LA MISIÓN ES EL TANQUE DE OXÍGENO PARA LA VIDA CRISTIANA: PALABRAS DEL PAPA A MIEMBROS DE INSTITUTOS MISIONEROS EN ITALIA (11/05/2023)

La mañana de este 11 de mayo el Papa Francisco recibió, en la Sala del Consistorio, a la Conferencia de los Institutos Misioneros en Italia con ocasión del 50º aniversario de su fundación, que desde hace medio siglo se dedica a promover la misión ad gentes en Italia, haciéndose voz de miles de misioneros y misioneras que, dedicándose al anuncio de Cristo, hablan en realidad a todos de una dimensión de la vida cristiana, la dimensión misionera, propia de todo bautizado en virtud del Bautismo. El Santo Padre les recordó las bases que deben definir su misión en el mensaje cuyo texto transcribimos a continuación, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días:

Me alegra recibirlos en su 50º aniversario de fundación. Desde hace medio siglo se dedican a promover la misión ad gentes en Italia, haciéndose voz de miles de misioneros y misioneras que, dedicándose al anuncio de Cristo, en realidad le hablan a todos de una dimensión de la vida cristiana, la misionera, propia de todo bautizado en virtud del Bautismo.

El Concilio Vaticano II lo dice claramente: «Toda la Iglesia es misionera, y la obra evangelizadora es un deber fundamental del Pueblo de Dios» (Ad gentes, 35). Por eso en la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium invitaba a los cristianos a constituirse «en todas las regiones de la tierra en un “estado permanente de misión”» (n. 25). El anuncio para la Iglesia no es algo opcional o un aspecto marginal, sino una dimensión vital, ya que ella nació apostólica y misionera, moldeada por el Espíritu Santo como comunidad “en salida” (cf. Catequesis, 15 marzo 2023). La misión es oxígeno para la vida cristiana, que sin ella se enferma y se hace árida (cf. ibid.) y se vuelve fea, fea.

Es precisamente en esta óptica que ustedes trabajan, a través de compartir experiencias, la animación misionera de las comunidades locales, la sensibilización de los jóvenes en los seminarios, la animación vocacional, la contribución en la redacción de documentos misioneros a varios niveles, la sinergia con otras realidades eclesiales como Caritas, Missio y Migrantes para la promoción de la acogida entre los pueblos y culturas y para la dignidad de la persona en todas partes del mundo.

Los animo a seguir adelante con valentía, para que la fuerza del Espíritu encuentre siempre en la Iglesia y en el mundo mentes y corazones deseosos de sembrar la Palabra y de llevar a todos la alegría del Resucitado, derribando las barreras y favoreciendo la construcción de una sociedad fundada en los principios evangélicos de la caridad, la justicia y la paz.

Precisamente en los años de su fundación, San Pablo VI, hablando de la misión, recordaba al respecto algunas dimensiones fundamentales: el testimonio de vida, la predicación de la palabra, la catequesis y la celebración de los Sacramentos (cf. Evangelii nuntiandi, 40-48). Fundada en estos pilares y animada por el Espíritu Santo, la primera comunidad cristiana tomaba de él inspiración y vigor para el anuncio del Evangelio (cf. Hch 2, 42-47).

Que éste también sea su estilo. No se trata de hacer proselitismo, eso no es cristiano, no, el estilo es este: anunciar a Cristo ante todo con el testimonio de vida. Por eso les pido cultivar la caridad primero que nada dentro y entre sus comunidades, dentro y entre sus institutos, armonizando las diferencias de cultura, de edad, de mentalidad, para que en la comunión cada carisma esté al servicio de todos (cf. Evangelii nuntiandi, 40-48). Y consideren muy importante la acogida de los pobres y los pequeños, entre ustedes y hacia las personas a quienes sirven en su ministerio, en espíritu de inclusión y de servicio. Que este sea su primer gozoso anuncio pascual.

Para tal objetivo, como los primeros discípulos, no olviden alimentar su vida y su apostolado con la Palabra de Dios, la Eucaristía y la oración. La misión, en efecto, como la comunión, es ante todo un misterio de Gracia. No es obra nuestra, sino de Dios; no la hacemos solos, sino movidos por el Espíritu y dóciles a su acción. Misión y comunión surgen de la oración, son moldeadas día tras día por la escucha de la Palabra de Dios – escucha hecha en la oración – y tienen como fin último la salvación de los hermanos y hermanas que el Señor nos encomienda. Sin estos fundamentos se vacían y terminan reduciéndose a una mera dimensión sociológica o asistencial. Y a la Iglesia no le interesa hacer asistencialismo... Ayudar sí, pero ante todo evangelizar, dar testimonio: si hacen asistencia, que venga del testimonio, no de métodos proselitistas.

Por ello, no solo su vida y su trabajo misionero, sino que también la programación, los encuentros y las decisiones estén siempre marcados por la escucha de la Palabra, por la celebración eucarística y la oración. Juntos o de manera individual encomienden todo a Dios, purificando sus corazones y las instituciones en que trabajan de todo aquello que puede frenar la acción libre y creativa del Espíritu.

Quisiera concluir recordando otro pasaje de Evangelii gaudium, donde se recuerda que la misión no es una obligación o un proyecto de negocios, ni es una organización humanitaria o hacer proselitismo. Ella es «algo más profundo, que se escapa de toda medida» (cf. n. 279). Esta es una invitación a ocuparse con compromiso, con creatividad y generosidad, pero sin desanimarse si los resultados no corresponden a las expectativas; a dar lo mejor de sí mismo, sin guardarse nada, pero después encomendar todo con confianza a las manos del Padre; a poner todo de sí, pero dejando que sea Él quien haga fecundos nuestros esfuerzos como lo quiera (cf. ibid.).

Esto, muy queridos todos, les deseo para su trabajo. Gracias por su servicio a la misión y a la comunión. Que la Virgen los acompañe. Los bendigo de corazón y por favor les pido que oren por mí.

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