LA CREATIVIDAD NOS INVITA A ESCAPAR DE LA DEPENDENCIA A LO VIRTUAL: PALABRAS DEL PAPA A PARTICIPANTES EN ENCUENTRO DE JÓVENES PROFESIONISTAS (12/01/2024)

Este 12 de enero, el Santo Padre recibió en audiencia, en la Sala Clementina, a los participantes en el Encuentro de la Asociación de Jóvenes Profesionistas del Instituto Toniolo. A ellos, el Pontífice los animó a tener iniciativas y ser creativos, porque “la creación nos invita a ser a nuestra vez creadores de armonía y belleza; escapar de la dependencia a lo virtual, del mundo hipnótico de las redes sociales que anestesia el alma, para ofrecer a los demás algo nuevo y hermoso”. Reproducimos a continuación el texto del Santo Padre, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos:

La colaboración del Instituto Toniolo con los Dicasterios de la Curia y con las Representaciones Pontificias comprometidas en el ámbito de las Naciones Unidas ha llegado ya al décimo año, y es muy valiosa. Gracias, entonces, por su servicio y compromiso, y gracias a todos aquellos que lo promueven y apoyan; sé que recientemente también la Fundación Arvedi participa en este proyecto de fundamental importancia, permitiendo aumentar el número de becarios. ¡Gracias!

Es hermoso que cada uno de ustedes pueda experimentar el contacto con el ministerio petrino, a través del trabajo con las instituciones internacionales y madurando una experiencia de fe vivida, de vida cristiana que se enfrenta con los desafíos actuales del mundo. Pero su presencia hace mucho bien también a nuestras instituciones, a las cuales llevan un aire de novedad, la capacidad de soñar, el deseo de mirar lejos.

Hoy, en cambio, parece difundirse lo que algunos llaman “pensamiento breve”: un pensamiento hecho de pocos caracteres, que se quema rápidamente; un pensamiento que no mira a lo alto y hacia delante, sino solamente aquí y ahora, fruto de las necesidades del momento; un pensamiento que no mira a la historia, que no tiene una herencia histórica en sí mismo; un pensamiento que se mueve por instinto y se mide por instantes; que, hecho de emociones y comprimido en pocas palabras, parece sustituir el pensamiento ya “débil” del post-modernismo. Y ese es el drama del post-modernismo: el pensamiento débil. Ante la complejidad de la vida y el mundo, este pensamiento “breve” lleva a generalizar y a criticar, a simplificar y a maquillar la realidad, en la búsqueda de los propios intereses inmediatos en lugar del bien de los demás y del futuro de todos. Me preocupo cuando escucho de jóvenes atrincherados detrás de una pantalla, con los ojos que reflejan luces artificiales en lugar de hacer brillar su creatividad. Sí, porque ser joven jóvenes no es pensar que se tiene el mundo en la mano, sino ensuciarse las manos por el mundo; es tener en frente una vida que gastar, no que conservar o archivar.

Los veo y creo que su pasión y compromiso son antídotos al pensamiento breve; porque ustedes, contra la tentación de adecuarse a las cosas que ocurren, tienen el ánimo de cultivar una mirada alta, que busca las estrellas, no el polvo. Es la verdadera mirada de los jóvenes. Pero muchos de ellos parecen, permítanme la expresión, “exprimidos”: hechos objeto de rendimientos cada vez más exigentes, corren el riesgo de ver cómo se seca el jugo de la vida, ese soñar inquieto que pide liberarse en sus corazones. Soñar inquieto. Les pregunto – pero no respondan en voz alta –: ¿ustedes sueñan? ¿Tienen inquietudes en su pensamiento, en su corazón? ¿Son inquietos o son jóvenes ya “en retiro”? No lo olviden: soñar inquieto. Es triste ver a jóvenes abúlicos y anestesiados, tirados sobre sillones en lugar de comprometidos en la escuela y en la calle, replegados sobre su pantalla en lugar de en un libro o con un hermano necesitado. Es triste. Jóvenes profesionistas por fuera y gastados por dentro, que exprimidos por el deber se refugian en la búsqueda del placer. Todos necesitamos de la creatividad y del impulso que solo ustedes los jóvenes pueden darnos – en sus manos están la creatividad y el impulso –, de su sed de verdad, de su grito de paz, de su intuición sobre el futuro, de sus sonrisas esperanzadas. Necesitamos estas cosas. Quisiera decirles: lleven esto a donde trabajan, poniéndose en juegos sin miedo. Porque los jóvenes son las palancas que renuevan los sistemas, no los engranes que deben mantenerlos con vida.

Entonces no retengan el bien que son, no tengan temor de arriesgar, por favor, arriesguen, ¿si ustedes no arriesgan quién lo hará? Porque es volviéndose don que se descubrirán como dones, dones únicos y valiosos. En el contexto occidental se vive circundados por dones y regalos, por muchas cosas a menudo inútiles, inmersos en productos hechos por el hombre que hacen perder el asombro por la belleza que nos rodea. Piensen un poco: ¿he perdido la capacidad de asombrarme? El asombro... Cuando un joven pierde la capacidad de asombrarse, ya está en retiro. La creación invita sobre todo a ser nosotros mismos creadores de armonía y de belleza; a salir de la dependencia de lo virtual, del mundo hipnótico de las redes sociales que anestesia el alma, para ofrecer a los demás algo nuevo y hermoso. Una búsqueda que los apasiona, una oración hecha con el corazón, una investigación que los estremece, una página que entregan a los demás, un sueño por realizar, un gesto de amor para quien no tiene nada que dar a cambio... Eso es crear, eso es asimilar el estilo con el que Dios ha hecho el mundo, el estilo de la gratuidad, que hace salir de la lógica del “hago para tener” y “trabajo para ganar”. Creativos para abrir destellos de novedad en un mundo que se conforme con ganancias. Así serán revolucionarios.

La vida pide ser entregada, no administrada. En esto puede ayudarles el testimonio del Beato Giuseppe Toniolo, que tomaba la belleza de la vida de fe y se enfrentaba sin miedo con los problemas de su tiempo para dar un rostro humano a la economía. Es hermoso que también ustedes se dejen interrogar por la realidad, redescubriendo y repensando la fe para extraer riquezas inéditas para un futuro mejor.

Quisiera concretar estas ideas en torno a un tema urgente, el de la paz. Una mirada en la actualidad hace parecer lejana esa aspiración al bien, a la concordia, a la coexistencia pacífica entre los pueblos de los cuales la actividad diplomática siempre ha sido vehículo. Sin embargo, tanta diplomacia parece haber olvidado su naturaleza de recurso llamado a llenar el foso cada vez más profundo de las relaciones entre las naciones. Se le ve perseguir los hechos sin esa fuerza preventiva, ese soñar-dialogar-arriesgar por la paz que evita el recurso a las armas. Y así las guerras son el fruto de relaciones de fuerza prolongadas, sin un inicio preciso y sin un final cierto. ¿Dónde están las hazañas audaces, las visiones ardientes? ¿Dónde están? Esta política –digámoslo así –de la destrucción, la de la guerra con responsivos hagámonos la pregunta: ¿dónde están las hazañas audaces, las visiones ardientes? ¿Y de quién pueden venir, sino de corazones jóvenes e impávidos, que acogen el bien dentro de sí mismos y empuñan el Evangelio como es, para escribir páginas nuevas de fraternidad y esperanza? Este es su oficio, su vocación.

¿Cuántos otros aspectos, como la economía, la lucha contra el hambre, contra la producción y el comercio de armas – eso es terrible – la cuestión climática, la comunicación, el mundo del trabajo y tantos otros necesitan renovación y creatividad? Les encomiendo a estos sueños de anciano que se entusiasma al ver sus rostros jóvenes; y pienso en cuanto más se entusiasma al mirarlos Jesús, Él que tiene siempre el corazón joven y que llamó a jóvenes a seguirlo. En Él les renuevo el gracias por su servicio y los bendigo. Y les pido, por favor, orar por mí, ¡a favor, no en contra! Gracias.

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