SEAN DEFENSORES DE LA CULTURA DEL ENCUENTRO: PALABRAS DEL PAPA EN EL ENCUENTRO CON LAS AUTORIDADES EN MAURICIO (09/09/2019)

Por la tarde de este 9 de septiembre, el Papa Francisco sostuvo un Encuentro con las Autoridades, la Sociedad Civil y el Cuerpo Diplomático de Mauricio en la última etapa de este 31er. Viaje Apostólico. “Los aliento, en fidelidad a sus raíces, a asumir el desafío de dar la bienvenida y proteger a los migrantes que vienen hoy para encontrar un trabajo y, para muchos de ellos, mejores condiciones de vida para sus familias” dijo el Papa Francisco en el Gran Salón del Palacio Presidencial, a donde el Papa llegó acompañado por el Presidente ad interim Barlen Vyapoory y el Primer Ministro Pravind Kumar Jugnauth, después de la visita de cortesía y el coloquio privado que tuvo con cada uno de ellos en el Salón Blu del Palacio Presidencial. Reproducimos a continuación, el texto completo de su discurso traducido al español:

Señor Presidente, señor Primer Ministro, distinguidos miembros del Gobierno, distinguidos miembros del Cuerpo Diplomático, señoras y señores, representantes de la sociedad civil, representantes de las diversas confesiones religiosas, señoras y señores:

Saludo cordialmente a las Autoridades del Estado de Mauricio y les agradezco por la invitación a visitar su República. Agradezco al señor Presidente y al señor Primer Ministro por las gentiles palabras que me acaba de dirigir, así como por su bienvenida. Saludo a los miembros del Gobierno, de la sociedad civil y del Cuerpo Diplomático. Deseo también saludar y agradecer fraternalmente por su presencia de los representantes de otras confesiones cristianas y de las diferentes religiones presentes en la Isla Mauricio.

Estoy contento, gracias a esta breve visita, de poder encontrar a su pueblo, caracterizado no sólo un rostro multiforme en el plano cultural, étnico y religioso, sino sobre todo, por la belleza que deriva de su capacidad de reconocer, respetar y armonizar las diferencias en función de un proyecto común. Así es toda la historia de su pueblo, que nació con la llegada de migrantes venidos de diferentes horizontes y continentes, portando sus tradiciones, su cultura y su religión, y que aprendieron, poco a poco, a enriquecerse con las diferencias de los demás y a encontrar el modo de vivir juntos buscando construir una fraternidad atenta al bien común.

En este sentido tienen una voz autorizada — porque se hizo vida —, capaz de recordar que es posible alcanzar una paz estable a partir de la convicción de que «la diversidad es bella cuando acepta entrar constantemente en un proceso de reconciliación, hasta sellar una especie de pacto cultural que haga emerger una “diversidad reconciliada”» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 230). Esta es base y oportunidad para la construcción de una efectiva comunión al interior de la gran familia humana sin la necesidad de marginar, excluir o rechazar.

El DNA de su pueblo conserva la memoria de estos movimientos migratorios que trajeron a sus antepasados a esta isla y que también los condujeron a abrirse a las diferencias para integrarlas y promoverlas en vista del bien de todos. Es por eso que los aliento, en fidelidad a sus raíces, a aceptar el desafío de la acogida y de la protección de los migrantes que vienen hoy para encontrar trabajo y, para muchos de ellos, mejores condiciones de vida para sus familias. Tengan el corazón para acogerlos como sus antepasados supieron acogerse recíprocamente; como protagonistas y defensores de una verdadera cultura del encuentro que permite a los migrantes (y a todos) ser reconocidos en su dignidad y en sus derechos.

En la historia reciente de su pueblo, merece reconocimiento la tradición democrática instaurada a partir de la independencia y que contribuye a hacer de la Isla Mauricio un oasis de paz. Espero que este estilo de vida democrático pueda ser cultivado y desarrollado, combatiendo en particular contra toda forma de discriminación. Porque «la vida política auténtica, que se funda en el derecho y en un diálogo leal entre los sujetos, se renueva con la convicción de que cada mujer, cada hombre y cada generación encierran en sí mismos una promesa que puede liberar nuevas energías relacionales, intelectuales, culturales y espirituales» (Mensaje para la 52da. Jornada Mundial de la Paz, 1 enero 2019). Que ustedes que están comprometidos en la vida política de la República de Mauricio, puedan ser un ejemplo para quienes confían en ustedes, especialmente para los jóvenes. Con su comportamiento y la voluntad de combatir todas las formas de corrupción, pueden manifestar el valor de su compromiso al servicio del bien común y ser siempre dignos de la confianza de sus conciudadanos.

Desde su independencia, su país registró un fuerte desarrollo económico, del cual, sin duda, debemos alegrarnos, estando al mismo tiempo vigilantes. En el contexto actual, a menudo resulta que el crecimiento económico no siempre beneficia a todos e incluso deja de lado — por ciertas estrategias de su dinámica — a un cierto número de personas, especialmente a los jóvenes. Por eso me gustaría animarlos a desarrollar una política económica orientada hacia las personas y que sepa privilegiar una mejor distribución de los ingresos, la creación de oportunidades de trabajo y una promoción integral de los más pobres (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 204). Animarlos a no ceder a la tentación de un modelo económico idólatra que necesita sacrificar vidas humanas en el altar de la especulación y de la mera rentabilidad, que toma en cuenta sólo el beneficio inmediato en detrimento de la protección de los más pobres, del medio ambiente y de sus recursos. Se trata de avanzar con esa actitud constructiva que, como escribió el Card. Piat en ocasión del 50mo. aniversario de la independencia de Mauricio, impulsa a incentivar una conversión ecológica integral. Dicha conversión mira no sólo a evitar terribles fenómenos climáticos o grandes desastres naturales, sino que busca también promover un cambio en los estilos de vida de manera que el crecimiento económico realmente pueda de verdad beneficiar a todos, sin correr el riesgo de provocar catástrofes ecológicas o graves crisis sociales.

Señoras y señores, deseo expresar mi reconocimiento por la manera en que en Mauricio las diferentes religiones, con sus respectivas identidades, colaboran juntas para contribuir a la paz social y para recordar el valor trascendente de la vida contra todo tipo de reduccionismo. Y reitero la disposición de los católicos de Mauricio de continuar participando en este fructífero diálogo que ha marcado con tanta fuerza la historia de su pueblo. Gracias por su testimonio.

Nuevamente gracias por su cálida acogida. Deseo de corazón que Dios bendiga a su pueblo y todos los esfuerzos que realizan para favorecer el encuentro entre culturas, civilizaciones y tradiciones religiosas distintas en la promoción de una sociedad justa, que no se olvida de sus hijos, especialmente de aquellos más necesitados. ¡Que su amor y misericordia continúen acompañándolos y protegiéndolos! Muchas gracias por su atención.

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