AYUDAR A LOS NECESITADOS ES MÁS QUE FILANTROPÍA, ES DAR DIGNIDAD: PALABRAS DEL PAPA A ORGANIZACIONES ITALIANAS DE VOLUNTARIADO (05/01/2024)

En vísperas de la Epifanía, el Papa Francisco recibió este 5 de enero en el Aula Pablo VI del Vaticano a unas 3,500 personas comprometidas, desde hace 50 años, en la Cooperativa Unicoop Firenze, y desde hace más de diez, en la Fundación “Il Cuore si scioglie” (El Corazón se derrite), en la ayuda a los más necesitados. La ocasión sirvió para reiterar que la ayuda material, aunque útil, no puede separarse de la cercanía para fomentar relaciones humanas integrales en beneficio de toda la sociedad. Compartimos a continuación, las palabras del Papa, traducidas del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡bienvenidos!

Saludo a la Presidente y a todos ustedes. Estoy contento de encontrarlos, tan numerosos, en la vigilia de la Epifanía. Esta Fiesta, como todo el tiempo de Navidad, nos llama a celebrar el misterio de la Encarnación del Señor: en el Niño Jesús vemos cómo Dios se ha acercado a nosotros en nuestra pobreza (cf. Flp 2, 6-7), señalándonosla como vía privilegiada para encontrarlo. Y este contexto espiritual es también significativo para su compromiso, que desde hace 50 años, como Cooperativa, y desde hace más de diez, como Fundación, está dirigido a las personas más necesitadas, en diversos ámbitos de servicio: desde la indigencia económica a la necesidad de cultura, desde la soledad a la necesidad de formación, utilizando, además de los habituales medios de ayuda económica y alimentaria, muchos otros instrumentos, como el excursionismo, la literatura, el arte y la música. Gracias, gracias por esto.

Unicoop Florencia nació – cito el Estatuto – para «salvaguardar los intereses de los consumidores, su salud y seguridad también aumentando y mejorando su información y educación» (n. 2). De esta manera, en 2010 dio vida a la Fundación “Il cuore si scioglie (El corazón se derrite)”, pensada para impulsar a las personas a hacer algo por los demás: podríamos decir, utilizando una expresión bíblica, para favorecer la formación de “corazones de carne” en lugar de “corazones de piedra” (cf. Ez 36, 36). Y esto es algo muy hermoso: el corazón es una fuente de conocimiento. Alguien me dirá: “Pero no, Padre, nosotros conocemos con la mente, con el intelecto”. Eso, por sí solo, es un conocimiento incompleto. Sin el corazón no hay conocimiento humano. Para conocer, hay que conocer con la mente, con el corazón y luego hacer con las manos. No olviden los tres lenguajes: que la mente esté unida al corazón y a las manos, que el corazón esté unido a las manos, para hacer y a la mente; y que las manos estén al servicio del corazón y de la mente. No olviden esto, en su actuar.

Y quisiera detenerme precisamente un momento a reflexionar con ustedes sobre el valor de este camino. En efecto, al considerar desde el principio la protección del consumidor por encima de su aspecto meramente comercial, ustedes han llegado a captar una dimensión humana fundamental: la de ayudar a cada uno a hacer algo por los demás, es decir, a vivir la caridad, el amor activo (cf. Carta Enc. Fratelli tutti, 87). De este modo recuerdan que salvaguardar el bien de la persona significa no sólo ocuparse de algunos de sus intereses sectoriales, sino promover su plena realización y dignidad. Y a este nivel, el encuentro entre quienes tienen mayores posibilidades y quienes en cambio están en la indigencia, lejos de reducirse a mera filantropía, constituye siempre la oportunidad providencial para un enriquecimiento recíproco. Proponen así un modelo de protección que une a los individuos no tanto “contra” la amenaza de un adversario común, sino “para” la construcción de relaciones virtuosas de apoyo mutuo (cf. ibid., 215). Y todo esto lo hacen con mucha creatividad, como ocurre cuando se trabaja juntos animados por un sueño común.

Estar cerca de las personas a las que ayudamos, estar cerca. Cuando estoy en las confesiones, a veces pregunto a la gente: “¿Usted da limosna, ayuda?” – “Sí, sí” – "Y dígame, cuando usted da limosna, ¿mira a los ojos de la persona, le toca la mano, o le tira el dinero ahí?”. Tocar, tocar la indigencia, tocar, un corazón que toca; mirar y comprender. No olviden esto.

Queridos amigos, gracias por lo que hacen, en Italia y en el extranjero; en particular, en este momento dramático, en apoyo de la martirizada Ucrania: ¡Es terrible lo que pasa allí! Gracias por su colaboración con el Dicasterio para el Servicio de la Caridad, cuyas actividades apoyan desde hace tiempo. Sigan apuntando, en su trabajo, al desarrollo integral de la persona, al crecimiento comunitario en la puesta en común de recursos y capacidades, a la inclusión valorando lo que cada uno aporta de suyo, para el bien de todos. Los bendigo y les deseo lo mejor para el año que acaba de comenzar. Y, por favor, no se olviden de orar por mí, ¡orar a favor, no en contra! Gracias.

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