JESÚS INTERCEDE POR NOSOTROS ANTE EL PADRE Y PIDE POR NUESTRO PERDÓN: REGINA COELI DEL 21/05/2023

En su alocución previa a la oración mariana de este 21 de mayo, el Papa Francisco recordó la Solemnidad de hoy, la Ascensión del Señor, que se celebra en Italia y en algunos países. Una fiesta dijo que nos hace surgir dos preguntas: “¿por qué festejar la partida de Jesús de la tierra? ¡Su despedida parecería un momento triste, no algo de lo cual alegrarse! ¿Por qué festejar una partida? Primera pregunta. Segunda pregunta: ¿qué hace Jesús ahora en el cielo?”. Compartimos a continuación, el texto completo de su alocución, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy en Italia y en muchos otros países se celebra la Ascensión del Señor. Es una fiesta que conocemos bien, pero que puede hacer surgir algunas preguntas, al menos dos. La primera: ¿por qué festejar la partida de Jesús de la tierra? ¡Parecería que su despedida fuera un momento triste, no precisamente algo de lo cual alegrarse! ¿Por qué festejar una partida? Primera pregunta. Segunda pregunta: ¿qué hace Jesús ahora en el cielo? Primera pregunta: ¿por qué festejar? Segunda pregunta: ¿qué hace Jesús en el cielo?

Por qué festejamos. Porque con la Ascensión sucedió algo nuevo y muy hermoso: Jesús llevó nuestra humanidad, nuestra carne al cielo – ¡es la primera vez! – es decir la llevó a Dios. Esa humanidad, que había tomado en la tierra, no se quedó aquí. Jesús resucitado no era un espíritu, no, tenía su cuerpo humano, la carne, los huesos, todo, y ahí, en Dios, estará para siempre. Podemos decir que desde el día de la Ascensión Dios mismo ha “cambiado”: ¡desde entonces ya no es sólo espíritu, sino que, ya que nos ama, lleva en sí nuestra misma carne, nuestra humanidad! El lugar que nos corresponde está entonces indicado, nuestro destino está ahí. Así escribía un antiguo Padre en la fe: «¡Espléndida noticia! Aquel que se hizo hombre por nosotros […], para hacernos sus hermanos, se presenta como hombre delante del Padre, para llevar consigo a todos aquellos que están unidos a él» (S. Gregorio de Nisa, Discurso sobre la resurrección de Cristo, 1). Hoy festejamos “la conquista del cielo”: Jesús que vuelve al Padre, pero con nuestra humanidad. Y así el cielo es ya un poco nuestro. Jesús ha abierto la puerta y su cuerpo está ahí.

La segunda pregunta: ¿qué hace Jesús en el cielo? Él está por nosotros delante del Padre, le muestra continuamente nuestra humanidad, muestra las llagas. A mí me gusta pensar que Jesús, delante del Padre, ora así, haciéndole ver las llagas. “Esto es lo que sufrí por los hombres: ¡haz algo!”. Le hace ver el precio de la redención, y el Padre se conmueve. Esto es algo que me gusta pensar. Así ora Jesús. Él no nos ha dejado solos. De hecho, antes de ascender nos dijo, como relata el Evangelio de hoy: «Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20). Está siempre con nosotros, nos mira, está «siempre vivo para interceder» (Hb 7, 25) en nuestro favor. Para hacer ver las llagas al Padre, por nosotros. En una palabra, Jesús intercede; está en el mejor “lugar”, delante del Padre suyo y nuestro, para interceder a nuestro favor.

La intercesión es fundamental. También para nosotros es de ayuda esta fe: nos ayuda a no perder la esperanza, a no desanimarnos. Delante del Padre hay alguien que le hace ver las llagas e intercede. Que la Reina del cielo nos ayude a interceder con la fuerza de la oración.

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