LA NUNCIATURA APOSTÓLICA ABRE UNA OFICINA EN EREVÁN, ARMENIA: PALABRAS DE MONS. EDGAR PEÑA EN LA INAUGURACIÓN (27/10/2021)

Con motivo de la celebración de los 30 años de relaciones diplomáticas bilaterales entre la Santa Sede y la República de Armenia, este 27 de octubre se abrió una nueva oficina de la Nunciatura Apostólica de Georgia y Armenia en la Avenida Norte de la capital, Ereván. La inauguración de la nueva oficina – que no sustituye a la residencia oficial en Tbilisi, Georgia – tuvo lugar en presencia del sustituto de la Secretaría de Estado, Mons. Edgar Peña Parra. La apertura de la oficina de Ereván representa una ubicación temporal a la espera de un alojamiento más amplio, con el fin de disponer de espacio suficiente para apoyar adecuadamente los múltiples compromisos de la misión de la Santa Sede y de la Iglesia católica en la República de Armenia. Para la Santa Sede, es una nueva oportunidad para mirar “hacia la construcción de una relación próspera en beneficio de todos los armenios”. Transcribimos a continuación, el texto completo del mensaje pronunciado por Mons. Peña, traducido del inglés:

Ministro del Exterior, Su Santidad, Sus Excelencias,
distinguidas autoridades civiles, militares y eclesiásticas,
damas y caballeros:

Quisiera iniciar transmitiendo los cordiales saludos y la cercanía espiritual de Su Santidad el Papa Francisco a todos los presentes. Hacerlo es muy oportuno, ya que esta nueva Nunciatura Apostólica sirve como claro signo de la atención y la preocupación del Santo Padre por el pueblo de este noble país. Por tal razón, la Nunciatura Apostólica es a menudo llamada la casa del Papa. Me han dicho que el Hospital Redemptoris Mater en Ashotsk de manera informal es llamado el “Hospital del Papa”. Ahora podemos decir en verdad que el Santo Padre tiene también una Casa en Armenia. Es deso del Papa Francisco que esta nueva Casa pueda ayudar al Nuncio Apostólico en el desarrollo de su misión ante la República de Armenia y la comunidad cristiana local.

La inauguración de este edificio da testimonio de las sólidas relaciones bilaterales que ya existen entre la República de Armenia y la Santa Sede. Apenas hace pocos años, Armenia tomó la grata decisión de abrir una Embajada ante la Santa Sede y nombrar a un Embajador residente. Hoy la Santa Sede regresa con alegría tal gesto, en la esperanza de que nuestros vínculos diplomáticos continúen siendo cada vez más profundos.

Al respecto, quiero reiterar la gratitud del Santo Padre por la reciente visita al Vaticano de Su Excelencia Armen Sarkissian, Presidente de la República. Quisiera también subrayar los importantes aniversarios que se celebran este año: el trigésimo aniversario de la independencia de Armenia, el vigésimo aniversario de la visita del Papa San Juan Pablo II a Armenia y el quinto aniversario de la Visita Apostólica del Papa Francisco. En un futuro próximo celebraremos el trigésimo aniversario de la institución de las relaciones diplomáticas entre Armenia y la Santa sede y del nombramiento del primer Nuncio Apostólico, respectivamente en 2022 y 2023.

Las buenas relaciones bilaterales entre la República de Armenia y la Santa Sede se deben en no menor parte a nuestro mutuo aprecio por el papel positivo que la religión desempeña en la sociedad civil. Los armenios son un pueblo de fe profunda y este país se distinguirá siempre por haber sido la primera nación en haber abrazado la fe cristiana. Desde entonces, la fe cristiana ha sostenido a este gran pueblo, especialmente en momentos difíciles de su historia. Como fuente de fuerza y perseverancia en tiempos buenos y malos, la fe cristiana ha contribuido a formar la rica herencia espiritual y cultural de Armenia, que sigue siendo fuente de orgullo hoy y que seguirá inspirando y enriqueciendo la vida de las generaciones futuras de armenios.

Esta herencia de fe cristiana trae de nuevo a la mente las palabras pronunciadas por el Papa Francisco durante su visita a Armenia. El Santo Padre afirmó: “La historia de su país va de la mano con su identidad cristiana, custodiada al paso de los siglos. Tal identidad cristiana, lejos de obstaculizar la sana laicidad del Estado, más aún la requiere y la alimenta, favoreciendo la ciudadanía participativa de todos los miembros de la sociedad, la libertad religiosa y el respeto a las minorías” (Encuentro con las autoridades civiles y el Cuerpo Diplomático, 24 de junio 2016). Con una cultura tan rica inmersa en la tradición, para no hablar de las experiencias de dolor y sufrimiento causadas por la discriminación y la persecución, Armenia tiene muchas lecciones valiosas que enseñar a la comunidad internacional al respecto. La Santa Sede mira con grandes expectativas su continua cooperación bilateral con Armenia en muchas cuestiones, especialmente las que se refieren a la libre expresión de la religión y la dignidad de toda vida humana, de manera que aprendamos de la historia y evitemos repetir algunos de sus capítulos más oscuros.

En esta feliz ocasión, mis pensamientos se dirigen naturalmente a la Iglesia Apostólica Armenia. Durante su visita, el Papa Francisco habló de la Vigilia de Oración Ecuménica por la Paz, como una ocasión para “confirmar la comunión apostólica” que existe entre la Iglesia Apostólica Armenia y la Iglesia Católica, mientras las dos Iglesias siguen su camino común en la esperanza de reunirse un día todos juntos en torno al altar del sacrificio de Cristo en la plenitud de la comunión eucarística. Que esta nueva Casa del Papa en Armenia pueda ser vista como una ulterior confirmación de nuestra comunión y acercarnos un paso más a la realización del deso del Señor de unidad entre sus seguidores.

Como Casa del Papa en Armenia, la Nunciatura Apostólica manifiesta también el cuidado pastoral del Santo Padre por la comunidad católica local. Si bien es numéricamente pequeña, el impacto significativo que la Iglesia Católica local tiene sobre la sociedad armenia a través de sus servicios de salud y caritativos es un claro signo de su compromiso en servir a todos aquellos que están en necesidad. Es mi esperanza que los católicos vean en esta nueva Nunciatura un signo de la cercanía del Santo Padre y un fuerte apoyo a vivir su fe con alegría y en comunión con nuestros hermanos y hermanas de la Iglesia Apostólica Armenia.

Para concluir, quisiera expresar mi gratitud a todos ustedes por su presencia en esta ocasión especial, en particular a las honorables autoridades civiles y religiosas y a los distinguidos miembros del Cuerpo Diplomático. Estoy particularmente agradecido al Arzobispo José Bettencourt, Nuncio Apostólico, y a su equipo, por todo el tiempo y los esfuerzos dedicados a hacer este deseo del Santo Padre, una realidad. Gracias por la gentil atención y, una vez más, sepan de la cercanía espiritual del Santo Padre mientras inauguramos esta Casa en Armenia.

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