LA SANGRE Y LAS LÁGRIMAS DE LOS NIÑOS EN UCRANIA SACUDEN NUESTRA CONCIENCIA: MENSAJE DEL PAPA CON MOTIVO DE LAS JORNADAS SOCIALES CATÓLICAS EUROPEAS (18/03/2022)

En un mensaje, fechado el pasado 15 de marzo, dirigido a Mons. Gintaras Grušas, Arzobispo de Vilnius y Presidente de la CCEE, con motivo de la apertura de las Jornadas Sociales Católicas Europeas, el Papa Francisco retomó el drama del conflicto en Ucrania, “una inmensa tragedia humanitaria”. La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, dijo el Santo Padre en el mensaje que transcribimos a continuación, traducido del italiano:

Al querido hermano Mons. Gintaras Grušas
Arzobispo de Vilnius y Presidente del CCEE

En ocasión de la tercera edición de las jornadas sociales católicas europeas, organizadas por el CCEE junto con la COMECE y la Conferencia Episcopal Eslovaca en Bratislava del 17 al 20 de marzo, deseo dirigirle, querido hermano, y a todos los participantes mi cordial saludo.

Lo que estamos viviendo en estas últimas semanas no es lo que esperábamos después de la difícil emergencia sanitaria provocada por la pandemia, que nos ha hecho experimentar un signo de impotencia y de temor, junto a la condición de fragilidad de nuestra existencia. La tragedia de la guerra que se está consumando en el corazón de Europa nos deja atónitos; nunca habríamos pensado volver a ver escenas semejantes que recuerdan los grandes conflictos bélicos del siglo pasado. El grito desgarrador de ayuda de nuestros hermanos ucranianos nos impulsa como Comunidad de creyentes no sólo una seria reflexión, sino a llorar con ellos y hacer algo por ellos; a compartir la angustia de un pueblo herido en su identidad, en su historia y tradición. La sangre y las lágrimas de los niños, los sufrimientos de mujeres y hombres que están defendiendo su tierra o escapando de las bombas sacuden nuestra conciencia. Una vez más la humanidad está amenazada por un abuso perverso del poder y de los intereses particulares, que condena a la gente indefensa a sufrir toda forma de brutal violencia.

Agradezco a todos ustedes, queridos hermanos en el episcopado, por la pronta y unida respuesta en la ayuda a esa población, garantizándoles ayudas materiales, acogida y hospitalidad. No nos cansemos en esto, y no dejemos de invocar a Dios y a los hombres la paz. Los exhorto por tanto a seguir orando, para que cuantos deciden el destino de las naciones no dejen nada sin intentar para detener la guerra y abrir un diálogo constructivo para poner fin a la enorme tragedia humanitaria que está provocando.

Hoy más que nunca es urgente volver a ver el estilo y la eficacia del ars politica. Ante tantos cambios a los que asistimos a nivel internacional, es un deber «hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial capaz de realizar la fraternidad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social» (Encíclica Fratelli tutti, n. 154). Que la guerra, que «deja al mundo peor» es «una falla de la política y de la humanidad, una rendición vergonzosa a las fuerzas del mal» (n. 261), pueda suscitar En este sentido una reacción de signo contrario, un compromiso para refundar una arquitectura de paz a nivel global (cf. n. 231), donde la casa europea, nacida para garantizar la paz después de las guerras mundiales, tenga un papel principal.

El título que han elegido para estas jornadas, Europa más allá de la pandemia: un nuevo inicio, invita a reflexionar sobre la transición actual en la sociedad europea. Este tiempo, aún condicionado por la pandemia, ha provocado notables cambios sociales, económicos, culturales y también eclesiales. En esta situación marcada por el sufrimiento han crecido los miedos, ha aumentado la pobreza y se han multiplicado las situaciones de soledad; mientras muchos han perdido el trabajo y viven de manera precaria, para todos ha cambiado la manera de relacionarse con los demás. En tal contexto tampoco la vida eclesial ha estado exenta de múltiples dificultades, especialmente debidas a las limitaciones de las actividades pastorales.

No podemos quedarnos con las manos cruzadas; como cristianos y como ciudadanos europeos, estamos llamados a actuar con valentía como dijo uno de los grandes padres fundadores de la Comunidad Europea, Alcide de Gasperi, hablando «del bien común de nuestras naciones europeas, de nuestra nación Europa» (Discurso en la Conferencia parlamentaria europea, 21 de abril de 1954). Sí, Europa y las naciones que la componen no se oponen entre ellas y construir el futuro no significa uniformarse, sino unirse cada vez más en el respeto de las diferencias. Para los cristianos reconstruir la casa común quiere decir «hacerse artesanos de comunión, tejedores de unidad a todos los niveles: no por estrategia coma sino por Evangelio» (Homilía en la Misa con el CCEE, 23 de septiembre de 2021). En otras palabras es necesario volver a partir desde el corazón mismo del Evangelio: Jesucristo y su amor que salva. Este es el anuncio siempre nuevo que hay que llevar al mundo, ante todo a través del testimonio de vida que muestre la belleza del encuentro con Dios y del amor por el prójimo.

Lo expresa bien la imagen que eligieron como logo de estas jornadas: la de San Martín de Tours que corta en dos su manto para darlo a un pobre. Dicha imagen recuerda que el amor es proximidad concreta, compartir, cuidado por el otro. Quien ama supera el miedo y la desconfianza ante cuántos se acercan a nuestras fronteras en búsqueda de una vida mejor: si acoger, proteger, acompañar e integrar a tantos hermanos y hermanas que escapan de conflictos, hambrunas y pobreza es un deber humano, es aún más cristiano. Que se transformen los muros aún presentes en Europa en puertas de acceso a su patrimonio de historia, de fe, de arte y cultura; que se promuevan el diálogo y la amistad social, para que crezca una convivencia humana fundada en la fraternidad.

Encomiendo querido hermano sus trabajos a la maternal intercesión de la Madre de la Iglesia y Reina de la paz, y a la protección de las santas y santos patronos de Europa. Les bendigo de corazón y les pido, por favor, que sigan orando por mí.

Roma, San Juan de letrán, 15 marzo 2022

FRANCISCO

Comentarios