PERMANEZCAN CERCA DE LOS POBRES Y LOS JÓVENES: PALABRAS DEL PAPA A LAS HIJAS DE MARÍA AUXILIADORA (22/10/2021)

El Papa Francisco visitó este 22 de octubre, la Curia General de las Hijas de María Auxiliadora –más conocidas como Salesianas de Don Bosco – reunidas para el Capítulo General. Las animó a ser “comunidades generadoras” y “mujeres de esperanza” en este “tiempo frágil e incierto” de la pandemia que “ha causado tanta desgracia” y “multiplicado la pobreza”. Luego la recomendación de permanecer “cerca de los pobres y de los jóvenes” y ser siempre fieles al carisma original. Compartimos a continuación, el texto de su mensaje, traducido del italiano:

Le deseo, Madre, buen trabajo, junto con el nuevo Consejo. Y agradecemos a la Superiora y a las consejeras salientes. Espero que la Madre volverá a África... Y si no hay lugar en África, ¡a la Patagonia!

En estos días de trabajo han seguido el tema “Comunidades generadoras de vida en el corazón de la contemporaneidad”, iluminándolo con las palabras de María en las bodas de Caná «Hagan todo lo que él les diga» (Jn 2, 5). es el gesto más hermoso de la Virgen: la Virgen nunca toma nada para sí misma coma nunca coma siempre señala a Jesús. Piensen en esto: imiten a la Virgen y hagan lo mismo [hace el gesto de señalar]. Por un lado, entonces, tengan muy presente el contexto social multicultural, marcado por tensiones y desafíos a veces incluso dramáticos, como los provocadas por la pandemia; al mismo tiempo escuchen la palabra del Señor, su voluntad, justamente dentro de este tiempo tan frágil e incierto, con las formas de pobreza que la crisis actual ha producido y multiplicado. Ustedes saben qué terrible es esto. Las pobrezas se multiplican, también las pobrezas ocultas. Muchas familias adineradas, o al menos en la clase media, no tienen lo necesario para vivir. La pandemia ha causado muchos estragos.

Despertar la frescura original de la fecundidad vocacional del Instituto: éste es el objetivo que se han puesto. Es una perspectiva clave para responder a las exigencias del mundo de hoy, que necesita descubrir en la vida consagrada «el anuncio de lo que el Padre, a través del Hijo en el Espíritu, realiza con su amor, su bondad, su belleza» (CIVCSVA, Para vino nuevo odres nuevos, 6). Esto no significa negar las fragilidades y fatigas presentes en las comunidades, sino creer que esta situación puede ayudarles a transformar el hoy en un kairós, un tiempo favorable para ir hacia las raíces carismáticas, para trabajar sobre lo esencial, redescubriendo, ustedes en primer lugar, la belleza de la vida consagrada. Este desafío les invita a renovar su “sí” a Dios en este tiempo, como mujeres y comunidades que se dejan interpelar por el Señor y por la realidad. Y así convertirse en profecía del Evangelio, testimonio de Cristo y de su estilo de vida.

El Vaticano II señaló a la Iglesia este camino. que es la vida de Dios: la Encarnación en la historia, la inmersión en la condición humana. Pero esto presupone un sólido fundamento en Cristo, para no estará a merced de la mundanidad en sus distintas formas y sus disfraces. No olviden que el peor mal que puede suceder en la Iglesia es la mundanidad espiritual. Puedo decir casi que parece peor que un pecado, porque la mundanidad espiritual es ese espíritu tan sutil que ocupa el lugar del anuncio, que ocupa el lugar de la fe, que ocupa el lugar del Espíritu Santo. El P. De Lubac, en el libro Meditación sobre la Iglesia, en las últimas páginas habla de esto. Vayan a buscar ese libro. Las cuatro últimas páginas. Dice esto que es fortísimo: la mundanidad espiritual es el peor mal que puede ocurrir a la Iglesia, peor que el escándalo en los tiempos de los Papas concubinos. Es fuerte. El diablo entra en las casas religiosas por este camino. A mí me ayuda para entender cómo entra el diablo entre nosotros. Y no es un pecado, no es una religiosa que mata a otra –¡un escándalo!– o que insulta a otra, no, esto es un pecado terrible, se escandalizan todos, piden perdón… No. Jesús nos enseña cómo el diablo entra aquí, y dice así: “Cuando el espíritu inmundo es echado fuera de una persona, se va, camina por los desiertos, se aburre, entonces dice: Volveré a mi casa para ver cómo está. Una casa toda limpia, hermosa, preparada. Y va, toma a siete peores que él y entra en esa casa. Pero no entra forzando, no, entra educadamente: toca el timbre, dice buenos días. Son diablos educados. No nos damos cuenta que están entrando. Así entran lentamente y nosotros: ‘Qué hermoso, qué hermoso, pasa, pasa…’. Y al final, la condición de este hombre es peor que al principio”. Así pasa con la mundanidad espiritual. Personas que han dejado todo, han renunciado al matrimonio, han renunciado a los hijos, a la familia... y terminan – perdonen la palabra – “solterones”, es decir mundanos, preocupados por esas cosas… Y el horizonte se cierra, porque dicen: “esta tampoco me ha mirado coma esta me insultó, aquella...”. Los conflictos internos que cierran. Por favor, huyan de la mundanidad espiritual. Y también del estatus: “yo soy religioso, yo soy religiosa...”. Examinen esto. Es lo peor que puede suceder. Es como un […] que lentamente te quita la fuerza. Y en lugar de ser mujeres consagradas a Dios, se convierten entonces en “señoritas educadas”. […] dónde está el servicio misionero, dónde está el servicio, dónde está la mortificación, de tolerarse una a la otra. Y San Juan Berchmans decía: “Mi más grande penitencia es la vida comunitaria”. ¡Y se necesita! Se necesita mucha penitencia para tolerarse una a la otra. […] pero tengan cuidado con la mundanidad espiritual. No que para vivir necesito cambiar de celular, necesito esto, aquello, tomar vacaciones en la playa... Estoy hablando de cosas reales. Pero la mundanidad es ese espíritu que te lleva a no estar en paz o con una paz que no es hermosa, una paz sofisticada.

Para ustedes consagradas esto requiere la fidelidad creativa al carisma, y es por esto que deben volver siempre al carisma. ¿El carisma es una reliquia? No, es una realidad viva, no una reliquia embalsamada. Es vida que crea y va adelante, no un objeto de museo. Entonces la gran responsabilidad es colaborar con la creatividad del Espíritu Santo, para revisitar el carisma y hacer que exprese su vitalidad en el hoy. De esto deriva la verdadera “juventud”, porque el Espíritu hace nuevas todas las cosas. y encontramos religiosas y religiosos ancianos que parecen más jóvenes –como el buen vino–, que la fuerza del Espíritu ayuda a encontrar nuevas expresiones del mismo don que es el carisma. Un carisma que es igual para todas, pero distinto para todas. Es el mismo, pero con sutilezas de la propia persona; y esto quiere decir que esa persona está llena de ese carisma, es creativa también en el carisma. No se sale del carisma, no. Es el mismo carisma. Es la creatividad que da la fidelidad al carisma. Este es el camino de la Iglesia que nos han mostrado los Santos Papas del Concilio y después del Concilio: Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I –próximo Beato– y Juan Pablo II, de quien hoy celebramos su memoria.

Otro aspecto que veo en el tema del Capítulo es la exigencia de hacer crecer comunidades entretejidas por relaciones intergeneracionales, interculturales, relaciones fraternas, relaciones cordiales. Ustedes pueden aprovechar para esto su espíritu de familia, que caracterizó a la primera comunidad, en Mornese, y que les ayuda a encontrar en la diversidad una ocasión para ejercitar la acogida y la escucha, valorando las diferencias como riquezas. En esta perspectiva les animó también a ir adelante en el compromiso de trabajar en relación con otras congregaciones, buscando vivir relaciones de reciprocidad y corresponsabilidad. Pero esto se puede hacer bien si dentro de tu congregación tienes una buena relación de este tipo, no huir a las otras congregaciones porque no eres capaz de tolerar la tuya. Esto para ustedes es una forma concreta de vivir la sinodalidad; y también aquí, el presupuesto es la docilidad al Espíritu Santo como la apertura a sus novedades y sorpresas.

Sobre esto quisiera detenerme: sobre la intergeneracionalidad. Recuerdo una vez una congregación religiosa –no ustedes– En Argentina, que había tenido problemas, hace muchos años, hace 40 años más o menos. La Madre general era una hermana buena para organizar y dijo: “No no: aquí se necesita juventud”, porque en ese tiempo había muchas vocaciones. Las ancianas estaban todas en una casa para ancianos y las jóvenes aparte. Esto es un pecado, un pecado contra la familia. Los ancianos deben vivir, en la medida de lo posible, en la comunidad viva.Y un deber de los jóvenes es cuidar a los ancianos, aprender de ellos, dialogar con los viejos. Si en una congregación no existe este intercambio, es el camino que lleva a la muerte. [Muestra una imagen que ha sido distribuida, con un monje joven que lleva sobre la espalda a un monje anciano] Esta que les he traído... Este monje joven que lleva a un viejo. Este es el “oficio” del joven. Ser capaces de tener a las abuelas, a los abuelos en casa. Recuerdo que en esa congregación, de la que hablaba antes, las ancianas morían de desamor. “Se murió… Está enferma…”. El desamor venía de la tristeza de no poder gozar a las nuevas generaciones hagan un examen de conciencia: ¿cómo acojo yo a los ancianos? Es verdad que los viejos a veces se hacen un poco caprichosos –así somos– y los defectos en la vejez se ven mejor; pero también es verdad que los viejos tienen esa sabiduría, esa gran sabiduría de la vida: la sabiduría de la fidelidad de hacerse viejos en la vocación. Y gracias por todo eso que harán. Pero aislar a los ancianos… Sí, habrá casos para los ancianos en que no pueden hacer una vida normal, están en cama… pero ir con ellos continuamente, visitar a los ancianos, visitarlos... Son el tesoro de la historia. Me ayuda mucho esa experiencia de Santa Teresa del Niño Jesús, cuando acompañaba a una vieja hermana que apenas podía caminar. Pero era una hermana un poquito neurótica, a veces sucede. Y Teresita hacía de todo... Y Teresita nunca dejaba de sonreír. La llevaba y después la hacía sentar, y después le cortaba el pan. La pobre viejita, que era un poco neurótica, se quejaba de todo, pero la miraba con amor. Y sucede una vez, en el camino del coro al refectorio, que se escuchaba desde afuera un estruendo, se escuchaba la música de un baile, había una fiesta ahí cerca. Y Teresita dijo: ¡Nunca cambiaría esto por aquello! Había entendido la grandeza de la vocación. El respeto a los ancianos. Por favor ¡carguen a los ancianos!

La misma apertura al espíritu les permite perseverar en el esfuerzo de ser comunidades generadoras en el servicio a los jóvenes y a los más pobres. Comunidades misioneras, en salida, impulsadas a anunciar el Evangelio a las periferias, con la pasión de la primera hija de María Auxiliadora. Esa pasión es impresionante, esa de los primeros Salesianos. Pero era verdad, sorprendía a jóvenes y a muchachas. En un libro que les traje –le dejaré uno a la Madre general–, un libro que habla de un sacerdote salesiano que fue misionero en Argentina, el Padre Enrico Pozzoli, en la introducción del libro –es interesante– hace ver la cantidad de salesianos que Don Bosco mandó a Argentina. Muchos. Y cuando llegaron a Buenos Aires –esto es lo hermoso de los primeros salesianos– no fueron a los barrios de clase media, no, fueron a buscar las fronteras... ¿Qué atrae a la vocación? La santidad, el celo. Busquen, vean esta misión… A propósito de los jóvenes quiero animarlas, porque no es fácil acompañar a los muchachos y las muchachas adolescentes. Lo saben bien los padres, y lo saben también ustedes. También por esto quise el Sínodo para los jóvenes y con los jóvenes del que salió la Exhortación Christus vivit. Sé que la utilizan, las animo a seguir haciéndolo: estoy seguro que ahí podrán encontrar distintos apuntes en sintonía con su carisma y su servicio educativo.

Queridas hermanas, sé que están preparándose a celebrar los 150 años de fundación del Instituto. También esta es una oportunidad de renovación y de revitalización vocacional y misionera. No olviden la gracia de los orígenes, la humildad y la pequeñez de los inicios que hicieron transparente la acción de Dios en la vida y en el mensaje de cuantas, llenas de asombro, iniciaron este camino. María Auxiliadora las ayudará, sean sus hijas. Sus palabras en las bodas de Caná han sido y son un faro de luz para su discernimiento: «Hagan lo que Él les diga». María es la mujer atenta, plenamente encarnada en el presente y solícita, una mujer considerada. Que así ustedes, puedan estar a la escucha atenta de la realidad, asumir las situaciones de necesidad, cuando falta el “vino” es decir la alegría del amor, y llevar a Cristo, no de palabra sino en el servicio, en la cercanía, con compasión y ternura. Me detengo sobre esto. Para mí es una cosa terrible una religiosa enojada, una religiosa que parece desayunar no con leche sino con vinagre. Sean madres. Ternura. El estilo de Dios siempre es la cercanía. Lo dice al inicio, en el Deuteronomio: “Piensen: ¿qué pueblo tiene a sus dioses tan cerca como ustedes me tienen a mí?”. Cercanía. Y la cercanía de Dios es siempre compasiva y tierna. La cercanía es compasión y ternura. Todos los días, en el examen de conciencia, pregúntenselo: “Hoy, ¿estuve cerca? ¿Fui compasiva? ¿Fui tierna?”. Sigan adelante con esto. La palabra ternura úsenla mucho. Es importante para el modo de ser. Lleven la esperanza que no desilusiona. La verdadera. Sean como María mujeres de esperanza. Ustedes lo hacen a partir de la identidad salesiana, con el estilo salesiano: especialmente la escucha, la presencia activa, el amor por los jóvenes. La creatividad del momento, como decía Don Bosco.

Ese «estaba la madre de Jesús» (Jn 2, 1) del Evangelio de las bodas de Caná, en sus Constituciones se convierte en «María está activamente presente en nuestra vida y en la historia del Instituto» (cf. Const. FMA, 44). Acompañadas por ella, sigan adelante con entusiasmo en el camino que el Espíritu les sugiere. Con corazón abierto para acoger los impulsos de la gracia de Dios, con la mirada atenta a reconocer las necesidades y las urgencias de un mundo en continuo cambio. Miren el cambio, pero con el corazón siempre enamorado del Señor. Corazón de madre, corazón cercano, con compasión y ternura.

Y gracias por este encuentro. Gracias por lo que son y por lo que hacen. Estoy cerca de ustedes con la oración y las bendigo a ustedes y a todas sus hermanas en el mundo. Y les pido orar por mí: no es fácil ser Papa.

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