PIDAMOS A MARÍA PARA QUE EL MUNDO SEA PRESERVADO DE LA GUERRA ATÓMICA: PALABRAS DEL PAPA A LA SESIÓN PLENARIA DE LA PONTIFICIA ACADEMIA DE LAS CIENCIAS (10/09/2022)

En su discurso de este 10 de septiembre por la mañana a los participantes en la Sesión Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias, el Pontífice recordó que San Juan Pablo II dio gracias a Dios porque, por intercesión de la Virgen, el planeta no ha conocido el horror del conflicto nuclear. “Por desgracia, debemos seguir orando por este peligro” dijo el Santo Padre. Que los científicos, añadió el Papa Francisco en la Sala Clementina, formen una fuerza por la paz. Compartimos a continuación, el texto de su discurso, traducido del italiano:

Señor Cardenal, queridos hermanos Obispos, ilustres señoras y señores:

Les doy la bienvenida en ocasión de la Sesión Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias. Agradezco al Presidente, Prof. Joachim von Braun, por sus corteses palabras. Expreso mi gratitud a Mons. Marcelo Sánchez Sorondo, que mucho ha trabajado como Canciller al servicio de esta Academia y de la de Ciencias Sociales. Que el Señor le recompense y lo llene de bendiciones; y nosotros le formulamos los mejores deseos por su 80º cumpleaños y por un feliz tiempo de retiro. Y que deje gobernar a los demás. ¡Adelante, con valentía! Y damos la bienvenida al nuevo canciller, el Card. Peter Turkson: ¡gracias por haber aceptado, Eminencia!

El tema de su Sesión Plenaria es “La ciencia básica para el desarrollo humano, la paz y la salud planetaria”. Una perspectiva que tiene presentes las cuestiones-clave que la humanidad enfrenta en este momento de la historia.

Pero, en primer lugar, quisiera responder a una pregunta que no pocos se plantean: ¿Por qué los Papas, a partir de 1603, han querido tener una Academia de las Ciencias? Ninguna otra institución religiosa que conozca posee una Academia de este tipo, y muchos líderes religiosos se han interesado por crear algo similar. Dejando a otros las reconstrucciones históricas, me gusta interpretar hoy esta opción en el horizonte del amor y el cuidado por la casa común en que Dios nos ha colocado para vivir. La Iglesia comparte y promueve la pasión por la investigación científica como expresión del amor por la verdad, el conocimiento del mundo, el macrocosmos y el microcosmos, de la vida en la estupenda sinfonía de sus formas. Santo Tomás afirma que «el fin de todo el universo es la verdad» (Summa c.G., I, 1). Nosotros formamos parte de este universo, y lo hacemos con una responsabilidad única, que nos viene del hecho de que ante la realidad somos capaces de maravillarnos y preguntarnos “¿por qué?”. Por tanto, en la base está esta actitud contemplativa; y, complementaria a ella, está la tarea de custodiar la creación. En esta perspectiva, queridos amigos, se coloca también el tema de esta su Sesión Plenaria.

Mirando los años recientes, recuerdo con gratitud las declaraciones de la PAS ante distintas emergencias, ya sea por la crisis alimentaria y la lucha contra el hambre – en colaboración con la Food Summit de las Naciones Unidas –, o por la salud de los océanos y mares, o para reforzar la resiliencia de los pobres en caso de un shock climático. Hace una importante también el esfuerzo por ayudar a reconstruir barrios pobres de manera sustentable aplicando la bioeconomía; como también la acción orientada a la equidad para enfrentar los problemas de salud causados por la pandemia de COVID. No menos relevante es el trabajo para la institución de un estándar internacional sobre la donación y el trasplante de órganos en la lucha contra la trata de seres humanos; y también para la promoción de una nueva ciencia de rehabilitación médica a favor de los ancianos y los pobres. Además, aprecio particularmente el esfuerzo por involucrar a la ciencia y la política en la prevención de la guerra nuclear y los crímenes bélicos contra la población civil. Me alegro con todos aquellos que han participado activamente, sobre todo con usted, Profesor Von Braun, por la sabiduría y la dedicación con la que ha traído novedad a la vida de la Academia. Ha tomado los desafíos actuales como específicas oportunidades científicas, para afrontarlos trabajando con científicos que puedan contribuir a resolver los problemas.

En esta Sesión Plenaria, subrayan la “ciencia básica”, que nos ofrece muchos nuevos conocimientos sobre la Tierra, el universo y el lugar del ser humano en todo ello. Me alegro porque mantienen el objetivo de relacionar la ciencia básica con las soluciones de los desafíos actuales; relacionar la astronomía, la física, las matemáticas, la bioquímica, las ciencias del clima con la filosofía, al servicio del desarrollo humano, de la paz y la salud del planeta. Este enfoque de conexión es muy importante porque, de igual forma que las conquistas de las ciencias aumentan nuestro asombro por la belleza y la complejidad de la naturaleza, se advierte cada vez más la necesidad de estudios interdisciplinarios, ligados a la reflexión filosófica, que lleven a nuevas síntesis. Esta visión interdisciplinaria, si toma en cuenta también a la Revelación y la Teología, puede contribuir a dar respuestas a las preguntas últimas de la humanidad, que se plantean también desde las nuevas generaciones, a veces desorientadas.

En efecto, las conquistas científicas de este siglo deben estar siempre orientadas desde las exigencias de la fraternidad, la justicia y la paz, contribuyendo a resolver los grandes desafíos que la humanidad y su hábitat están enfrentando. También en este sentido la Pontificia Academia de las Ciencias es única en su estructura, en su composición y sus objetivos, siempre dirigidos a participar los beneficios de la ciencia y la tecnología al mayor número de personas, sobre todo a los más necesitados y desfavorecidos; y así busca también la liberación de distintas formas de esclavitud, como el trabajo forzado, la prostitución y el tráfico de órganos. Estos crímenes contra la humanidad, que se mueven a la par con la pobreza, ocurren también en países desarrollados, en nuestras ciudades. ¡El cuerpo humano nunca puede ser, ni en parte ni en su totalidad, objeto de comercio! Me alegra que la PAS esté activamente comprometida en apoyar estos objetivos y quisiera que siguiera haciéndolo con una intensidad de acuerdo con la creciente necesidad.

En breve, los resultados positivos de la ciencia en este siglo XXI dependerán, en gran medida, de la capacidad de los científicos para buscar la verdad y aplicar los descubrimientos de una manera que vaya de la mano con la búsqueda de aquello que es justo, noble, bueno y bello. Espero con interés los resultados de sus trabajos; serán también importantes para las instituciones educativas y las jóvenes generaciones.

Queridos miembros de la Academia, en este momento de la historia, les pido promover el conocimiento que tiene como objetivo construir la paz. Después de las dos trágicas guerras mundiales, parecía que el mundo hubiera aprendido a encaminarse progresivamente hacia el respeto de los derechos humanos, del derecho internacional y las distintas formas de cooperación. Pero desafortunadamente la historia muestra signos de regresión. No solo se intensifican conflictos anacrónicos, sino que surgen de nuevo nacionalismos cerrados, exasperados y agresivos (cf. Enc. Fratelli tutti, 11), y también nuevas guerras de dominio, que afectan a civiles, ancianos, niños y enfermos, y provocan destrucción por todos lados. Los numerosos conflictos armados que están en curso preocupan seriamente. He dicho que era una tercera guerra mundial “a pedazos”; hoy quizá podríamos decir “total”, y los riesgos para las personas y el planeta son cada vez mayores. San Juan Pablo II agradeció a Dios porque, por intercesión de María, el mundo había sido preservado de la guerra atómica. Desafortunadamente debemos seguir orando por este peligro, que ya desde hace tiempo debería haber sido conjurado.

Es necesario movilizar todos los conocimientos basados en la ciencia y la experiencia para superar la miseria, la pobreza, las nuevas esclavitudes y evitar las guerras. Rechazando algunas investigaciones, inevitablemente destinadas, en circunstancias históricas concretas, a fines de muerte, los científicos de todo El Mundo pueden unirse en una común disponibilidad a desarmar la ciencia y formar una fuerza para la paz. En el nombre de Dios, que ha creado a todos los seres humanos para un destino común de felicidad, estamos llamados hoy a dar testimonio de nuestra esencia fraterna de libertad, justicia, diálogo, encuentro recíproco, amor y paz con evitando alimentar el odio, resentimiento, división, violencia y guerra. En el nombre de Dios que nos ha dado el planeta para salvaguardarlo y desarrollarlo, hoy estamos llamados a la conversión ecológica para salvar la casa común y nuestra vida junto a la de las generaciones futuras, en lugar de aumentar las desigualdades, la explotación y la destrucción.

Queridos Académicos, queridos amigos, los animo a seguir trabajando por la verdad, la libertad y el diálogo, la justicia y la paz. Hoy más que nunca la Iglesia católica es aliada de los científicos que siguen esta inspiración, y lo es también gracias a ustedes. Les aseguro mi oración y, respetando sus convicciones, invoco sobre cada uno la bendición de Dios. Y también ustedes, por favor, en la manera que les sea propio, oren por mí. Gracias.

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