EL BEATO FLORIBERT ES TESTIMONIO DE PAZ, HONESTIDAD Y ESPERANZA: PALABRAS DE LEÓN XIV A PEREGRINOS DE LA REPÚBLICA DEL CONGO (16/06/2025)

El Santo Padre León XIV recibió en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, este 16 de junio, a los peregrinos llegados a Roma para la beatificación, celebrada ayer en la Basílica de San Pablo Extramuros, del joven aduanero congoleño perteneciente a la Comunidad de San Egidio, asesinado en Goma en el 2008 por negarse a dejar pasar cargamentos de comida en mal estado. El Papa les subrayó que, en un continente lleno de jóvenes, la figura del nuevo Beato muestra que ellos pueden ser un fermento de una paz “desarmada y que desarma”. Compartimos a continuación, el texto de su mensaje, traducido del italiano:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

¡La paz esté con ustedes!

Eminencia, hermanos en el Episcopado, queridos hermanos y hermanas:

Los recibo con alegría, después de la beatificación de Floribert Bwana Chui. Saludo a los Obispos presentes, en particular a los de la República democrática del Congo, entre los cuales está el Obispo de Goma, Diócesis donde vivió el nuevo Beato. Saludo a la madre y familiares del Beato Floribert, así como a la Comunidad de San Egidio, a la que pertenecía. Este joven encontró el martirio en Goma, el 8 de julio de 2007. Lo recuerdo con las palabras del amado Papa Francisco, dirigidas a los jóvenes en Kinshasa, durante su viaje apostólico al Congo: «un joven como ustedes Floribert Bwana Chui: […] con sólo veintiséis años, fue asesinado en Goma por haber bloqueado el paso de alimentos deteriorados, que habrían dañado la salud de la gente. […] Como cristiano, oró, pensó en los demás y eligió ser honesto, diciendo no a la suciedad de la corrupción. Eso es mantener las manos limpias, mientras que las manos que trafican con dinero se ensucian de sangre. […] Ser honestos es brillar de día, es difundir la luz de Dios, es vivir la bienaventuranza de la justicia: ¡vencer el mal con el bien!» (2 de febrero 2023).

¿De dónde un joven tomaba la fuerza para resistir la corrupción, enraizada en la mentalidad común y capaz de todo tipo de violencia? La elección de mantener las manos limpias – era funcionario en la aduana – maduró en una conciencia formada por la oración, por la escucha de la Palabra de Dios, por la comunión con los hermanos.

Vivía la espiritualidad de la Comunidad de San Egidio, que el Papa Francisco resumió con tres “P”: oración (preghiera, en italiano), pobres, paz. Los pobres eran decisivos en su vida. El Beato Floribert vivía una familiaridad comprometida con los chicos de la calle, expulsados de Goma por la guerra, despreciados y huérfanos. Los amaba con la caridad de Cristo: se interesaba por ellos y se preocupaba por su formación humana y cristiana. La fuerza de Floribert creció en la fidelidad a la oración y a los pobres. Un amigo recuerda: «Estaba convencido de que habíamos nacido para hacer cosas grandes, para incidir en la historia, para transformar la realidad». [1]

Fue un hombre de paz. En una región que sufre tanto como el Kivú, lacerada por la violencia, sacaba adelante su batalla por la paz con mansedumbre, sirviendo a los pobres, practicando la amistad y el encuentro en una sociedad lacerada. Una religiosa recordó que decía: «La comunidad pone a todos los pueblos en la misma mesa».

Este joven, nunca resignado al mal, tenía un sueño, que se alimentaba de las palabras del Evangelio y la cercanía con el Señor. Muchos jóvenes se sentían abandonados y sin esperanza, pero Floribert escuchaba la palabra de Jesús: «no los dejaré huérfanos; volveré con ustedes» (Jn 14, 19). ¡Ninguna tierra es abandonada por Dios! Él invitaba a sus amigos a no resignarse y a no vivir para sí mismos. A pesar de todo, expresaba confianza con respecto al futuro. Decía: «El Señor prepara un mundo nuevo, donde ya no habrá guerra, se borrarán los odios, la violencia ya no aparecerá como un ladrón en la noche… los niños crecerán en paz. Sí, es un gran sueño. No vivamos, entonces, por lo que no vale. ¡Vivamos más bien por este gran sueño!».

Este mártir africano, en un continente rico en jóvenes, muestra cómo ellos pueden ser un fermento de paz “desarmada y que desarma”. Este laico congoleño saca a la luz el valor precioso del testimonio de los laicos y los jóvenes. Que pueda entonces, por intercesión de la Virgen María y del Beato Floribert, realizarse pronto la deseada paz en el Kivú, en el Congo y en toda África. Gracias.


[1] Los testimonios y palabras del Beato Floribert Bwana Chui están tomados de la Positio super Martyrio.

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