SEAN ARTESANOS DE PAZ: PALABRAS DEL PAPA A LOS EMPLEADOS DEL VATICANO EN SUS SALUDOS NAVIDEÑOS (22/12/2022)

“Gracias por todo lo que hacen aquí, por su trabajo y también por su paciencia a veces, porque sé que hay situaciones en las que ejercitan la paciencia: gracias por ello”. Así lo dijo el Papa Francisco en sus saludos con ocasión de la Navidad a los Empleados de la Santa Sede y de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano y sus familias, a quienes recibió en audiencia la mañana de este 22 de diciembre, en el Aula Pablo VI. Compartimos a continuación el texto de su mensaje, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días:

Gracias por haber venido a esta cita en que intercambiamos deseos por la Santa Navidad.

Ante todo, debemos agradecer al Señor, porque, con su ayuda, hemos superado la fase crítica de la pandemia. ¡No lo olvidemos! Cuando estábamos en el encierro decíamos, quién sabe cómo será cuando seamos libres de movernos, de encontrarnos, etc. Después, apenas las cosas cambian, sucede que perdemos la memoria y seguimos adelante como si nada hubiera pasado. ¡Y quizás ni siquiera agradecemos al Señor! Eso no es cristiano y no es ni siquiera humano. No, queremos agradecer porque pudimos retomar el trabajo, y también buscando superar ciertos problemas más o menos grandes que se crearon en el período más difícil. Retomar es un trabajo que debemos hacer todos.

No debemos olvidar, porque el largo período de pandemia dejó marcas. No sólo consecuencias materiales, económicas; dejó también marcas en la vida de las personas, en las relaciones, en la serenidad de las familias. Y por eso hoy les deseo sobre todo serenidad: serenidad para cada uno de ustedes y para sus familias. Serenidad no quiere decir que todo está bien, que no hay problemas, dificultades, no, no quiere decir eso. Nos lo demuestra la Sagrada Familia de Jesús, José y María. Podemos imaginar, cuando llegaron a Belén, La Virgen comenzaba a sentir Dolores, José no sabía a dónde ir, tocaba en muchas puertas, pero no había lugar... Sin embargo en el corazón de María y de José había una serenidad de fondo, que venía de Dios, venía de la conciencia de estar en su voluntad, de buscarla juntos, en la oración y el amor recíproco. Esto les deseo: que cada uno de ustedes tenga fe en Dios y que en las familias haya la sencillez de encomendarse a su ayuda, de pedirle y agradecerle.

Agradecer serenidad en particular a sus hijos, a los muchachos y muchachas, porque ellos han resentido mucho el encierro, han acumulado varias tensiones. Es normal, es inevitable. Pero no hay que fingir que no pasa nada, es necesario reflexionar, buscar entender, porque salir mejores de la crisis no sucede por magia, es necesario trabajar sobre sí mismo, con calma, con paciencia. También los jóvenes pueden hacerlo, naturalmente con la ayuda de los padres y a veces de otras personas, pero es importante que ellos mismos sean conscientes de que las crisis son pasajes de crecimiento y requieren un trabajo sobre sí mismos.

Este es el primer deseo que me viene a la mente, partiendo desde la pandemia. Les deseo serenidad, en el corazón, en las relaciones familiares, en el trabajo. Serenidad.

Y el segundo es éste: que seamos testigos y artesanos de paz. En este momento de la historia del mundo, estamos llamados a sentir más fuerte la responsabilidad de hacer cada uno su parte por construir la paz. Y eso tiene un significado particular para nosotros que vivimos y trabajamos en la Ciudad del Vaticano. No porque este pequeñísimo Estado, el más pequeño del mundo, tenga un peso específico especial, no por eso; sino porque nosotros tenemos como Cabeza y Maestro al Señor Jesús, El cual nos llama a unir nuestro humilde esfuerzo cotidiano a su obra de reconciliación y de paz. A partir del ambiente en que vivimos, de las relaciones con nuestros colegas, de cómo enfrentamos las incomprensiones y conflictos que pueden hacer en el trabajo; o en casa, en el ámbito familiar; o incluso con los amigos, o en la parroquia. Es ahí donde nosotros podemos ser concretamente testigos y artesanos de paz.

Sembrar paz. ¿Y cómo? Por ejemplo: evitando hablar mal de los demás “a sus espaldas”. Si nosotros hiciéramos eso solamente, ¡seríamos creadores de paz por todos lados! Si hay algo que no está bien, hablémoslo directamente con la persona interesada, con respeto, con franqueza. Seamos valientes. No hagamos como si no pasara nada para después hablar mal de él o ella con otras personas. Busquemos ser sinceros y honestos. Hagamos la prueba y veamos que esto irá bien.

Queridas hermanas y queridos hermanos, extiendo los mejores deseos a ustedes y a sus seres queridos. Saluden de mi parte a sus niños y sus ancianos en casa. Ellos son el tesoro en la familia, el tesoro de la sociedad. Y les agradezco: les agradezco por todo lo que hacen aquí adentro, por su trabajo y también por su paciencia, a veces, porque sé que hay situaciones en las que ejercitan la paciencia: gracias por eso. Todos nosotros debemos ir hacia adelante con paciencia, con alegría, agradeciendo al señor que nos da esta gracia del trabajo, pero cuidar el trabajo y también hacerlo con dignidad. Gracias por esto, gracias por esto que ustedes hacen aquí dentro. Sin ustedes, todo esto no podría avanzar. ¡De verdad gracias!

Los bendigo a todos de corazón, y les pido por favor orar por mí. ¡Y feliz Navidad a todos!

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