CUIDADO CON LAS COLONIZACIONES IDEOLÓGICAS: PALABRAS DEL PAPA A LOS EDUCADORES CATÓLICOS (12/11/2022)

Es importante “tener buenos y sabios educadores en los años de formación”: esta fue la recomendación del Papa Francisco a la Unión Mundial de Educadores Católicos al recibirlos en la Sala del Consistorio este 12 de noviembre, y les pidió cultivar e incrementar continuamente “el arte de educar”. El Santo Padre también advirtió que “la colonización ideológica destruye la personalidad humana”. Transcribimos a continuación sus palabras, traducidas del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos:

Agradezco al Presidente por sus palabras de saludo y a todos ustedes, pertenecientes a la Unión Mundial de Educadores Católicos (UMEC). Saludo y agradezco al Cardenal Farrell, al Arzobispo Mons. Dollmann que es el Asistente eclesiástico y a los demás Obispos presentes así como al Secretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación.

Están reunidos aquí en estos días en Roma para su Asamblea General, que tendrá también que elegir al nuevo Consejo internacional. Expreso mi gratitud a los miembros del Comité de Presidencia saliente por el fiel y generoso servicio prestado por muchos años, en las certeza de que el trabajo desarrollado – desinteresadamente y con gran pasión – dará frutos en el futuro: trabajo para dar frutos.

Han vivido tiempos no fáciles en su historia reciente, incluso con momentos de duda y desánimo. A veces parecía casi que no existieran ya las condiciones para continuar, que se debería terminar. Pero, gracias a Dios, incluso en estos períodos de borrasca, ¡perseveraron! Confiaron en Dios y en el apoyo de la Iglesia, continuaron esforzándose en un espíritu de fe y esperanza cristiana. Tengan esta seguridad: ¡las semillas sembradas en la esperanza echan raíces y crecen siempre!

También la UMEC, como muchas otras asociaciones católicas, se encuentra ante el desafío del cambio generacional, que se refiere en particular a los dirigentes. Les invito a considerar esta exigencia con una mirada positiva. La realidad nunca es estática, es dinámica. Y eso naturalmente es válido también para las asociaciones eclesiales: evolucionen y se desarrollan con el cambio de los tiempos y todo cambio de época las coloca ante una nueva misión. Por ello, la renovación a su interior y en los papeles de mayor responsabilidad debe ser vista como el inicio de una nueva misión, como una oportunidad para relanzar con vigor sus actividades de servicio y de apoyo a las nuevas generaciones de educadores católicos, ya sea aquellos que trabajan en escuelas católicas, o aquellos que trabajan en instituciones inter confesionales o seculares.

Su Unión se propone animar y motivar a todos estos educadores, para que sean plenamente conscientes de su importante misión de educadores y testigos de la fe, individualmente o dentro de grupos de colegas. Con tal objetivo ustedes se proponen ser una red de colegas en la profesión y de hermanos y hermanas en la fe que, en espíritu y estilo de amistad, de acogida, de conocimiento recíproco y de común crecimiento espiritual, se ponen al servicio de todos los educadores católicos para que conserven su identidad y lleven adelante su misión. Diría que en esta tarea son “colaboradores del Papa”: de hecho, la misión del Sucesor de Pedro es precisamente la de confirmar y apoyar a los hermanos en la fe (cf. Lc 22, 32). Y así ustedes, en el mundo de la escuela, hacen presente el servicio de la Iglesia de apoyar en la fe a los educadores católicos, para que puedan desarrollar de la mejor manera su trabajo y su testimonio, en situaciones a menudo complejas en el plano de las relaciones y en el plano institucional.

La presencia de educadores cristianos en el mundo de la escuela es de vital importancia. Es decisivo el estilo que él o ella asume. El educador cristiano, de hecho, está llamado a ser al mismo tiempo plenamente humano y plenamente cristiano. No existe el humanismo sin cristianismo. Y no hay cristianismo sin humanismo. No debe ser espiritualista, en órbita, “fuera del mundo”. Debe estar enraizado en el presente, en su tiempo, en su cultura. Es importante que su personalidad sea rica, abierta, capaz de establecer relaciones sinceras con los estudiantes, de entender sus exigencias más profundas, sus preguntas, sus miedos, sus sueños. Y que también sea capaz de dar testimonio – ante todo con la vida y también con las palabras –de que la fe cristiana abraza a todo el ser humano, todo, que trae luz y verdad a cada ámbito de la existencia, sin excluir nada, sin cortarle las alas a los sueños de los jóvenes, sin empobrecer sus aspiraciones. En la tradición de la Iglesia, de hecho, la educación de los jóvenes siempre ha tenido como objetivo la formación completa de la persona humana, no solo la instrucción de los conceptos, la formación en todas las dimensiones humanas (cf. Conc. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 48).

En orden a esta misión educativa, ustedes de la UMEC están llamados a apoyar a educadores de todas las edades, de toda condición laboral: tanto a aquellos con una larga experiencia – ricos de satisfacciones pero también de fatigas –, como a las nuevas generaciones, docentes animados por el entusiasmo y el deseo de hacer, pero con las fragilidades e incertidumbres que a menudo marcan los primeros años de labor educativa. Todos estos educadores – si los miramos con una óptica cristiana, de la que a veces ellos mismos no son plenamente conscientes – están en condición de dejar una marca, en lo bueno y lo malo, en la vida de niños, adolescentes y jóvenes, que les son confiados por largo tiempo. ¡Qué responsabilidad! Y qué oportunidad, para introducirlos, con sabiduría y respeto, en los senderos del mundo y la vida, acompañando sus mentes a abrirse a lo verdadero, a lo bello, al bien. ¡Sabemos, por experiencia personal, qué importante es tener buenos educadores y sabios profesores en los años de la formación!

Queridos amigos, en su apostolado ustedes justamente tienen en cuenta el hecho de que el arte de educar debe cultivarse y acrecentarse continuamente. No es algo que es adquirido de una vez por todas. Y si esto es válido para distintas profesiones, que requieren actualización, la de educador tiene una particularidad única: porque no se trabaja con objetos, ¡sino con sujetos! La educación tiene que ver con seres humanos, pero aún más en la edad evolutiva. Son personas que cambian de un año al otro, es más, a veces de un mes al otro. Y después los jóvenes de una generación son distintos a los de la generación siguiente. Los educadores, por ello, deben continuamente renovarse en las motivaciones y modalidades de trabajo. No pueden ser rígidos. La rigidez destruye la educación. En el enfoque a los distintos grupos de alumnos y estudiantes, están llamados cada año a volver a empezar, a reencontrar la capacidad de empatía y comunicación. Su tarea, en tal sentido, es la de ayudarles a tener vivo el deseo de crecer juntos con sus estudiantes, a encontrar las maneras más eficaces para transmitir la alegría del conocimiento y el deseo de verdad, adoptando lenguajes y formas culturales adecuadas a los jóvenes de hoy.

Y sobre esto me permito subrayar una cosa. He dicho: “Los lenguajes adecuados a las formas culturales de hoy”. Sí, pero tengan cuidado con las colonizaciones ideológicas. Una cosa es estar con la cultura del momento, hablar la lengua del momento, otra cosa es dejarse colonizar ideológicamente. Por favor: tengan cuidado de enseñar a los educadores a discernir qué es una novedad que hace crecer y qué es una ideologización, una colonización ideológica. Hoy las colonizaciones ideológicas destruyen la personalidad humana y cuando entran en la educación causan estragos.

Quisiera hacerles una última invitación que considero muy importante. Su Unión puede contribuir a sensibilizar a los educadores católicos con respecto al Pacto Global sobre la Educación. Como saben, esta iniciativa, que ha tenido la adhesión de muchas instituciones educativas, se propone «unir los esfuerzos en una amplia alianza educativa para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de relaciones para una humanidad más fraterna» (Mensaje para el lanzamiento del Pacto Educativo, 12 de septiembre 2019). Confío en su compromiso para involucrar a los educadores adherentes a la UMEC en este proyecto, que desea poner al centro a la persona en su dignidad, su belleza, y a las familias como sujetos educativos primarios.

Queridos hermanos y hermanas, los animo a mirar hacia delante con esperanza y a dar un nuevo impulso a la Unión de Educadores Católicos. Hay un gran trabajo y una misión importante que les esperan en el mundo de la escuela. Que la Virgen y los Santos y Santas educadores les acompañen y les inspiren. También yo estoy con ustedes en este desafío – no como Santo o Santa, sino como compañero de lucha. De corazón les bendigo y por favor les pido orar por mí. Gracias.

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