HAY QUE REACCIONAR ANTE EL GRAVE INVIERNO DEMOGRÁFICO: PALABRAS DEL PAPA AL FORO DE ASOCIACIONES FAMILIARES (02/12/2022)

Al recibir este 2 de diciembre en audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, al Foro de Asociaciones Familiares, el Papa Francisco destacó que la alegría de ser familia es esa realidad concreta de padres, hijos, abuelos, tíos y primos que intentan cada día salir adelante con un estilo de sencillez y servicio, animó a hacer buenas políticas para las familias y con las familias y pidió decisiones concretas para invertir la tendencia descendente de la natalidad. Compartimos a continuación el texto pronunciado por el Santo Padre, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos:

Agradezco al Presidente Gianluigi de Palo por sus palabras y por el trabajo de estos años en el Foro de Asociaciones Familiares – ¡en verdad no es tímido! –. Y agradezco a todos ustedes porque buscan mantener en Italia, alta la voz de las familias: una voz no quejumbrosa, sino propositiva; una voz no ideológica, sino capaz de interpretar la realidad y necesidades de las familias italianas, especialmente aquéllas con más hijos, que se encuentran injustamente castigadas.

Pero en primer lugar, quisiera decirles que veo en ustedes un testimonio de la alegría de ser familia, es decir del mensaje central que quise dar con la Exhortación Amoris laetitia. Alegría de ser familia no quiere decir que todo va bien, que no hay problemas... No, no es eso. Todos sabemos que la vida familiar está hecha de momentos felices y de otros dolorosos, de periodos más serenos y de otros más difíciles, a veces duros. Pero hay una alegría que puede atravesar todas estas situaciones, porque está a un nivel más profundo, y que viene precisamente de ser familia, percibido como don, con un sentido íntimo de gratitud. Un reconocimiento que se dirige ante todo a Dios, y después a nuestros antepasados, a los bisabuelos, a los abuelos, a los padres; pero también a los hijos y a los nietos, es verdad, porque los pequeños regeneran el amoris laetitia en los viejos y los adultos. Repito: no hablo de una familia ideal, de un modelo estándar que puede aplicarse para ser felices. Cada familia tiene su camino y su historia, como la tiene cada persona. Hablo de la realidad concreta de muchas familias en que padres e hijos, junto a los abuelos, los tíos, los primos, buscan día tras día avanzar no siguiendo los modelos mundanos sino con un estilo de sencillez y servicio.

Esa es la primer cosa que quiero compartir con ustedes y de la que estoy agradecido: el testimonio de que ser familia es un don gozoso que suscita gratitud.

Un segundo aspecto que reconozco en ustedes y por el que les animo es que busquen estimular una buena política para las familias y con las familias. Háganlo no a partir de una particular ideología, sino con base en la doctrina y la praxis social de la Iglesia. Y háganlo aplicando el método del diálogo: dialogar con todas las instituciones responsables de las políticas familiares, no para servir a los intereses de una parte, de una categoría, sino buscando el bien común.

Este segundo aspecto es complementario del primero. En efecto, una familia cristiana no puede nunca encerrarse en su propio cascarón; no puede decir: ¡estamos bien nosotros, los demás que se las arreglen! La familia cristiana – pero diría toda familia fundada en el amor – está abierta y atenta a lo que ocurre fuera de casa, busca ser acogedora y solidaria, a partir de las situaciones del vecindario, del condominio, del barrio, hasta aquellas a un nivel social más amplio, como también las de otros países y otros continentes. La familia está llamada a ser un factor de fraternidad y amistad social, enraizada en un territorio y al mismo tiempo abierta al mundo.

¡Y no pensemos que esta es una novedad de nuestros tiempos! En el Siglo XIX las revistas misioneras llevaban a las casas de la gente más sencilla, junto con los relatos de los misioneros, también muchas noticias sobre países y pueblos lejanos. Por lo demás, esta apertura pertenece al DNA de la Iglesia, que por su naturaleza educa para una mentalidad católica, para un horizonte universal.

Regresemos sin embargo a su compromiso en Italia. Como decía, se trata también de un compromiso político en un sentido amplio y alto, como contribución al bien común del país, para que las familias no sean explotadas y después penalizadas, sino promovidas y apoyadas. Este es el único camino para llegar a una inversión en la tendencia de la tasa de natalidad. Nosotros estamos aquí en un terrible invierno demográfico, terrible. Aquí tocamos un punto que comparto con ustedes y sobre el cual, más aún, les agradezco, porque me ayudaron a conocer mejor la situación. Gracias también a sus iniciativas, el tema de la natalidad ahora ha tomado un primer plano en las agendas políticas. Pero se trata de pasar de las palabras a los hechos; y después pasar de los paliativos a una terapia verdadera y eficaz. Y ustedes, justamente, no desean limitarse a denunciar el problema. Sería demasiado fácil y demasiado cómodo. Busquen en cambio seguir los desarrollos, vigilar el trabajo de las instituciones responsables, no – como ocurre a menudo – para criticar el trabajo de los adversarios políticos, sino con una actitud constructiva, haciendo propuestas realistas y documentadas, ofreciendo la consultoría de expertos por encima de los partidos. Ese es un servicio que puede llevar a cabo una realidad como la de ustedes, que busca pensar y actuar políticamente “más allá” de filiaciones partidistas.

Queridos amigos, sigan adelante sobre estos dos caminos: el testimonio gozoso de ser familia y el compromiso por una buena política para y con las familias. Pero debo agregar: ¡tengan cuidado de ustedes mismos, como parejas y como familias! Tomen el tiempo necesario para la oración, para el diálogo entre ustedes cónyuges y con los hijos, y para la vida comunitaria en la Iglesia. ¡Y tómense el tiempo también para jugar con los hijos! Jugar, “perder el tiempo” con los hijos, jugar. Las familias que quieren comprometerse a nivel asociativo y social deben, con mayor razón, alimentar la vida espiritual y la espiritualidad conyugal y familiar.

Lo he dicho, pero quiero repetirlo: estamos viviendo un invierno demográfico grave y debemos reaccionar ante esto, con todas nuestras fuerzas, con nuestro trabajo, con nuestras ideas para convencer. Mi secretario me dijo que el otro día, pasando por la Plaza de San Pedro, vio a una señora con la carriola, quería mirar a los niños... ¡y dentro había un perrito! Es un símbolo, por eso lo digo. Se necesitan hijos. Necesitamos hijos.

Les recuerdo el ejemplo de los Beatos Luigi y Maria Beltrame Quattrocchi. Los bendigo de corazón y los encomiendo a la protección de la Virgen María y de San José. Y por favor, no se olviden de orar por mí, que lo necesito. Gracias.

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