ESTÉN EN CONTACTO CON LA GENTE Y DEN RESPUESTAS A LOS RETOS DIGITALES: PALABRAS DE LEÓN XIV A TEÓLOGOS (13/9/2025)

El Papa León XIV recibió en la Sala Clementina la mañana de este 13 de septiembre a los aproximadamente 130 participantes en el seminario sobre «Creación, naturaleza, medio ambiente para un mundo de paz», organizado por la Pontificia Academia de Teología, y les exhorta a continuar el camino de pensamiento trazado por san Agustín, Santo Tomás y el Beato Rosmini, y a cultivar una «teología encarnada», cercana a los «dolores y alegrías» del hombre. Publicamos a continuación el texto de su intervención, traducido del italiano:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
La paz esté con ustedes.

Eminencia, excelencias, ilustres académicos:

Me alegra recibir a la Pontificia Academia de Teología al final del seminario internacional que han realizado en el Vaticano con el tema Creación, Naturaleza, Medio Ambiente para un mundo de paz.

Han reflexionado sobre temas de urgente actualidad, que son muy importantes para mí, como también para mis predecesores San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco: la sustentabilidad ambiental y el cuidado de la creación son, de hecho, compromisos irrenunciables para la supervivencia del género humano y tienen un reflejo inmediato en la organización de nuestras sociedades y en la posibilidad de una convivencia humana pacífica y solidaria.

Al mismo tiempo, cualquier esfuerzo para mejorar las condiciones ambientales y sociales de nuestro mundo requiere el compromiso de todos, cada uno por su parte, en una actitud de solidaridad y colaboración que supere barreras y límites regionales, nacionales, culturales y también religiosos. El horizonte intercultural e interreligioso que dieron a su Seminario es prometedor para posteriores y cada vez más intensos intercambios, para iniciativas incisivas y fecundas. Eso le corresponde al perfil renovado de la Academia de Teología deseado por el Papa Francisco, que dio una nueva configuración a esta Institución plurisecular de la Santa Sede.

Teniendo como brújula la Carta apostólica Ad theologiam promovendam que, hace poco menos de dos años, acompañó la promulgación de los nuevos Estatutos y las líneas programáticas, quisiera tenerme en particular en el impulso misionero y de diálogo de la empresa teológica por venir.

La Teología es, ciertamente, una dimensión constitutiva de la acción misionera y evangelizadora de la Iglesia: ésta tiene sus raíces en el Evangelio y su fin último en la comunión con Dios, qué es el objetivo del anuncio cristiano. Precisamente porque está dirigida a todos los hombres de todos los tiempos, la obra de evangelización es constantemente interpelada por contextos culturales y requiere una teología “en salida”, que une el rigor científico a la pasión por la historia; una teología, por ello, encarnada, empapada de los dolores, las alegrías, las expectativas y esperanzas de la humanidad, de las mujeres y hombres de nuestro tiempo.

La síntesis entre estos distintos aspectos puede ser ofrecida por una teología sapiencial, sobre el modelo de aquella elaborada por los grandes Padres y Maestros de la antigüedad, que, dóciles al Espíritu, supieron conjugar fe y razón, reflexión, oración y praxis. Significativo, en tal sentido, es el ejemplo siempre actual de San Agustín, cuya teología nunca fue una búsqueda puramente abstracta sino siempre fruto de la experiencia de Dios y de la relación vital con Él. Una experiencia iniciada ya desde antes del Bautismo, cuando él se sintió guiado en lo íntimo de su corazón por una luz inefable (cf. Confesiones, VII, 10), y después continuada a lo largo del camino de su vida, también a través de una revolución teológica encarnada y capaz de responder a las exigencias espirituales, doctrinales, pastorales y sociales de su tiempo.

Si Agustín inició este camino con una impronta existencial y afectiva, partiendo de la interioridad y reconociendo la “Verdad que habita dentro de nosotros”, Santo Tomás de Aquino los sistematizó con los instrumentos de la razón aristotélica, construyendo un sólido puente entre la fe cristiana y la ciencia de todos, entendiendo la teología como una sapida scientia, ossia sapientia. Esto nos refiere a otro gran pensador más reciente, el Beato Antonio Rosmini, quien «consideraba a la teología una expresión sublime de caridad intelectual, mientras pedía que la razón crítica de todos los saberes se orientara a la Idea de Sabiduría». [1]

La teología es, por tanto, esta sabiduría que abre horizontes existenciales más grandes, dialogando con las ciencias, la filosofía, el arte y toda la experiencia humana. El teólogo o la teóloga es una persona que vive, en su propio hacer teología, el ansia misionera de comunicar a todos el “saber” y el “sabor” de la fe, para que pueda iluminar la existencia, rescatar a los débiles y los excluidos, tocar y curar la carne sufriente de los pobres, ayudarnos a construir un mundo fraterno y solidario y conducirnos al encuentro con Dios.

Testimonio significativo del saber de la fe al servicio del hombre, en todas sus dimensiones – personales, sociales y políticas – es la Doctrina social de la Iglesia, llamada hoy a dar respuestas sabias también a los desafíos digitales. La teología es directamente interpelada por ello, porque no basta con un enfoque exclusivamente ético al complejo mundo de la inteligencia artificial; es necesario en cambio, referirse a una visión antropológica que fundamente el actuar ético y, por tanto, volver a la pregunta de siempre: ¿quién es el hombre, cuál es su dignidad infinita, irreductible a cualquier androide digital?

Los invito, por tanto, a cultivar una teología fundada en el encuentro personal y transformador con Cristo y tendiente a encarnarse en las vivencias concretas de la humanidad actual. Los animo a dialogar, además que con la Filosofía, también con la Física, la Biología, las Ciencias Económicas, las Jurídicas, la Literatura, la Música, para enriquecerse y enriquecer, para llevar la levadura buena del Evangelio a las diferentes culturas, en el encuentro con creyentes de otros credos religiosos y con los no creyentes. Para este diálogo ad extra se necesita, como lo saben, el diálogo ad intra, es decir entre los teólogos, en la conciencia de que el rostro de Dios puede buscarse solo caminando juntos. Deseo por ello que la Academia se convierta en lugar de encuentro y de amistad entre los teólogos, lugar de comunión y para compartir en el cual poder caminar juntos hacia Cristo.

Con este deseo, quiero animar y bendecir los tres “rostros” De la Academia delineados por los nuevos Estatutos: el rostro académico-científico donde se ejercita el rigor intelectual, la investigación y el estudio crítico de la fe; el rostro sapiencial, que representa el momento de la contemplación y el discernimiento e involucra a mucha gente común a través de los “cenáculos teológicos”, en donde la teología se convierte en oración, escucha y momentos compartidos, ayuda a superar las falsas imágenes de Dios y alimenta la vida espiritual; y, finalmente, el rostro solidario, impulsado a inspirar y animar gestos concretos de caridad. El verdadero conocimiento de Dios, de hecho, se hace concreto en una vida transformada por el amor.

Muy queridos todos, les agradezco por su compromiso y les deseo que desarrollen y encarnen esta teología sapiencial, al servicio de la Iglesia y del mundo. Que los acompañe y los sostenga mi Bendición.

Gracias.


[1] Carta. ap. en forma de Motu proprio Ad theologiam promovendam (1º novembre 2023), 7.

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