POCO TIEMPO PARA CORREGIR EL RUMBO, NO DESPERDICIAR ESTA OPORTUNIDAD: INTERVENCIÓN DEL CARD. PIETRO PAROLIN EN LA COP-27 DE EGIPTO (08/11/2022)

En la COP-27 de Egipto, que se inauguró ayer en Sharm el-Sheikh, este 8 de noviembre el Cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, renovó el llamado a la adopción de enfoques integrados para hacer frente a “la crisis socio-ecológica”. No podemos permitirnos estructurarnos en bloques de países aislados e insostenibles, tenemos el deber moral de prevenir y responder a los impactos humanitarios causados por el cambio climático, como el “creciente fenómeno de los migrantes desplazados”, dijo el Card. Parolin. Transcribimos a continuación el texto de su intervención, traducido del inglés:

Señor Presidente:

A nombre del Papa Francisco, extiendo un cordial saludo a todos ustedes y deseo asegurarles su cercanía apoyo y ánimo mientras trabajan diligentemente por un resultado fructífero de esta Conferencia. Hace pocos días, en Bahréin, él enfatizó la esperanza de que la COP27 será un paso hacia adelante para “decisiones concretas y de largo plazo, tomadas con las jóvenes generaciones en mente, antes de que sea demasiado tarde y su futuro esté comprometido” [1].

Esta es la primera sesión de la UNFCCC en que la Santa Sede participa como un Estado participante tanto en la Convención como en el Acuerdo de París. Este paso importante es consistente con el anuncio del Papa Francisco en 2020 de que la Santa Sede se comprometería a una meta de emisiones cero respondiendo a dos niveles [2]:

1) Primero, la ciudad Estado del Vaticano está comprometida a reducir sus emisiones netas a cero antes de 2050, a través d la intensificación de sus esfuerzos para mejorar su manejo medioambiental, esfuerzos que ya se realizan desde hace algunos años;

2) Segundo, la Santa Sede está dedicada a promover la educación en ecología integral. De hecho, medidas políticas técnicas y operativas no son suficientes, deben ser combinadas con un enfoque educativo que promueva nuevos estilos de vida, mientras que impulsa un renovado patrón de desarrollo y sustentabilidad basado en el cuidado, la fraternidad y la cooperación como raza humana y en el fortalecimiento de una “alianza entre los seres humanos y el medio ambiente” [3].

Señor Presidente:

la crisis socio-ecológica que estamos viviendo es un momento propicio para la conversión individual y colectiva y para decisiones concretas que ya no pueden posponerse. El rostro humano de la emergencia climática nos desafía profundamente. Tenemos un deber moral de actuar de manera concreta para prevenir y responder a los cada vez más frecuentes y severos impactos humanitarios causados por el cambio climático. El creciente fenómeno de los migrantes que son desplazados por este fenómeno es un signo preocupante. Aún cuando carecen de acceso a protección internacional, los estados no pueden quedarse sin soluciones tangibles, incluyendo las áreas de adaptación, mitigación y resiliencia. Donde esto no es posible, es importante reconocer a la migración como una forma de adaptación y aumentar la disponibilidad y flexibilidad de caminos para una migración regular.

De manera preocupante, debemos admitir que eventos globales como el COVID-19 y el número en aumento de conflictos alrededor del mundo, con sus serias consecuencias éticas, sociales y económicas, ponen en riesgo el debilitamiento de la seguridad global, la exacerbación de la inseguridad alimentaria, poniendo en peligro el multilateralismo e incluso ensombreciendo nuestros esfuerzos aquí en Sharm el-Sheikh.

No podemos permitir que esto ocurra. El cambio climático no nos esperará. Nuestro mundo es ahora mucho más interdependiente y no puede permitirse ser estructurado en bloques de países aislados insostenibles. Este es un tiempo para la solidaridad internacional e intergeneracional. Necesitamos ser responsables, valientes y con una mirada hacia el futuro no sólo por nosotros mismos, sino por nuestros hijos.

El año pasado, en la COP-26 en Glasgow, el Papa Francisco envió un Mensaje en el que subrayó que «las heridas infligidas a nuestra familia humana por la pandemia de COVID-19 y el fenómeno del cambio climático son comparables a las que resultan de un conflicto global» [4]. Ahora, este mensaje cobra aún más significado. Nuestra voluntad política debe ser guiada por la conciencia de que o ganamos juntos o perdemos juntos.

Debemos admitir que el camino para lograr los objetivos del Acuerdo de París es complejo y que tenemos menos y menos tiempo disponible para corregir el camino. La COP-27 nos otorga una nueva oportunidad, que no puede ser desperdiciada. Es una oportunidad y también un desafío para enfrentar seriamente los cuatro pilares del Acuerdo de París: mitigación, adaptación, finanzas, y pérdida y daño. Estos cuatro pilares están interconectados y son una cuestión de equidad, justicia e igualdad. No deberíamos olvidar además el lado no económico de la pérdida y el daño, como la pérdida de herencia y culturas. Aquí tenemos mucho que aprender de los pueblos indígenas.

Al ingresar a la Convención y el Acuerdo de París, la Santa Sede está aún más comprometida a caminar hacia adelante en este viaje juntos, por el bien común de la humanidad y especialmente de nuestros jóvenes, que nos miran para que cuidemos a las presentes y futuras generaciones.

Gracias.


[1] Papa Francisco, Encuentro con las autoridades, los representantes de la sociedad civil y el cuerpo diplomático, Awali, Bahréin, 3 de noviembre 2022.

[2] Papa Francisco, Video mensaje a la Cumbre de Alto Nivel sobre el Clima, Nueva York, 12 de diciembre 2020.

[3] Benedicto XVI, Jornada Mundial por la Paz 2008: La Familia Humana, una comunidad de paz, n. 7, 8 de diciembre 2007.

[4] Papa Francisco, Mensaje para la COP-26, 29 de octubre 2021.

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