II, es un bien indivisible, o es de todos o no es de nadie (cf. Carta Enc. Sollicitudo rei socialis, 26). Ésta puede realmente ser conquistada y disfrutada, como calidad de vida y desarrollo integral, solo si se activa, en las conciencias «una determinación firme y perseverante de comprometerse por el bien común» (ibid., 38).
En una época como la nuestra, marcada por la velocidad y la inmediatez, debemos reencontrar esos tiempos largos necesarios para que estos procesos puedan tener lugar. La historia, la experiencia, las muchas buenas prácticas que conocemos nos han hecho comprender que la paz auténtica es la que toma forma a partir de la realidad (territorios, comunidades, instituciones locales, etc.) y a la escucha de ella. Precisamente por eso nos damos cuenta de que esta paz es posible cuando las diferencias y los conflictos que implican no son removidos, sino reconocidos, asumidos y atravesados.
Por eso es particularmente valioso su compromiso como movimientos y asociaciones populares, que de manera concreta y “desde abajo”, en diálogo con todos y con la creatividad y genialidad que nacen de la cultura de la paz, están llevando adelante proyectos y acciones al servicio concreto de las personas y del bien común. De este modo generan esperanza.
Queridos hermanos y hermanas, hay demasiada violencia en el mundo, hay demasiada violencia en nuestras sociedades. Frente a la guerra, el terrorismo, la trata de seres humanos, la agresividad difundida, los muchachos y los jóvenes necesitan experiencias que eduquen para la cultura de la vida, del diálogo, del respeto recíproco. Y ante todo necesitan testigos de un estilo de vida distinto, no violento. Por tanto, desde el nivel local y cotidiano hasta el de orden mundial, cuando aquellos que han sufrido injusticia y las víctimas de la violencia saben resistir a la tentación de la venganza, se convierten en protagonistas más creíbles de procesos no violentos de construcción de la paz. La no violencia como método y como estilo debe distinguir nuestras decisiones, nuestras relaciones, nuestras acciones.
El Evangelio y la Doctrina Social son para los cristianos el alimento constante de este compromiso; pero al mismo tiempo pueden ser una brújula válida para todos. Porque se trata, en efecto, de una tarea encomendada a todos, creyentes y no creyentes, que lo deben elaborar y realizar a través de la reflexión y la praxis inspiradas en la dignidad de la persona y el bien común.
Si quieres la paz, prepara instituciones de paz. Nos damos cuenta cada vez más que no se trata sólo de instituciones políticas, nacionales o internacionales, sino que es el conjunto de instituciones – educativas, económicas, sociales – el que es cuestionado. En la Encíclica Fratelli tutti vuelve muchas veces el llamado a la necesidad de la construcción de un “nosotros” que debe traducirse también a nivel institucional. Por eso los animo al compromiso y a estar presentes: presentes dentro de la masa de la historia como levadura de unidad, de comunidad, de fraternidad. La fraternidad necesita ser descubierta, amada, experimentada, anunciada y dar testimonio de ella, en la confiada esperanza de que ésta es posible gracias al amor de Dios, «derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo» (Rom 5, 5).
Queridos amigos, les agradezco por haber venido. Pido por ustedes: para que puedan obrar con tenacidad y paciencia. Y los acompaño con mi bendición. Gracias.
[Bendición]
¡Muchas gracias y muchas felicidades a todos!
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