LA NATURALEZA TRANSMITE MENSAJES VALIOSOS PARA EL HOMBRE: PALABRAS DEL PAPA A PARTICIPANTES EN CONGRESO SOBRE EL VINO ITALIANO (22/01/2024)

Respeto y humanidad son valores que, del mismo modo que se aplican al uso que se hace de la tierra, son fundamentales para todos los aspectos que conciernen a la dimensión humana, que debe asimilar los valiosos mensajes enviados por la naturaleza. El Santo Padre Francisco se reunió este 22 de enero en la Sala del Consistorio, con los participantes en el Congreso organizado por Vinitaly sobre “La economía de Francisco y el mundo del vino italiano”, a quienes señaló la indispensable necesidad de proteger la Creación dada por Dios al hombre. Compartimos a continuación el texto pronunciado por el Papa, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días:

Les doy la bienvenida, saludo a Mons. Pompili y a cada uno de ustedes. Están aquí en ocasión del Congreso que Vinitaly ha organizado sobre el tema “La economía de Francisco y el mundo del vino italiano”. Por el número de empresas involucradas, calidad de producción e impacto ocupacional, la de ustedes es ciertamente una realidad significativa, tanto en la escena vinícola italiana como internacional, y por ello es importante que se encuentren para reflexionar juntos sobre los aspectos éticos y las responsabilidades morales que todo esto implica, y que en ello tomen inspiración del Poverello de Asís.

Las líneas fundamentales sobre las que han elegido moverse – atención al medio ambiente, al trabajo y a sanos hábitos de consumo –indican una actitud centrada en el respeto, a distintos niveles. Y el respeto, en su trabajo, es ciertamente fundamental: para un producto de calidad, de hecho, no basta con la aplicación de técnicas industriales y lógicas comerciales; la tierra, la vid, los procesos de cultivo, fermentación y maduración requieren constancia, requieren atención y requieren paciencia.

La Sagrada Escritura misma habla de estos temas. Viene a la mente la Carta de Santiago, que dice: «Miren al agricultor, él espera con constancia el precioso fruto de la tierra hasta que haya recibido las primeras y las últimas lluvias» (Sant 5, 7). Y pienso sobre todo en Jesús, el cual, en la última imagen que deja a sus discípulos, habla del Padre como de un agricultor, que cuida de la vid, podándola y haciendo lo necesario para que dé buen fruto (cf. Jn 15, 1-6).

Respeto, constancia, capacidad de podar para dar fruto: son mensajes valiosos para el alma, que se aprenden bien a partir de los ritmos de la naturaleza, de las viñas y la elaboración. Ésta implica una infinidad de capacidades, solo en parte transmisibles de manera técnica, “escolástica”, a menudo en cambio ligadas al hecho de compartir una sabiduría práctica, de vida, a una experiencia específica que hay que adquirir en el campo, de manera aún más prolífica, si se deja involucrar aún más por la dimensión humana de lo que se hace.

Y si el respeto y la humanidad valen para el uso de la tierra, son aún más decisivos en la administración del trabajo, en el cuidado de las personas y el consumo de los productos, para hacer madurar, a nivel de los individuos y de las empresas, esa capacidad de «trascenderse a sí mismos, rompiendo con la conciencia aislada y la auto referencialidad», que «hace posible todo tipo de cuidado por los demás y por el medio ambiente», considerando «el impacto provocado por cualquier acción y cualquier decisión personal fuera de sí mismo» (Carta enc. Laudato si’, 208). De hecho, el «cuidado auténtico de nuestra propia vida y nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, de la justicia y la fidelidad ante los demás» (ibid., 70).

Queridos amigos, el vino, la tierra, la habilidad agrícola y la actividad empresarial son dones de Dios, pero no olvidemos que el creador nos los ha confiado a nosotros, a nuestra sensibilidad y a nuestra honestidad, para que hagamos de ellos, como dice la Escritura, una verdadera fuente de alegría para «el corazón del hombre» (cf. Sal 104, 15), y de todos los hombres, no sólo de aquellos que tienen más posibilidades. Gracias entonces por haber elegido inspirar su actividad en sentimientos de concordia, ayuda a los más débiles y respeto por la creación, siguiendo el ejemplo de Francisco de Asís. En él los bendigo y les deseo, a su estilo, “paz y bien”. Gracias.

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