ES MUY HERMOSO SU CARISMA: PALABRAS DEL PAPA A MIEMBROS DE LA ASOCIACIÓN “FAZENDA DA ESPERANÇA” (29/09/2023)

El Papa Francisco se encontró por la mañana de este 29 de septiembre, con aproximadamente 1,200 miembros de “Fazenda da Esperança” en el Patio de San Dámaso, en el Palacio Vaticano. Las celebraciones por los 40 años de fundación se están realizando desde el inicio de la semana, con una peregrinación especial a Italia, cuya culminación ha sido el encuentro con el Sumo Pontífice en Roma. A los participantes en el encuentro, el Papa les destacó que “nunca deben abandonar esa vocación a la esperanza”. Compartimos a continuación, el texto completo de su mensaje, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos:

Les agradezco de corazón por su visita. Este año festejan con alegría y gratitud los 40 años de cuando recibieron su carisma específico, es decir la aventura de presentar al Señor Resucitado, origen y fin de nuestra esperanza, a cuantos lo necesitan. Y es muy hermoso este carisma suyo: ¡el carisma de la esperanza! Nunca deben abandonar esta vocación suya a la esperanza, la más humilde de las virtudes teologales, pero la más cotidiana y la más “fuerte”.

En el Evangelio según Mateo, Jesús se nos presenta de esta manera: «Tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber; era forastero y me hospedaron, estaba desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y vinieron a visitarme» (25,35-36). Con estas palabras, el señor se identifica con nuestros hermanos y hermanas más pobres, más necesitados, con los que más sufren. Hace cuarenta años, su carisma nació de la búsqueda de ayuda de un joven que quería liberarse de la dependencia de la droga: en él – y en todos aquellos que han venido después de él – reconocieron a Cristo que les decía: era esclavo de la droga y me acogieron para darme nuevamente la esperanza y hacerme entender que una nueva vida es posible. La llamada que Dios les hace, de dar esperanza a aquellos que quizá ya no tienen un sentido en su vida, es una llamada a amarlo incondicionalmente en las personas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad social.

Uno de los grandes problemas del mundo de hoy es la indiferencia, “la seducción de la indiferencia”, como lo recordé en la Encíclica Fratelli tutti. Ustedes, en cambio, no se quedaron indiferentes ante el dolor que vieron en el rostro de muchos jóvenes, Afligidos por grandes sufrimientos existenciales, sobre todo de aquellos cuya vida estaba destruida por la droga y otras dependencias. Se hicieron “prójimos”, más aún “hermanos” de muchas personas que recogieron en la calle y, como en la parábola del buen samaritano, los acompañaron para cuidarlos, curarlos y ayudarlos a reencontrar su dignidad.

Ustedes saben bien que dar esperanza significa no solo ayudar a vencer los vicios, a superar los traumas, a reencontrar su lugar en la familia y la sociedad. Recordemos palabras del Papa Benedicto XVI, cuando los visitó en Guaratinguetá, en 2007: «La reinserción en la sociedad constituye, sin duda, una demostración de la eficacia de su iniciativa. Pero lo que más llama la atención, y confirma la validez del trabajo, son las conversiones, el reencuentro con Dios y la participación activa en la vida de la Iglesia». Su carisma de la esperanza, como don suscitado en medio de ustedes por el Espíritu Santo, los lleva a cuidar a las personas en su integridad material y espiritual, cuerpo y alma.

Este carisma les es confiado a todos ustedes. Los fundadores han sido instrumentos providenciales para que este don tomara forma, se consolidara, encontrara su colocación en la Iglesia y llegara muchas personas. Después de 40 años, en la fidelidad a la inspiración original, nuevas personas son llamadas a asumir la responsabilidad de preservar y hacer fructificar este patrimonio espiritual que el Señor les ha confiado. No hay que tener miedo de esta nueva fase. Vívanla con humildad, con confianza y manteniendo la comunión espiritual entre ustedes. Y el Señor, que comenzó con ustedes este camino, estará cerca de ustedes y lo llevará a su cumplimiento.

Doy gracias a Dios y a ustedes por su testimonio en las distintas obras de su asociación, como por ejemplo las “Fazendas da Esperança”, esparcidas por todo el territorio de Brasil y, desde 1998, presentes también en otros países. Y también reconozco mucho el trabajo que hacen con sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas, ayudándolos a superar los desafíos y problemas de orden psicológico que afectan a algunas personas consagradas a Dios. ¡Adelante con este hermoso trabajo, que es muy necesario en la Iglesia!

Queridos amigos, les deseo todo bien a través de su camino por la vía de la esperanza. Que la Virgen María los acompañe. Bendigo de corazón a su gran familia y a su misión. Y les pido por favor orar por mí. Gracias.

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