DESARROLLAR LA ARQUEOLOGÍA CRISTIANA PARA REVIVIR LA FE DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS: CARTA DEL PAPA A LAS ACADEMIAS PONTIFICIAS (01/02/2022)

La tarde de este 1º de febrero, en el Palacio de la Cancillería de Roma, se llevó a cabo la entrega del Premio de las Academias Pontificias en nombre del Papa Francisco y se leyó una carta del Sumo Pontífice dirigida al Card. Gianfranco Ravasi, Presidente del Consejo Pontificio de la Cultura y del Consejo de Coordinación de las Academias Pontificias. El contexto fue la 25ª Sesión Pública de estas instituciones, que este año han decidido dedicar la iniciativa al gran arqueólogo Giovanni Battista de Rossi en el bicentenario de su nacimiento. Compartimos a continuación, el texto completo de la carta, traducido del italiano:

Al querido hermano
Card. Gianfranco Ravasi
Presidente del Pontificio Consejo de la Cultura
y del Consejo de Coordinación de las Academias Pontificias:

Es ya inminente la 25ª sesión pública de las Academias Pontificias, que tendrá como momento central la entrega del Premio anualmente atribuido a distinguidos estudiosos. Tal encuentro, pospuesto el año pasado debido a la pandemia, se renueva ahora a pesar de las dificultades que permanecen. Esto, de hecho, es fundamental para el diálogo entre las Academias y para el reconocimiento que se da a los jóvenes talentos que se distinguen en sus respectivos ámbitos culturales y temáticos.

Esta 25ª edición es organizada por la Pontificia Academia Romana de Arqueología y por la Pontificia Academia Cultorum Martyrum, las cuales, en ocasión del bicentenario del nacimiento del gran arqueólogo Giovanni Battista de Rossi, han decidido oportunamente dedicársela.

Giovanni Battista de Rossi es considerado el fundador de la arqueología cristiana moderna. De hecho, su contemporáneo Theodor Mommsen afirmó que él “había elevado esta disciplina de un mero pasatiempo de estudiosos a una verdadera ciencia histórica”.

La actividad realizada por de Rossi fue fuertemente animada por el Beato Pío IX, que el 6 de enero de 1852 instituyó la comisión de arqueología sacra «para el más eficaz cuidado y vigilancia de los cementerios y los antiguos edificios cristianos de Roma y sus suburbios, para la científica excavación y exploración de los mismos cementerios, y para la conservación y cuidado de cuánto en las excavaciones se fuera encontrando o fuera traído a la luz». El arqueólogo romano fue igualmente estimado por León XIII, que lo hospedó en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo en el último período de su vida.

El apoyo del Papa se tradujo también en la adquisición, por parte de la Santa Sede, de algunos terrenos que contienen las más importantes catacumbas, para preservar de la actividad municipal esos fundamentales testimonios del cristianismo del primer tiempo, a los cuales de Rossi consagró sus estudios y excavaciones.

Fue así que, en los años centrales del siglo XIX, volvió a la luz el más antiguo núcleo de cementerios de San Calixto, donde se identificó la cripta de los Papas, del siglo III, y la de Santa Cecilia, acercando a los especialistas y a los fieles a los testimonios arqueológicos y, a través de ellos, a la fe sólida y ferviente de aquellas antiguas comunidades cristianas.

Mediante el estudio comparado de las fuentes documentales y las memorias arqueológicas, Giovanni Battista de Rossi descubrió muchas tumbas de mártires romanos y, junto a colaboradores y jóvenes estudiosos, revivió el culto dirigido a ellos. Las tumbas de los mártires y sus memorias representan los centros de interés privilegiados por el gran arqueólogo romano, que sembró los fundamentos de una disciplina vivaz y lista a captar el mensaje proveniente de las catacumbas cristianas, entendidas como lugares de reposo provisional en espera de la resurrección. Él percibió e hizo surgir el significado profundo de esas necrópolis enterradas, con una constelación de miles de pequeños lugares todos iguales, casi deseando expresar plásticamente la fraternidad y la igualdad entre todos los miembros de la Iglesia.

Las peregrinaciones, que incluso en nuestros días se realizan a lo largo de muchas de las galerías de las catacumbas descubiertas y estudiadas por de Rossi, vuelven a recorrer los itinerarios de los fieles de los primeros siglos, los cuales, con emoción llegaban a los sepulcros de los mártires para tocar esas sencillas tumbas y para dejar, a través de tantas inscripciones aún legibles hoy, una invocación, una súplica, un signo de devoción.

De Giovanni Battista de Rossi admiramos el extraordinario esfuerzo como estudioso incansable, que puso las bases de una disciplina científica, la arqueología cristiana, presentes aún hoy en muchas Universidades; y recordamos además la pasión con la cual vivió esa que para él era una verdadera y propia vocación: descubrir y hacer conocer cada vez mejor la vida de las primeras comunidades cristianas de Roma, a través de todas las fuentes posibles, comenzando precisamente por las arqueológicas y epigráficas.

Su ejemplo merece ser propuesto nuevamente para promover y desarrollar los estudios de arqueología cristiana, además de en los ámbitos especializados, también en las Universidades e Institutos en que están presentes las enseñanzas de Teología e Historia del Cristianismo.

Deseando, por tanto, animar a aquellos que con gran compromiso y entusiasmo, siguiendo la estela de Giovanni Battista de Rossi, se dedican a las investigaciones arqueológicas y a los estudios históricos y hagiográficos, me alegra otorgar la Medalla de oro del Pontificado a la investigación “The Machaerus Archaeological Excavations” (“Las Excavaciones Arqueológicas de Maqueronte”), dirigida por el Prof. Gyözö Vörös, miembro de la Academia Húngara de Artes, cuyos resultados se han recogido en 3 monumentales volúmenes concernientes a la ciudadela jordana que domina el Mar Muerto.

Como signo de impulso para los estudios arqueológicos sobre monumentos paleocristianos, otorgo, después, ex aequo, la Medalla de plata del Pontificado al Dr. Domenico Benoci, por la tesis sobre “Las inscripciones cristianas del Área I de San Calixto”, y al Dr. Gabriele Castiglia, por la monografía “Topografía cristiana de la Toscana centro-meridional”.

Deseando a todos los Académicos y a los participantes en la 25ª Sesión Pública un compromiso cada vez más fecundo en la promoción del humanismo cristiano, invoco la maternal protección de María, Reina de los mártires, para que los acompañe siempre en su itinerario humano y académico, e imparto de corazón a ustedes y a sus seres queridos la Bendición Apostólica.

Desde el Vaticano, 1º de febrero 2022

FRANCISCO

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