PROTEJAN LA DIGNIDAD DE LOS DÉBILES AFIRMANDO SUS DERECHOS: PALABRAS DEL PAPA A JURISTAS CATÓLICOS ITALIANOS (10/12/2021)

Al recibir este 10 de diciembre en el Aula de las Bendiciones del Vaticano, a los miembros de la Unión de Juristas Católicos Italianos con motivo de su 70º Congreso Nacional de Estudios dedicado a los más débiles, el Papa Francisco recordó a todos que independientemente de la función que realicen (consultor, abogado o juez) están llamados a contribuir a la protección de la dignidad humana de los vulnerables “afirmando sus derechos, promoviendo la fraternidad humana y sin desfigurar la imagen de Dios impresa en cada persona”. Compartimos a continuación, el texto completo de su intervención, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos:

Los recibo, con ocasión de su 70º Congreso Nacional de estudio, que tiene al centro un tema que me es muy importante: “Los últimos. El cuidado jurídico de los sujetos débiles”. Agradezco al Presidente de la Unión de Juristas Católicos Italianos por las palabras de saludo.

Aún tengo en los ojos y en el corazón las experiencias vividas en el reciente viaje apostólico a Chipre y Grecia. El domingo pasado, visitando a los refugiados en el campo de Mytilene, en la isla de Lesbos, recorde que «el respeto de las personas y de los derechos humanos, especialmente en el continente que no deja de promoverlos en el mundo, debería siempre ser salvaguardado, y la dignidad de cada uno debería anteponerse a todo» (Discurso en Mytilene, 5 de diciembre 2021). Sin embargo, ¡qué lejos estamos de este respeto! Abusos, violencia, negligencias, omisiones no hacen otra cosa sino aumentar la cultura del descarte. Y quién no es cuidado siempre será puesto al margen. A ustedes, como juristas católicos, se les pide contribuir a “invertir la ruta”, favoreciendo según sus capacidades, la toma de conciencia y el sentido de responsabilidad. Porque también los últimos, los indefensos, los sujetos débiles tienen derechos que deben ser respetados y no pisoteados. Y este es un reclamo intrínseco a nuestra fe. No es una “moralina” de paso: es un reclamo intrínseco a nuestra fe.

Recordemos –especialmente en este tiempo de Adviento– las palabras del profeta Isaías, referentes al Siervo del Señor: «Proclamará el derecho con verdad. No fallará y no se abatirá, hasta que no haya establecido el derecho en la tierra» (42, 3-4). El Mesías anunciado por los profetas tiene el corazón en el derecho y la justicia. Y Jesucristo, en su misión en la tierra, se ha dirigido con todo su ser a los últimos, para curarlos y anunciarles la buena noticia del Reino de Dios.

Nunca como en estos días, en estos tiempos, los juristas católicos están llamados a afirmar y cuidar los derechos de los más débiles, en un sistema económico y social que finge incluir la diversidad pero que De hecho excluye sistemáticamente a quienes no tienen voz. Los derechos de los trabajadores, de los migrantes, de los enfermos, de los niños no nacidos, de las personas al final de su vida y de los más pobres son cada vez más a menudo olvidados y negados en esta cultura del descarte. Quien no tiene capacidad de gastar y de consumir parece no valer nada. Pero negar los derechos fundamentales, negar el derecho a una vida digna, a cuidados físicos, psicológicos y espirituales, a un salario justo significa negar la dignidad humana. Lo estamos viendo: cuántos trabajadores son –discúlpenme la palabra– “usados” para la cosecha de las frutas o las verduras, y después se les paga miserablemente y se les echa, sin ninguna protección social.

Reconocer en principio y garantizar en concreto los derechos, cuidando a los más débiles, es lo que nos hace seres humanos. De otro modo nos dejamos dominar por la ley del más fuerte y damos campo libre a la opresión.

Por este motivo, el reconocimiento de los derechos de las personas más débiles no deriva de una concesión de gobierno. No. Y los juristas católicos no piden favores a nombre de los pobres, sino que proclaman con firmeza esos derechos que derivan del reconocimiento de la dignidad humana.

El papel del jurista católico, en cualquier situación de trabajo, como consultor, abogado o juez, es entonces el de contribuir al cuidado de la dignidad humana de los débiles afirmando sus derechos. De esta forma el o ella contribuye a la afirmación de la fraternidad humana y a no distorsionar la imagen de Dios impresa en cada persona.

El Card. Dionigi Tettamanzi amaba repetir que “los derechos de los débiles no son derechos débiles”. A ustedes, de manera particular, les corresponde la tarea de afirmarlos con firmeza y de cuidarlos con sabiduría, cooperando a construir una sociedad más humana y más justa.

Que la Virgen, que hoy veneramos como la Virgen del silencio y de la escucha en la Santa Casa de Loreto, y San José, hombre justo, los sostengan en este su compromiso. Así como también les sea de inspiración el testimonio del Beato Rosario Livatino. También yo los acompaño con mi oración y mi bendición. Y por favor, les pido orar por mí. Gracias.

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