HOMBRES Y MUJERES JUNTOS CONTRA LA EXPLOTACIÓN: VIDEO MENSAJE DEL PAPA EN LA JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN Y REFLEXIÓN SOBRE LA TRATA DE PERSONAS (08/02/2022)

En su video mensaje de este 8 de febrero, con motivo de la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, promovida por la Unión Internacional de las Superiores Generales y por la Unión de los Superiores Generales y coordinada por la red contra la trata Talitha Kum, el Papa Francisco volvió a denunciar la violencia que se ejerce en el mundo, especialmente hacia las mujeres y las niñas. Miles, afirma, se ven obligadas a contraer “matrimonios forzados, esclavitud doméstica y laboral” debido a “modelos relacionales basados en la discriminación y la sumisión”. Transcribimos a continuación, el texto completo de su mensaje, traducido del italiano:

Queridas hermanas y queridos hermanos:

Dirijo mi saludo y mi agradecimiento a los organizadores de la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, promovida por la Unión Internacional de Superioras Generales y por la Unión de Superiores Generales. Un gracias especial al grupo Talitha Kum que coordina la iniciativa en colaboración con muchas organizaciones locales e internacionales.

El tema de este año es: “La fuerza del cuidado. Mujeres, economía y trata de personas”. El tema nos invita a considerar la condición de las mujeres y las niñas, expuestas a múltiples formas de explotación, incluso a través de matrimonios forzados, esclavitud doméstica y laboral. Los miles de mujeres y niñas que cada año son víctimas de tráfico denuncian las dramáticas consecuencias de modelos relacionales fundados en la discriminación y la sumisión. Y no es una exageración: ¡miles!

La organización de la sociedad en todo el mundo aún está lejos de reflejar con claridad el hecho de que las mujeres tienen la misma dignidad y los mismos derechos que los hombres. Se constata desafortunadamente que «doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque a menudo se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos» (Enc. Fratelli tutti, 23).

La trata de personas, a través de la explotación doméstica o sexual, condena nuevamente con violencia a las mujeres y niñas a su supuesto papel de subordinadas a la prestación de servicios domésticos y de servicios sexuales, a su figura de Dispensadoras de cuidados y de placeres, que propone nuevamente un esquema de relaciones marcadas por el poder del género masculino sobre el femenino. Aún hoy, y a un alto nivel.

La trata de personas es violencia. La violencia sufrida por cada mujer y cada niña es una herida abierta en el cuerpo de Cristo, en el cuerpo de la humanidad entera, es una herida profunda que implica también a cada uno de nosotros.

Son muchas las mujeres que tienen el valor de rebelarse a la violencia. También nosotros los hombres estamos llamados a hacerlo, a decir no a todo tipo de violencia, incluida aquella contra las mujeres y las niñas. Y juntos podemos y debemos luchar para que los derechos humanos no sean rechazados de forma específica, en el respeto a las diversidades y en el reconocimiento de la dignidad de cada persona, dando importancia de manera particular a quien es herido en sus derechos fundamentales.

Santa Bakhita nos indica el camino para la transformación. Su vida relata que el cambio es posible cuando nos dejamos transformar por el cuidado que Dios tiene por cada uno de nosotros. Es el cuidado de la misericordia. Es el cuidado del amor que nos cambia en lo profundo y nos hace capaces de acoger a los demás como hermanos y hermanas. Reconocer la dignidad de cada persona es el primer acto de cuidado. Es el primer acto de cuidado: reconocer la dignidad. Y tener cuidado hace bien a todos, a quien da y a quien recibe, porque no es una acción unidireccional sino que genera reciprocidad. Dios cuidó a Josefina Bakhita, la acompañó en el proceso de curación de las heridas causadas por la esclavitud hasta hacer que su corazón, su mente, y sus entrañas fueran capaces de reconciliación, de libertad y de ternura.

Animo a cada mujer y a cada muchacha que se compromete por la transformación y el cuidado, en la escuela, en la familia, en la sociedad. Y animo a cada hombre y a cada joven a no quedarse fuera de este proceso de transformación, recordando el ejemplo del Buen Samaritano: un hombre que no se avergüenza de inclinarse hacia el hermano y de cuidarlo. Cuidar es el actuar de Dios en la historia, en nuestra historia personal y en nuestra historia comunitaria. Dios nos ha cuidado y nos cuida continuamente. Cuidar, juntos, hombres y mujeres, es el llamado de esta Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata: juntos podemos hacer crecer una economía del cuidado y combatir con todas las fuerzas toda forma de explotación de la trata de personas.

Queridas hermanas y queridos hermanos, sé que son muchos participando en esta Jornada de Oración y Reflexión, de varios países y de distintas tradiciones religiosas. A todos expreso mi gratitud y mi ánimo: avancemos en la lucha contra la trata de personas y contra toda forma de esclavitud y de explotación. Invito a todos a mantener viva la indignación – ¡mantener viva la indignación! – y a buscar cada día la fuerza de comprometernos con determinación en este frente. No tengan miedo ante la arrogancia de la violencia, no; no se rindan a la corrupción del dinero y del poder.

Gracias a todos y adelante, ¡no se desanimen! Que Dios los bendiga y también a su trabajo. Gracias.

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