EL GRITO DEL PLANETA MALTRATADO ES INSEPARABLE DE LA HUMANIDAD SUFRIENTE: MENSAJE DEL PAPA A CONFERENCIA SOBRE EL MEDITERRÁNEO (02/12/2022)


Significativo e interesante: así describió el Papa Francisco el método de la VIII Conferencia de Roma sobre diálogos del Mediterráneo que se celebra en Roma del 1º al 3 de diciembre, una iniciativa anual de alto nivel promovida por el Ministerio italiano de Relaciones Exteriores y para la Cooperación Internacional y el Instituto Italiano de Estudios Políticos Internacional. El Papa destaca en su mensaje, enviado este 2 de diciembre, el compromiso de esta propuesta “con el diálogo, la confrontación, la reflexión común y la búsqueda de soluciones o incluso con la simple coordinación de enfoques hacia lo que son – y no pueden dejar de ser – los intereses comunes de los pueblos que, en la diversidad de sus respectivas culturas, se enfrentan al Mare Nostrum”. Reproducimos a continuación el texto de su mensaje, traducido del italiano:

Ilustres señoras y señores:

a todos ustedes un cordial saludo en ocasión de la VII Conferencia Rome MED Dialogues, que constituye desde hace varios años una cita promovida por el Ministerio Italiano de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional y por el Instituto para los Estudios de Política Internacional, con el fin de promover políticas compartidas en el área del Mediterráneo.

El método de esta Conferencia es en sí mismo significativo e importante, es decir el compromiso en el diálogo, la discusión, la reflexión común, en busca de soluciones o incluso solo de enfoques coordinados hacia aquellos que son – y deben ser – los intereses comunes de los pueblos que, en la diversidad de sus respectivas culturas, se encuentran frente al Mare Nostrum. Un mar que, en su historia de medium terrarum, tiene una vocación de progreso, desarrollo y cultura que desafortunadamente parece haber perdido en el pasado reciente y necesita recuperar plenamente y con convicción.

El Mediterráneo, de hecho, tiene la gran potencialidad de poner en contacto a tres continentes: una relación que históricamente, también a través de la migración, ha sido muy fecunda. Con él limitan África, Asia y Europa, pero muy a menudo olvidamos que las líneas que delimitan son también las que ponen en contacto y que la ambivalencia del término “confín” puede aludir también a un fin común: cum-finis. Un aspecto, este, del cual eran muy conscientes las civilizaciones que nos precedieron y de las cuales el Mediterráneo fue cuna. Con tristeza debemos constatar que este mismo mar, hoy, es difícil vivirlo como lugar de encuentro, de intercambio, de compartir y de colaboración. Sin embargo, al mismo tiempo, es precisamente en este entrecruce de humanidad que nos esperan muchas oportunidades. Debemos entonces retomar la cultura del encuentro de la que tanto nos hemos beneficiado y no sólo en el pasado. Así se podrá reconstruir un sentido de fraternidad, desarrollando, además de relaciones económicas más justas, también relaciones más humanas, incluidas aquéllas con los migrantes.

La presente Conferencia tiene la ventaja de relanzar la centralidad del Mediterráneo, a través de la discusión sobre una agenda particularmente rica en temas, que abarca desde temas de geopolítica y seguridad, al cuidado de las libertades fundamentales de la persona, al desafío de las migraciones, a la crisis climática y medioambiental.

La importancia y la multiplicidad de los temas propuestos a su reflexión solicita una consideración de fondo. Esta variedad es en sí misma ya significativa de cómo los temas ético-sociales no pueden ser separados de las múltiples situaciones de crisis geopolítica y también de las mismas problemáticas medioambientales. La idea de enfrentar los temas individuales de manera sectorial, separadamente y prescindiendo de los demás es, en tal sentido, un pensamiento engañoso. Esto de hecho implica el riesgo de llegar a soluciones parciales, defectuosas que no solo no resuelven los problemas sino los vuelven crónicos.

Pienso en particular en la incapacidad de encontrar soluciones comunes a la movilidad humana en la región, que sigue implicando una pérdida de vidas humanas inadmisible y casi siempre evitable, sobre todo en el Mediterráneo. La migración es esencial para el bienestar de esta área y no puede ser detenida. Por tanto, es del interés de todas las partes encontrar una solución integral de los distintos aspectos y de las instancias justas, que sea ventajosa para todos, que garantice tanto la dignidad humana como la prosperidad compartida.

La interconexión de las problemáticas requiere que sean examinadas en conjunto, en una visión coordinada y lo más amplia posible, como surgió de manera preponderante en el curso de la crisis pandémica, otra evidente confirmación de que nadie se salva solo.

Dicha globalización de los problemas se propone nuevamente hoy a propósito del dramático conflicto bélico en curso en Europa, entre Rusia y Ucrania, del cual, además de los daños incalculables de toda guerra en términos de víctimas, civiles y militares, tiene también como resultado la crisis energética, la crisis financiera, la crisis humanitaria para mucha gente inocente obligada a dejar su propia casa y perder los bienes más queridos y, finalmente, la crisis alimentaria, que impacta a un número cada vez mayor de personas en todo el mundo, sobre todo en los países más pobres. El conflicto ucraniano está de hecho produciendo enormes repercusiones en los países del norte de África, que dependen en un 80% del grano que proviene de Ucrania o Rusia. Esta crisis nos exhorta a tomar en consideración la totalidad de la situación real en una óptica global, así como globales son sus efectos. Por tanto, como no es posible pensar en enfrentar la crisis energética prescindiendo de la política, no se puede al mismo tiempo resolver la crisis alimentaria y prescindir de la persistencia de los conflictos, o la crisis climática sin tomar en consideración el problema migratorio, o el apoyo a las economías más frágiles o incluso el cuidado de las libertades fundamentales. No se puede tomar en consideración la magnitud de los sufrimientos humanos sin tener en cuenta la crisis social, en la cual, por una ganancia económica o política, el valor de la persona humana disminuye y los derechos humanos son pisoteados.

Todos nosotros debemos adquirir una cada vez mayor conciencia del hecho de que el grito de nuestro planeta maltratado es inseparable del grito de la humanidad sufriente. Resuenan a este respecto cada vez más actuales las palabras dictadas hace casi dos mil años por San Pablo en la Carta a los Romanos, ahí donde presenta el destino común de la humanidad y la creación, la cual – dice el Apóstol – alimenta la esperanza de ser también ella liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios, en vista de la cual toda la creación gime y sufre hasta hoy los dolores del parto (cf. 8, 21-22).

Este no es solamente un objetivo ultramundano, sino también el horizonte del compromiso de hombres y mujeres de buena voluntad. ¡Que pueda ser también el horizonte de sus diálogos! Con esta esperanza les deseo un sereno y fructífero trabajo, asegurando para ello mi oración e invocando sobre todos ustedes la bendición de Dios.

Desde el Vaticano, 1º de diciembre 2022
FRANCISCO

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