LA POLIFONÍA, UNA FORMA MUSICAL LLENA DE SIGNIFICADO PARA LA VIDA CRISTIANA: PALABRAS DE LEÓN XIV POR EL 500 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE PALESTRINA (18/06/2025)
Queridos hermanos y hermanas, buenas tardes:
Después de haber escuchado estas voces angelicales, casi sería mejor no hablar y dejarnos con esta bellísima experiencia…
Quisiera saludar a Su Eminencia el Cardenal Dominique Mamberti, a Sor Raffaella Petrini, A los estimados conferencistas y a los ilustres invitados. Con la alegría participo en este encuentro en el cual, con palabras y en música, celebramos la nueva emisión filatélica promovida por la Fundación Bartolucci y realizada por los Correos Vaticanos en ocasión del quinto centenario Palestriniano.
Giovanni Pierluigi da Palestrina fue, en la historia de la Iglesia, uno de los compositores que más contribuyeron a la promoción de la música sacra, para «la gloria de Dios y la santificación y edificación de los fieles» (S. Pio X, Motu proprio Inter plurimas pastoralis officii sollicitudines, 22 noviembre 1903, 1), en el contexto delicado, y al mismo tiempo emocionante, de la Contrarreforma. Sus composiciones, solemnes y austeras, inspiradas en el canto gregoriano, un estrechamiento de música y liturgia, «ya sea dando a la oración una expresión más suave y favoreciendo la unanimidad, ya sea enriqueciendo de mayor solemnidad los ritos sagrados» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 112).
La polifonía misma, por lo demás, es una forma musical cargada de significado, para la oración y la vida cristiana. Ante todo, de hecho, ésta se inspira en el texto sagrado, al que se propone «revestir con melodías adecuadas» (Inter sollicitudines, 1) Para que llegue mejor «a la inteligencia de los fieles» (ibid.). Además, realiza tal objetivo confiando en las palabras más voces, que las repiten cada una en forma propia y original, con movimientos melódicos y armónicos distintos y complementarios. Finalmente, armoniza todo gracias a la pericia con la que el compositor desarrolla y entrelaza las melodías, en el respeto de las reglas del contrapunto, haciendo a unas eco de las otras, a veces creando incluso disonancias, que después encuentran resolución en nuevos acordes. El efecto de esta única dinámica en la diversidad – metáfora de nuestro camino común de fe bajo la guía del Espíritu Santo – es el de ayudar a quien escucha a entrar con cada vez mayor profundidad en el misterio expresado por las palabras, respondiendo, donde es oportuno, con responsorios o in alternatim.
Precisamente gracias a esta riqueza de forma y contenido, la tradición polifónica romana, además de habernos dejado un patrimonio inmenso de arte y espiritualidad, continúa siendo también hoy, en el campo musical, un punto de referencia al cual hay que observar, aún con las debidas adaptaciones, en la composición sacra y litúrgica, para que a través del canto «los fieles participen plena, consciente y activamente en la liturgia» (Sacrosanctum Concilium, 14), con profunda participación de voz, mente y corazón. De todo esto la Missa Papae Marcelli, en su género, es un ejemplo por excelencia, como lo es el valioso repertorio de composiciones que nos dejó el inolvidable Cardenal Domenico Bartolucci, ilustre compositor y por casi cincuenta años Director de la Capella Musical Pontificia “Sixtina”.
Agradezco, por ello, a todos los que han hecho posible este encuentro: a la Fundación Bartolucci, a los conferencistas, al coro y a todos ustedes. Los recuerdo en mi oración. San Agustín, hablando del canto del Aleluya Pascual, decía: «Cantémoslo entonces ahora, hermanos míos […]. Como suelen cantar los viajantes, canta pero camina […]. Avanza, avanza en el bien […]. ¡Canta y camina! ¡No te salgas del camino, no te vuelvas hacia adentro, no te detengas!» (Sermo 256, 3). Hagamos nuestra su invitación, particularmente en este tiempo santo de júbilo. A todos mi bendición.
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