ESTÁN LLAMADOS A OFRECER RESPUESTAS EFICACES A LA CRISIS QUE VIVIMOS: MENSAJE RADIOFÓNICO DEL PAPA CON OCASIÓN DE LA COP 26 (29/10/2021)

El Papa Francisco envió un Mensaje con ocasión de la COP 26, el mismo que fue difundido a través del programa radiofónico “Thought for the Day” de la BBC. Un llamado a una renovada solidaridad mundial para realizar “opciones radicales” para salir de la crisis y en favor del planeta. “Los encargados políticos que participarán en la COP26 de Glasgow están llamados con urgencia a ofrecer respuestas eficaces a la crisis ecológica en la que vivimos y, de este modo, esperanza concreta a las generaciones futuras”, dijo el Papa Francisco. Compartimos a continuación, el texto del mensaje, traducido al español:

Queridos oyentes de la BBC, ¡buenos días!

El cambio climático y la pandemia de COVID-19 ponen al descubierto la vulnerabilidad radical de todos y todo y suscitan numerosas dudas y perplejidades sobre nuestros sistemas económicos y sobre las modalidades de organización de nuestras sociedades.

Nuestras seguridades se han derrumbado, nuestro apetito de poder y nuestro afán de control se están desmoronando.

Nos hemos descubierto débiles y llenos de miedos, sumergidos en una serie de “crisis”: sanitarias, ambientales, alimentarias, económicas, sociales, humanitarias, éticas. Crisis transversales, fuertemente interconectadas y presagio de una “tormenta perfecta”, capaz de romper los “vínculos” que unen nuestra sociedad dentro del precioso don de la Creación.

Toda crisis requiere visión, capacidad de planificación y rapidez de ejecución, repensando el futuro de nuestra casa común y de nuestro proyecto común.

Estas crisis nos ponen frente a opciones radicales que no son fáciles. Todo momento de dificultad encierra, de hecho, también oportunidades que no pueden ser desaprovechadas.

Pueden afrontarse haciendo que prevalezcan comportamientos de aislamiento, proteccionismo, explotación; o pueden representar una auténtica ocasión de transformación, un verdadero punto de conversión, no solo en sentido espiritual.

Esta última vía es la única que conduce hacia un horizonte “luminoso” y puede ser perseguida solo a través de una renovada corresponsabilidad mundial, una nueva solidaridad fundada en la justicia, en el hecho de compartir un destino común y en la conciencia de la unidad de la familia humana, proyecto de Dios para el mundo.

Se trata de un desafío de civilización en favor del bien común y de un cambio de perspectiva, en la mente y en la mirada, que debe poner en el centro de todas nuestras acciones la dignidad de todos los seres humanos de hoy y de mañana.

La lección más importante que estas crisis nos transmiten es que debemos construir juntos, porque no hay fronteras, barreras, muros políticos, detrás de los que podamos escondernos. Y lo sabemos: de una crisis no se sale solos.

Hace algunos días, el 4 de octubre, me reuní con líderes religiosos y científicos para firmar un Llamamiento conjunto que reclamara acciones más responsables y coherentes tanto a nosotros mismos como a nuestros gobernantes. En esa ocasión, me impresionó el testimonio de uno de los científicos que dijo: “Mi nieta, que acaba de nacer, dentro de 50 años tendrá que vivir en un mundo inhabitable, si las cosas son así”.

¡No podemos permitirlo!

Es fundamental el compromiso de cada uno hacia ese cambio de ruta tan urgente; compromiso que hay que alimentar también desde la propia fe y espiritualidad. En el Llamado conjunto reclamamos la necesidad de actuar de manera responsable en favor de la “cultura del cuidado” de nuestra casa común y también de nosotros mismos, tratando de erradicar las “semillas de los conflictos: avidez, indiferencia, ignorancia, miedo, injusticia, inseguridad y violencia”.

La humanidad nunca ha tenido tantos medios para alcanzar ese objetivo como los que tiene ahora. Los responsables políticos que participarán en la COP26 de Glasgow están llamados con urgencia a ofrecer respuestas eficaces a la crisis ecológica en la que vivimos y, de este modo, esperanza concreta a las generaciones futuras. Pero todos nosotros —y está bien repetirlo, todos y dondequiera nos hallemos— podemos tener un papel modificando nuestra respuesta colectiva a la amenaza sin precedentes del cambio climático y de la degradación de nuestra casa común.

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