CUIDADO, DON Y CONFIANZA PARA UNA ECONOMÍA QUE EXPANDE LA VIDA: PALABRAS DE LEÓN XIV A PARTICIPANTES DEL ENCUENTRO MUNDIAL SOBRE LA FRATERNIDAD HUMANA (12/09/2025)
Buenos días a todos y bienvenidos.
Queridos hermanos y hermanas, la paz esté con ustedes.
Les doy la bienvenida y les agradezco por estar aquí, provenientes de muchas partes del mundo, para la tercera edición del World Meeting on Human Fraternity organizado por la Basílica de San Pedro, por la Fundación Fratelli tutti, la Asociación Be Human y la Fundación Saint Peter for Humanity.
El planeta está marcado por conflictos y divisiones y con mayor razón están unidos por un fuerte y valiente “no” a la guerra y por el “sí” a la paz y la fraternidad. Como nos enseñó el Papa Francisco, de hecho, la guerra no es el camino correcto para salir de los conflictos. «Soportar el conflicto, resolverlo y transformarlo en un anhelo de relación de un nuevo proceso» (Evangelii gaudium, 227) es el camino más sabio, el camino de los fuertes. Su presencia da testimonio de dicha sabiduría, que une a las culturas y las religiones, esa fuerza silenciosa que nos hace reconocer como hermanos y hermanas, a pesar de todas nuestras diferencias.
Según el relato bíblico, la primera relación fraterna, esa entre Caín y Abel, fue de inmediato dramáticamente conflictiva. Sin embargo, aquel primer homicidio no debe inducirnos a concluir: “siempre ha sido así”. Por antigua o difundida que sea, la violencia de Caín no puede tolerarse como “normal”. Al contrario, la norma resuena en la pregunta divina dirigida al culpable: «¿dónde está tu hermano?» (Gen 4, 9). Está en esta pregunta nuestra vocación, la regla, el canon de la justicia. Dios no se venga de Abel con Caín, sino que le plantea una pregunta que acompaña todo el camino de la historia.
Hoy más que nunca, debemos hacer nuestra esta pregunta como principio de reconciliación. Una vez internalizada, resonará de esta forma: “Hermano, hermana, ¿dónde estás?”. ¿Dónde estás en el “negocio” de la guerra que destroza las vidas de los jóvenes forzados a tomar las armas; a atacar civiles indefensos, a niños mujeres y ancianos; a devastar ciudades, campos y ecosistemas enteros, dejando solo escombros y dolor a su paso? Hermano, hermana ¿dónde estás entre los migrantes que son despreciados, encarcelados y rechazados, entre los que buscan salvación y esperanza, pero solo encuentran muros e indiferencia? ¿Dónde estás, hermano, hermana, cuando los pobres son culpados por su pobreza, olvidados y descartados, en un mundo que valora las ganancias más que a la gente? Hermano, hermana ¿dónde estás en una vida hiper conectada donde la soledad corroe los vínculos sociales y nos hace extraños incluso para nosotros mismos?
La respuesta no puede ser el silencio. Ustedes son la respuesta, con su presencia, su compromiso y su valentía. La respuesta es elegir una dirección distinta de vida, crecimiento y desarrollo.
Reconocer que el otro es un hermano o hermana significa liberarnos de la pretensión de creer que somos individuos aislados o de la lógica de formar relaciones sólo para nuestro interés. No es el propio interés lo que nos hace entrar en relación. Las grandes tradiciones espirituales y la maduración del pensamiento crítico nos permiten ir más allá de los vínculos de sangre o étnicos, más allá de esos parentescos que reconocen solamente a los que son semejantes y rechazan a los que son diferentes. Es interesante que en la Biblia, como lo revela la exégesis científica, son los textos más recientes y maduros los que narran una fraternidad que trasciende las fronteras étnicas del pueblo de Dios y está fundada en una humanidad común. Las historias de la creación y las genealogías testifican que todos los pueblos, incluso los enemigos, tienen el mismo origen, y la Tierra, con sus bienes, es para todos, no sólo para algunos.
En el corazón de la Encíclica Fratelli tutti, leemos: «La amistad social y la fraternidad universal llaman necesariamente a un reconocimiento del valor de cada persona humana siempre y en todo lugar» (n. 106).
La fraternidad es el nombre más auténtico para la cercanía. Significa redescubrir el rostro del otro. Para los creyentes, ahí reconocen el misterio: la verdadera imagen de Dios en el rostro de los pobres, los refugiados e incluso los adversarios.
Queridos amigos, los exhorto a identificar caminos, locales e internacionales, que desarrollen nuevas formas de caridad social, de alianzas entre saberes y de solidaridad entre las generaciones. Que sean caminos populares, que incluyen también a los pobres, no como destinatarios de ayuda, sino como sujetos de discernimiento y de palabra. Los animo a continuar en este trabajo de siembra silenciosa. De ella pueden hacer un proceso participativo sobre el ser humano y sobre la fraternidad, que no se limite a enlistar los derechos, sino que incluye también acciones y motivaciones concretas que nos ofrecen distintos en la vida de todos los días. Necesitamos de una extensa “alianza del ser humano”, fundada no en el poder, sino en el cuidado; no en las ganancias, sino en el don; no en la sospecha, sino en la confianza. El cuidado, el don, la confianza no son virtudes para el tiempo libre: son pilares de una economía que no mata, sino que intensifica y expande la participación en la vida.
Deseo agradecer a los artistas que, con su creatividad, lanzarán este mensaje al mundo, desde el magnífico abrazo de la columnata de Bernini. Un agradecimiento especial lo dirijo a los ilustres Premios Nobel presentes, tanto por haber redactado la Declaración sobre la fraternidad humana del 10 de junio del 2023, como por el testimonio que dan en los consensos internacionales.
Sigan haciendo crecer la espiritualidad de la fraternidad a través de la cultura, las relaciones de trabajo, la acción diplomática. Lleven siempre en el corazón las palabras de Jesús en el Evangelio de Juan: «les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Como yo los he amado, así ámense también ustedes unos a otros». (13, 34-35). Que mi bendición los acompañe y los sostenga.
Muchas gracias. Concluiré con la bendición del Señor. Pedimos por todos ustedes, por su compromiso es la promoción de la unidad la hermandad y la sororidad a través de nuestro mundo.
Que Dios los bendiga a todos. Gracias por su compromiso con la paz y la unidad. Gracias.
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