EL DEPORTE ES UN FORMIDABLE ALIADO PARA CONSTRUIR LA PAZ: PALABRAS DEL PAPA A PARTICIPANTES EN UNA CUMBRE INTERNACIONAL SOBRE EL DEPORTE (30/09/2022)

La tarde de este 30 de septiembre, el Santo Padre Francisco recibió en audiencia en el Aula Pablo VI del Vaticano, a los participantes en la Cumbre Internacional “Deporte para todos. Cohesivo, accesible y adaptado a cada persona”. A los presentes, el Pontífice les recordó que, “si el mundo del deporte transmite unidad y cohesión, puede convertirse en un formidable aliado para construir la paz”. Compartimos a continuación el texto completo de su intervención, traducido del italiano:

Señores Cardenales, gentiles señoras y señores, buenas tardes:

Me alegra encontrarles y doy la bienvenida a todos ustedes, dirigentes deportivos y autoridades que participan en esta Cumbre Internacional sobre el Deporte. Saludo al Card. Kevin Farrell – agradeciéndole por las palabras de introducción –, al Card. José Tolentino de Mendonça y al Card. Ravasi, que es un pionero de la cultura, también de la cultura deportiva.

Han venido de muchas partes del mundo, en representación de las más variadas organizaciones deportivas y de instituciones civiles y religiosas. Los anima una noble motivación: la de comprometerse en la promoción de un deporte que sea para todos, que sea “cohesivo”, “accesible” y “adaptado a cada persona”. Un gran compromiso, sin duda, un desafío que nadie es capaz de sacar adelante por sí mismo. Pero ustedes saben bien que para alcanzar objetivos altos, arduos y difíciles – altius, citius, fortius – es necesario jugar en equipo, es necesario estar juntos, communiter. Altius, citius, fortius – communiter.

La Iglesia está cerca del deporte, porque cree en el juegos y la actividad deportiva como lugar de encuentro entre las personas, de formación para los valores y de fraternidad. Por eso el deporte es de casa en la Iglesia, especialmente en las escuelas y los oratorios o centros juveniles.

Cuando el deporte se practica poniendo en el centro a las personas y valorando el placer de jugar juntos, hace crecer en cada uno un sentido de participación, de compartir, hace que uno se sienta parte de un grupo. De hecho me agrada recordar a los atletas, incluso a los profesionales, que no pierdan el gusto del juegos y de saber vivir el deporte conservando siempre un espíritu “amateur”. Eso es importante. La dimensión del juegos es fundamental, sobre todo para los más jóvenes: da alegría crea experiencias de socialización y hacen hacer amistades y al mismo tiempo es formativo. Gracias al deporte se pueden establecer relaciones fuertes y duraderas. El deporte es un generador de comunidad.

Como los miembros forman el cuerpo, así los jugadores forman un equipo y las personas forman una comunidad. El deporte puede ser símbolo de unidad para una sociedad, una experiencia de integración, un ejemplo de cohesión y un mensaje de concordia y de paz. Hoy tenemos tanta necesidad de una pedagogía de paz, de hacer crecer una cultura de paz, a partir de las relaciones interpersonales cotidianas para llegar a las relaciones entre los pueblos y las naciones. Si el mundo del deporte transmite unidad y cohesión puede convertirse en un aliado formidable para construir la paz.

Quisiera dirigir una palabra en particular a ustedes los atletas, que son un punto de referencia para los más jóvenes. En nuestras sociedades, desafortunadamente, está presente la cultura del descarte, que trata a hombres y mujeres como productos, que se pueden usar y después descartar. El “usa y tira”, es común, como cultura. Como deportistas ustedes pueden ayudar a combatir esta cultura del descarte, con sentido de responsabilidad educativa y social. ¡Cuántas personas, que se encontraban en condiciones de marginalidad, han superado los peligros del aislamiento y la exclusión precisamente a través del deporte! ¡Practicar un deporte puede convertirse en un camino de rescate personal y social, un camino para recuperar dignidad!

Por ello el deporte debe pensarse y promoverse en la lógica de la generación, de hecho, si está bien organizado, contribuye a generar personalidades maduras y exitosas, y constituye una dimensión de la educación y de la sociabilidad. Fuera de esta lógica, corre el riesgo de caer en la “maquinaria” del business, de la ganancia, de una espectacularidad consumista, que produce “personajes” cuya imagen puede ser explotada. Pero eso ya no es deporte. ¡El deporte es un bien educativo, un bien social y como tal debe permanecer!

Por eso tenemos la responsabilidad de hacer que el deporte sea accesible a todos. Es necesario remover las barreras físicas, sociales, culturales y económicas que se oponen u obstaculizan el acceso al deporte. El compromiso es que todos tengan la posibilidad de practicar deporte, de cultivar – se podría decir de “entrenar” – los valores del deporte y transformarlos en virtudes.

No basta sin embargo que el deporte sea accesible. Junto a la accesibilidad debe ejercerse la acogida: es importante que yo encuentre la puerta abierta, pero también que haya alguien que me reciba. Alguien que tiene abierta a todos la puerta del corazón y, en consecuencia, ayuda a superar prejuicios, miedos, a veces simplemente la ignorancia. Acoger significa permitir a todos, a través de la práctica deportiva, poder ponerse en juego, medirse con sus propios límites y hacer fructificar sus propias potencialidades.

Así se promueve un deporte adaptado a cada uno y toda persona puede desarrollar sus talentos, a partir de su propia condición, incluso de fragilidad o discapacidad. Es una aventura que ustedes los atletas conocen bien, porque ninguno de ustedes es un súper-hombre o una súper-mujer: tienen sus límites y buscan dar lo mejor de ustedes mismos. Esta aventura tiene el perfume de la ascesis, de la búsqueda de lo que nos perfecciona y nos hace ir más allá. En la raíz de esta búsqueda está, en el fondo, la atención hacia esa belleza y esa plenitud de vida que Dios sueña para cada una de sus creaturas.

Y antes de concluir, los animo a esforzarse para que el deporte sea una casa para todos, abierta y acogedora. Que en esta casa nunca se pierda una atmósfera familiar: que pueda encontrarse, también en el mundo del deporte a hermanos y hermanas, a amigos y amigas. Estoy cerca de ustedes en esta misión y la Iglesia los apoya en el compromiso educativo y social. De corazón los bendiga a ustedes y a sus familias. Y les pido orar por mí. Gracias.

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