QUE EL CUIDADO SEA INTEGRAL, NO OLVIDAR LA SINGULARIDAD DE CADA ENFERMO: VIDEO MENSAJE DEL PAPA AL SEMINARIO SOBRE LA JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO (10/02/2022)

El cuidado “no se puede diseccionar”. De hecho, “los santos que atendían a los enfermos seguían siempre las enseñanzas del Maestro: curar las heridas del cuerpo y del alma; rezar y actuar por la curación física y espiritual al mismo tiempo”. Así lo dice el Papa en un video mensaje a participantes en un webinar sobre la XXX Jornada Mundial del enfermo en que invita a ampliar nuestra mirada y a reflexionar sobre otro tipo de patologías que amenazan a la humanidad y al mundo. Transcribimos a continuación el texto completo de su mensaje, traducido del italiano:

Dirijo mi saludo a todos ustedes que participan en este webinar: “Jornada Mundial del Enfermo: significado, objetivos y desafíos”, organizado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, en ocasión de la XXX Jornada Mundial del Enfermo. Y el pensamiento se dirige con reconocimiento a todos aquellos que, en la Iglesia y en la sociedad, están con amor junto a quien sufre.

La experiencia de la enfermedad nos hace sentir frágiles, nos hace sentir necesitados de los demás. Pero no solamente. «La enfermedad impone una pregunta de sentido, que en la fe se dirige a Dios: una pregunta que busca un nuevo significado y una nueva dirección de la existencia, y que a veces puede no encontrar de inmediato una respuesta». [1]

San Juan Pablo II indicó, a partir de su personal experiencia, el sendero de este camino de búsqueda. No se trata de replegarse sobre sí mismos, sino, por el contrario abrirse a un amor más grande: «Si un hombre se hace partícipe de los sufrimientos de Cristo, esto ocurre porque Cristo ha abierto su sufrimiento al hombre, porque él mismo en su sufrimiento redentor se ha hecho, en un cierto sentido, partícipe de todos los sufrimientos humanos – todos, de todos los sufrimientos humanos –. El hombre, descubriendo mediante la fe el sufrimiento redentor de Cristo, fue junto a este los propios sufrimientos, los reencuentra, mediante la fe, enriquecidos de un nuevo contenido y de un nuevo significado» (Carta ap. Salvifici doloris, 11 febrero 1984, 20).

No se debe «nunca olvidar la singularidad de cada enfermo, con su dignidad y sus fragilidades». [2] Es la persona en su integralidad la que necesita de cuidado: el cuerpo, la mente, los afectos, la libertad y la voluntad, la vida espiritual... El cuidado no se puede diseccionar; porque no se puede diseccionar al ser humano. Podríamos – paradójicamente – salvar el cuerpo y perder la humanidad. Los santos que se han hecho cargo de los enfermos siempre han seguido la enseñanza del maestro: curar las heridas del cuerpo y del alma; orar y actuar por la curación física y espiritual en conjunto.

Este tiempo de pandemia nos está enseñando a tener una mirada sobre la enfermedad como fenómeno global y no sólo individual, y nos invita a reflexionar sobre otros tipos de “patologías” que amenazan a la humanidad y al mundo. Individualismo e indiferencia al otro son formas de egoísmo que son desafortunadamente amplificadas en la sociedad del bienestar consumista y del liberalismo económico; y las consecuentes desigualdades se encuentran también en el campo de la salud, donde algunos gozan de las llamadas “excelencias” y muchos otros intentan tener acceso a los cuidados básicos. Para sanar este virus social, el antídoto es la cultura de la fraternidad, fundada en la conciencia de que todos somos iguales como personas humanas, todos iguales, hijos de un único Padre (cf. Fratelli tutti, 272). Con esta base se podrán tener cuidados eficaces y para todos. Pero si no estamos convencidos de que todos somos iguales, la cosa no irá bien.

Teniendo siempre presente la parábola del Buen Samaritano (cf. ibíd., Capítulo II), recordemos que no debemos ser cómplices ni de los bandidos que roban a un hombre y lo abandonan herido en el camino, ni de dos funcionarios del culto que lo ven y pasan de largo (cf. Lc 10, 30-32). La Iglesia, siguiendo a Jesús, Buen Samaritano de la humanidad, siempre se ha prodigado hacia aquellos que sufren, dedicando, en particular, a los enfermos grandes recursos tanto personales como económicos. Pienso en los dispensarios y las estructuras de salud en los países en vías de desarrollo; pienso en las muchas hermanas y hermanos misioneros que han gastado la vida para curar a los enfermos más indigentes; a veces ellos mismos enfermos entre los enfermos. Y pienso en los numerosos santos y santas que en todo el mundo han iniciado obras sanitarias, implicando a compañeros y compañeras y dando así origen a congregaciones religiosas. Esta vocación y misión por el cuidado humano integral debe también hoy renovar los carismas en el campo de la salud, para que no falte la cercanía a las personas que sufren.

Dirijo un pensamiento lleno de gratitud a todos aquellos que en la vida y en el trabajo están hoy día cerca de los enfermos. A los familiares y a los amigos, que asisten a sus seres queridos con afecto y comparten con ellos alegrías y esperanzas, dolores y angustias. A los médicos, a las enfermeras y enfermeros, a los farmacéuticos y a todos los trabajadores de la salud; como también a los capellanes de hospitales, a las religiosas y religiosos de los institutos dedicados al cuidado de los enfermos y a tantos voluntarios, hay tantos voluntarios. A todas estas personas les aseguro mi recuerdo en la oración, para que el Señor les dé la capacidad de escuchar a los enfermos, de tener paciencia con ellos, de cuidarlos de manera integral, cuerpo, espíritu y relaciones.

Y hago oración de manera particular por todos los enfermos, en cada rincón del mundo, especialmente por aquellos que están más solos y no tienen acceso a los servicios de salud. Queridos hermanos y hermanas, los encomiendo a la protección materna de María, Salud de los Enfermos. Y a ustedes, y a cuantos cuidan de ustedes, envío de corazón mi bendición.

[1] Mensaje para la XXIX Jornada Mundial del Enfermo (20 de diciembre 2020), 2.

[2] Mensaje para la XXX Jornada Mundial del Enfermo (10 de diciembre 2021), 3.

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