LA GUERRA Y LAS ARMAS QUITAN LAS SONRISAS Y EL FUTURO DE LOS NIÑOS: PALABRAS DEL PAPA A LA ASOCIACIÓN “NOLITE TIMERE” (27/01/2024)

Los muros y las divisiones no detienen la caridad, y de ello da testimonio la acción de Nolite Timere Onlus, asociación que se ocupa de adopciones a distancia en Ruanda, a cuyos miembros el Santo Padre recibió en la Sala Clementina, este 27 de enero con ocasión de su 25º aniversario. “En un mundo en el que parecen multiplicarse cada vez más los muros y las divisiones entre las personas y entre los pueblos”, su indicación – dijo el Papa – es que la caridad “no tiene barreras”. Reproducimos a continuación las palabras del Papa, traducidas del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días:

Saludo a todos ustedes que desde Giugliano y desde otras localidades llegaron desde muy temprano al Vaticano para este encuentro. Me enteré de que hubo un accidente y que todavía deben llegar dos autobuses: salúdenlos de mi parte. Les doy la bienvenida en el 25º aniversario de fundación de su Asociación, nacida en beneficio de los niños de la Cité des Jeunes Nazareth en Mbare, en Ruanda, por iniciativa de S.E. Mons. Salvatore Pennacchio – ¡haces muchas cosas! –, entonces Nuncio Apostólico en aquel país, y del llorado párroco don Tommaso Cuciniello. Fue San Juan Pablo II quien patrocinó esta iniciativa, el favor de los numerosos huérfanos provocados por el terrible genocidio que se desencadenó en Ruanda en 1994. ¡Aquel genocidio! Era terrible, terrible. Nunca hay que olvidarlo, para no volver a caer.

Su slogan dice: «¡Regalemos la esperanza de volver a comenzar!». Volver a comenzar. Es muy hermoso, y es hermoso que lo hayan vivido de manera concreta, acogiendo en la Cité a cientos de niños y, con la adopción a distancia, proveyendo los medios para su manutención y formación escolar y religiosa. A propósito, dirijo un gracias también a la Congregación de las Hermanas Bizeramariya y a los sacerdotes de la Diócesis de Kabgayi, a cuyo Obispo dirijo mi saludo.

En el escudo de la Cité está dibujada una canasta de Ruanda, símbolo de solidaridad y de compartir. Y esto nos recuerda, en un mundo en el que parecen multiplicarse cada vez más los muros y las divisiones entre las personas y los pueblos, que la caridad no tiene barreras, como demuestra su historia. A través de la aportación de muchas personas, miembros, voluntarios y benefactores, de hecho, desde hace un cuarto de siglo ustedes trabajan por los niños, con espíritu abierto y amor incondicional, unidos por el deseo común de volver a darles la sonrisa y una esperanza para el futuro. Porque – recordémoslo – la guerra y las armas quitan la sonrisa y el porvenir a los niños, y eso es trágico. Es hermoso en cambio que ustedes se propongan, en la solidaridad, crear ocasiones de amistad, dando vida a relaciones que después duran en el tiempo. Se crea así una red de afectos que se extiende más allá de las circunstancias del momento, superando las diferencias de edad, nacionalidad, cultura y condición social.

Esto nos muestra que ser “voluntarios” es mucho más que prestar un servicio o dar una contribución económica: “es una decisión que nos hace […] abiertos a la necesidad del otro […] – y voluntario está abierto a la necesidad del otro –, artesanos de misericordia: con las manos, con los ojos, con los oídos atentos, con la cercanía» (Video mensaje con la intención de oración para el mes de diciembre 2022).

Queridos hermanos y hermanas, gracias por lo que hacen, gracias. A la Virgen, Reina de la Paz, venerada en la Iglesia de la Anunciación en Giugliano, y a San Julio Mártir, patrono de la ciudad, a quien hoy festejan, encomendamos en conjunto su trabajo. Pidamos para que cesen en el mundo la violencia y los conflictos, a causa de los cuales todavía, por desgracia, muchos niños siguen sufriendo, siguen siendo explotados y muriendo, y hagámonos eco, con fuerza, de las palabras de San Pablo VI: «¡Nunca más la guerra!» (Discurso de las Naciones Unidas, 4 de octubre 1965). ¡Nunca más!

Los bendigo, junto con sus seres queridos y les pido, por favor, no olvidarse de orar por mí. Gracias.

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