O SOMOS HERMANOS O TODO SE DERRUMBA: VIDEO MENSAJE DEL PAPA POR EL DÍA MUNDIAL DE LA FRATERNIDAD HUMANA (04/02/2022)

En el Día Mundial de la Fraternidad Humana, este 4 de febrero, el Papa Francisco envió un video mensaje, recordando que “hace exactamente tres años en Abu Dhabi, firmé el Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común”, dijo al inicio del mensaje. Con este video mensaje, el Pontífice se unió a la “Mesa redonda de la Fraternidad Humana y la Alianza para la tolerancia global” que se desarrolla este día en Abu Dhabi, también con la participación del Gran Imán Ahmed Al-Tayyeb. Compartimos a continuación el texto del mensaje del Santo Padre, así como el video con subtítulos en español:

Queridos hermanos y hermanas:

Permítanme ante todo saludar con afecto y estima al Gran Imán Ahmed Al-Tayyeb con quien, hace exactamente tres años en Abu Dhabi, firmé el Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común. En estos años hemos caminado como hermanos en la consciencia de que, respetando nuestra respectivas culturas y tradiciones, estamos llamados a construir la fraternidad como una barrera contra el odio, la violencia y la injusticia.

Agradezco a todos aquellos que nos han acompañado en este camino: a Su Alteza el Jeque Mohamed bin Zayed por su constante compromiso en esa dirección, al Alto Comité para la Fraternidad Humana por las distintas iniciativas promovidas en distintas partes del mundo y a la Asamblea General de las Naciones Unidas porque, con la resolución de diciembre de 2020, ha permitido celebrar hoy el Segundo Día Internacional de la Fraternidad Humana. Y la gratitud se extiende a todas las instituciones civiles y religiosas que apoyan esta noble causa.

La fraternidad es uno de los valores humanos y universales que debería estar en la base de las relaciones entre los pueblos, de manera que cuantos sufren o son desfavorecidos no se sientan excluidos y olvidados, sino acogidos, apoyados como parte de la única familia humana. ¡Somos hermanos!

Todos, en nuestro compartir sentimientos de fraternidad los unos por los otros, debemos hacernos promotores de una cultura de paz, que anime el desarrollo sustentable, la tolerancia, la inclusión, la compresión recíproca y la solidaridad.

Todos vivimos bajo el mismo cielo, independientemente de dónde y de cómo vivimos, del color de la piel, de la religión, de la clase social, del sexo, de la edad, de las condiciones de salud y de las económicas. Somos todos distintos y, sin embargo, todos iguales y este periodo de pandemia nos lo ha demostrado. Lo repito una vez más: ¡solos no nos salvamos!

Vivimos todos bajo el mismo cielo, y en el nombre de Dios, nosotros que somos sus criaturas, debemos reconocernos hermanos y hermanas. Como creyentes, pertenecientes a distintas tradiciones religiosas, tenemos un papel que cumplir. ¿Cuál es este papel? Ayudar a nuestros hermanos y hermanas a elevar la mirada y la oración al Cielo. Levantemos los ojos al Cielo, porque quien adora a Dios con un corazón sincero ama también al prójimo. La fraternidad nos induce a abrirnos al Padre de todos y a ver en el otro a un hermano, una hermana, a compartir la vida, a apoyarnos recíprocamente, a amar y conocer a los demás.

Vivimos todos bajo el mismo cielo. Hoy es el tiempo oportuno para caminar juntos. No lo dejemos para mañana o para un futuro que no sabemos si llegará; hoy es el tiempo oportuno para caminar juntos: creyentes y todas las personas de buena voluntad, juntos. Es un día propicio para darse la mano, para celebrar nuestra unidad en la diversidad ―unidad no uniformidad, unidad en la diversidad―, para decir a las comunidades y a las sociedades en que vivimos que ha llegado el tiempo de la fraternidad. Todos juntos, porque es fundamental ser solidarios el uno con el otro. Y por eso hoy, lo repito, no es tiempo para la indiferencia: o somos hermanos o todo se derrumba. Y esta no es una expresión meramente literaria de tragedia, no, ¡es la verdad! O somos hermanos o todo se derrumba, lo vemos en las pequeñas guerras, en esta tercera guerra mundial en pedazos, cómo se destruyen los pueblos, cuánta los niños no tienen qué comer, cómo se derrumba la educación… Es una destrucción. O somos hermanos o todo se derrumba.

No es momento para el olvido. Cada día debemos recordarnos lo que Dios le dijo a Abrahán: que cuando levantara la mirada hacia las estrellas del cielo, vería la promesa de su descendencia, es decir a nosotros (cf. Encuentro interreligioso en Ur, 6 marzo 2021). Una promesa que entonces se ha realizado también en nuestras vidas: ¡la de una fraternidad amplia y luminosa como son las estrellas del cielo!

Queridas hermanas y queridos hermanos, querido hermano Gran Imán:

El camino de la fraternidad es largo, es un recorrido difícil, pero es el ancla de salvación para la humanidad. A las muchas señales de amenaza, a los tiempos oscuros, a la lógica del conflicto opongamos el signo de la fraternidad que, acogiendo al otro y respetando su identidad, lo impulsa a un camino común. No iguales, no, hermanos, cada uno con la propia personalidad, con la propia singularidad.

Gracias a todos aquellos que trabajan en la convicción de que se puede vivir en armonía y paz, conscientes de la necesidad de un mundo más fraterno porque todos somos criaturas de Dios: hermanos y hermanas.

Gracias a aquellos que se unirán a nuestro camino de fraternidad. Animo a todos a comprometerse con la causa de la paz y para responder a los problemas y a las necesidades concretas de los últimos, de los pobres, de quién está indefenso. La propuesta es la de caminar lado a lado, “hermanos todos”, para ser concretamente artesanos de paz y de justicia, en la armonía de las diferencias y en el respeto de la identidad de cada uno. Hermanas y hermanos, ¡avancemos juntos por este camino de la fraternidad! Gracias.

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