El viento gélido de una
“guerra insensata” y la
“grave hambre de paz”, la indiferencia hacia quienes sufren y el alimento utilizado como arma y chantaje. Después, el frío y la oscuridad en Ucrania, los conflictos y la violencia en Tierra Santa, las crisis en Líbano y Yemen, los derramamientos de sangre en Irán y Myanmar, las tensiones en Haití, la emergencia de hambre en el Cuerno de África y en Afganistán. De pie, en la Logia de las Bendiciones, pero idealmente de rodillas para suplicar la paz, el Papa Francisco confió a Cristo que nace, este 25 de diciembre, los dramas y tragedias de este
“mundo enfermo”.
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