CRISTIANOS JUNTOS MÁS ALLÁ DE LOS PREJUICIOS PARA CONSTRUIR PUENTES DE AMISTAD: PALABRAS DEL PAPA A COMITÉ PARA LA COLABORACIÓN CON IGLESIAS ORTODOXAS (12/01/2024)

El contacto directo entre las comunidades que siguen a Jesucristo y sirven a la Iglesia ayuda a los fieles ortodoxos, ortodoxos orientales y católicos a proseguir el diálogo y la amistad, superando los obstáculos aún presentes. El Papa Francisco recibió este 12 de enero, en la Sala del Consistorio, a los estudiantes del Comité católico para la colaboración cultural con las Iglesias ortodoxas y ortodoxas orientales, con ocasión del 60 aniversario de la institución, ante quienes exaltó la importancia de la colaboración. Transcribimos a continuación el texto de su mensaje, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días:

Saludo al Cardenal Koch, al Secretario del Dicasterio y a todos ustedes, dándoles la bienvenida. Es hermoso encontrarlos en la inminencia de la Semana de oración por la unidad de los cristianos y al inicio de este año, en el que se celebra el 60º aniversario de la institución del Comité Católico para la Colaboración Cultural.

Con el continuo y generoso apoyo de los benefactores, a quienes deseo expresar profunda gratitud, su comité ofrece a estudiantes provenientes de las Iglesias ortodoxas y ortodoxas orientales la oportunidad de perfeccionar la formación en institutos académicos católicos, para después regresar a sus propias comunidades y poner a disposición las competencias adquiridas. De esta manera desarrollan, en nombre de toda la Iglesia católica, un servicio concreto y desinteresado en favor de las Iglesias hermanas de Oriente, contribuyendo a la preparación de clérigos y laicos que, gracias a sus estudios, podrán servir a la misión del único Cuerpo de Cristo.

Quisiera por ello expresar reconocimiento a quienes están involucrados en este camino de amor por la Iglesia, de manera especial a los responsables del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, bajo cuya dirección el Comité realiza su actividad, y a los Rectores de los Colegios Eclesiásticos que reciben a los estudiantes becarios, por el espíritu de apertura y por el cuidado con el que les acogen y les dan seguimiento.

De tal forma, junto al camino académico, es posible conocer personalmente el itinerario formativo, espiritual y litúrgico de jóvenes estudiantes católicos y sobre todo compartir con ellos la experiencia de la vida comunitaria en los colegios eclesiásticos. Este contacto vivo y directo con comunidades concretas, en las que se experimenta el mismo deseo de seguir al único Maestro, el Señor Jesucristo, y de servir a su Iglesia, ayuda no sólo a los estudiantes ortodoxos y ortodoxos orientales, sino también a los católicos, a superar prejuicios, a derribar barreras y a construir puentes de diálogo y amistad.

Esto es muy importante y me hace pensar en las comunidades de los orígenes, en esos primeros discípulos convertidos después en apóstoles y a quienes refieren nuestras tradiciones. Si los miramos, vemos que eran realmente muy distintos: estaba quien había sido discípulo del Bautista y quien era zelota, quien era pescador y quien era publicano; ¡cuántas diferencias de origen, carácter, afinidad! Sin embargo, es difícil pensar en un grupo más unido. Encontraron su cohesión en Jesús: caminando tras Él caminaron juntos entre ellos. Y cimentando esta unidad en la caridad estuvo el Espíritu Santo, que los envió a todas partes, uniéndolos aún más entre ellos.

Muy queridos todos, también para ustedes el camino es este: caminar juntos detrás de Jesús, animados por el mismo Espíritu. Y es una gran oportunidad que aquí en Roma, mientras estudian, puedan compartir entre ustedes quién es Cristo para ustedes: dónde lo encontraron, de qué manera conquistó sus corazones, como aferró sus vidas, según qué tradiciones lo alaban y lo reconocen como su Señor. Si en la base está el compartir como hermanos esta experiencia, creo que nuestras historias pasadas, contaminadas por errores e incomprensiones, por pecados y estereotipos, pueden ser gradualmente sanadas, siendo comprendidas al interior de una historia mucho más grande, la de la fidelidad de Cristo que «amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella» (Ef 5, 25). Este es mi deseo: que, para alabanza y gloria del Señor, estos años sean, a través de la acogida y el respeto fraterno, la escucha y el compartir, profecía de caridad y germen de unidad, para el bien de todos los cristianos en el mundo y del mundo mismo, que necesita ver florecer nuevas semillas de paz y comunión.

Les agradezco por su visita y les deseo que continúen sus estudios de forma fructífera, sin nunca olvidar la dimensión espiritual y la pastoral, esenciales para la formación. Les bendigo de corazón, les aseguro mi oración y pido la de ustedes por mí. Y los invito, todos juntos, a rezar, cada uno en su propia lengua, la oración que el Señor nos enseñó. “Padre Nuestro...”

Comentarios