QUE EL PROGRESO CIENTÍFICO SEA ÉTICO, HAY QUE EVITAR LA MANIPULACIÓN DE LA IA: PALABRAS DEL PAPA A LA PONTIFICIA ACADEMIA DE LAS CIENCIAS (23/09/2024)

La Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias comenzó este 23 de septiembre y continuará hasta el miércoles en el Vaticano, en la Casina Pio IV, sobre el tema «Ciencias para la sostenibilidad y el bienestar en el Antropoceno – Oportunidades, desafíos e inteligencia artificial». Por eso el Papa Francisco les pidió en un mensaje, enviado debido a su ausencia por un leve cuadro gripal, que presten especial atención a estas cuestiones que pueden tener consecuencias «para la población, especialmente para los niños y los adultos más vulnerables». Compartimos a continuación el texto del mensaje, traducido del italiano:

Estimado Presidente, Eminencia, distinguidas señoras y señores:

Dirijo una cordial bienvenida a ustedes que componen la Pontificia Academia de las Ciencias y, de manera particular, saludo a los nuevos miembros. Sus investigaciones y conocimientos son muy importantes en el complejo mundo en que vivimos. Doy las gracias al Presidente, Joachim von Braun, y al Canciller, el Cardenal Peter Turkson, así como a los académicos por haber seleccionado los temas del Antropoceno y de la Inteligencia Artificial para su estudio y debate en la Asamblea Plenaria de este año.

Todos nosotros estamos cada vez más preocupados ante el fuerte impacto de la humanidad sobre la naturaleza y los ecosistemas. Me enteré de que uno de ustedes, Paul Crutzen, al describir este impacto sobre la creación, se refirió al conjunto como constitutivo de la Era del Antropoceno. Algunos miembros de su Academia estuvieron entre los primeros en identificar el creciente impacto de las actividades humanas sobre la creación, estudiando los riesgos y problemas relacionados con ello. En efecto, el Antropoceno está revelando sus consecuencias cada vez más dramáticas para la naturaleza y los seres humanos, especialmente en la crisis climática y la pérdida de biodiversidad.

Estoy agradecido, por tanto, de que la Pontificia Academia de las Ciencias siga concentrándose en cuestiones como éstas, con particular atención a sus implicaciones para los pobres y marginados. Las ciencias, en su tendencia hacia el conocimiento y la comprensión del mundo físico, nunca deben perder de vista la importancia de utilizar ese conocimiento para servir y promover la dignidad de las personas y de la humanidad en su conjunto.

Mientras el mundo se enfrenta a graves desafíos sociales, políticos y medioambientales, vemos claramente la urgencia de un contexto más amplio, en el que el discurso público inclusivo no sólo esté informado por las diversas disciplinas científicas, sino también por la participación de todos los componentes sociales. A este respecto, acojo con satisfacción y elogio vivamente la intención de la Academia, en sus diversas Conferencias, de prestar atención a las personas marginadas y pobres, incluyendo a los pueblos indígenas y su sabiduría en sus coloquios.

Este año, su Asamblea Plenaria también considera los nuevos saberes emergentes e innovaciones, así como las correspondientes oportunidades para la ciencia y la salud del planeta. Pienso en particular en los desafíos planteados por el progreso realizado en la Inteligencia Artificial. Este desarrollo puede resultar beneficioso para la humanidad, por ejemplo, promoviendo innovaciones en los sectores de la medicina y la asistencia en la salud, así como ayudando a proteger el medio ambiente natural y permitiendo el uso sustentable de los recursos a la luz del cambio climático. Sin embargo, como vemos, también puede tener graves implicaciones negativas para la población, especialmente para los niños y los adultos más vulnerables. Además, hay que reconocer y prevenir los riesgos de los usos manipuladores de la Inteligencia Artificial para moldear la opinión pública, influir en las decisiones de consumo e interferir en los procesos electorales.

Estos desafíos nos recuerdan las dimensiones inmutablemente humanas y éticas de todo el progreso científico y tecnológico. Deseo, entonces, reafirmar la convicción de la Iglesia de que «la dignidad intrínseca de cada persona y la fraternidad que nos vincula como miembros de la única familia humana, deben estar en la base del desarrollo de nuevas tecnologías [...]. Los desarrollos tecnológicos que no llevan a un mejoramiento de la calidad de vida de toda la humanidad, sino que, por el contrario, agravan las desigualdades y los conflictos, nunca podrán ser considerados verdadero progreso» (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2024, 2). En este sentido, el impacto de las formas de Inteligencia Artificial sobre cada pueblo y sobre la comunidad internacional requiere más atención y estudio. Me alegra saber que la Pontificia Academia de las Ciencias está trabajando, por su parte, para proponer normas adecuadas con el fin de prevenir los riesgos y promover los beneficios en este complejo campo.

Queridos amigos, en un momento en el que las crisis, las guerras y las amenazas a la seguridad mundial parecen prevalecer, sus silenciosas contribuciones para el progreso del conocimiento al servicio de la familia humana son aún más importantes para la causa de la paz global y la cooperación internacional. Les agradezco por su participación en el trabajo de la Academia y les extiendo mis fervientes deseos en las deliberaciones de la actual Asamblea Plenaria. Sobre ustedes, sobre sus familias y sobre todos los que están asociados a su importante compromiso invoco abundantes bendiciones de Dios. Y les pido, por favor, que me recuerden en sus oraciones. Gracias.

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