ESTAR LISTOS PARA PARTIR: PALABRAS DEL PAPA EN SU ENCUENTRO CON LA COMUNIDAD ABRAHAM (14/09/2019)

El Papa Francisco recibió en audiencia este 14 de septiembre a la Comunidad de Abraham, con ocasión de 30mo. Aniversario de fundación. Setecientos miembros, peregrinos de Italia, España, Ucrania, Hungría y Suiza. El Pontífice los exhortó a evangelizar con confianza en Dios y a estar listos para partir. Una comunidad nacida en Chiampo, en la provincia de Vicenza, y presente hoy, en Italia, también en Roma y Turín. Tras manifestarles su alegría de poder encontrarlos con ocasión de este aniversario, el pontífice se refirió a la importancia del nombre de la comunidad: “Abraham”, instándolos a no tener temor de inspirar sus vidas y su acción precisamente “en el gran patriarca Abraham”. Reproducimos a continuación, el texto completo de su discurso, traducido del italiano:

Queridos amigos:

¡Gracias por la alegría que manifiestan! Manifestar la alegría es una gracia de Dios. Agradezcamos al Señor que ha sembrado tanta alegría en sus corazones. Estoy contento de encontrarlos a treinta años de la fundación de su comunidad. El Señor no deja nunca de sorprendernos abriendo nuevos caminos para el seguimiento de Jesús, con la creatividad del Espíritu Santo. Agradezco por las palabras que me han dirigido. Son una comunidad joven, y por esto llevan en ustedes el entusiasmo característico de cuantos desean compartir la belleza de haber encontrado a Cristo en su vida.

Ustedes llevan un nombre comprometedor: “Abraham”, que inspira el recorrido de evangelización que están llamados a realizar en las condiciones más distintas en que puedan encontrarse. No tengan temor de inspirar su vida y su acción justamente en el gran patriarca Abraham, nuestro padre en la fe. Él nos enseña, ante todo, a obedecer la llamada del Señor. No importa de qué modo o en qué circunstancia el Señor se hace presente en nuestra vida. Es Señor es creativo, es el Señor de las sorpresas, cuando no lo esperamos viene y nos indica caminos distintos, originales. Él – ¡y sólo Él! – conoce los lugares y los tiempos en los cuales encontrar a cada uno. Por ello es importante escuchar su voz. Para poder percibir su palabra es necesario el silencio de la escucha, el ruido no es un ruido “ungido” de la fuerza del Espíritu Santo. Como escribía un gran Obispo, San Ignacio de Antioquía, a las primeras generaciones de cristianos en Éfeso: «Una palabra pronunció el Padre, y fue su Hijo, y ella habla siempre en eterno silencio, y en el silencio debe ser escuchada». Les deseo que sepan siempre buscar momentos de verdadero silencio en su vida: este es el secreto para poder escuchar a Dios que habla: el silencio.

La fe de Abraham lo lleva a dejar su tierra y su casa para ir hacia un lugar que no conoce, pero que le ha sido garantizado por la promesa de Dios. Para ser evangelizadores se necesita confiar en Dios y estar listos a partir, a salir, pero no una sola vez, sino a asumir un estilo de “éxodo”. Pensemos también en Moisés, la misma cosa… Pensemos en San José: creo que San José al final de la vida tenía miedo de dormirse porque ¡cada vez que se dormía le cambiaban los planes! Este estilo de éxodo. Es importante salir para ir al encuentro de cuantos el Señor pone en nuestro camino.

Cuando el apóstol Pedro escribía su primera carta, se dirigía a comunidades jóvenes, quizá también un poco temerosas de expresar su fe; sin embargo las incitaba a dar razón de la esperanza recibida de Cristo. Exhortaba a hacerlo siempre «con mansedumbre y respeto, con una consciencia recta» (1Pe 3, 15-16). La mansedumbre que el Espíritu Santo nos da nos hace testigos, porque el camino del Espíritu Santo no es el proselitismo, es el testimonio. Si alguno viene a hacer proselitismo no es Iglesia, es secta. La Iglesia que quiere el Señor, como decía el Papa Benedicto XVI, no crece por el proselitismo, crece por atracción, o sea la atracción del testimonio, y detrás del testimonio está siempre el Espíritu Santo. Ahí está una metodología que estamos llamados a vivir en la obra de evangelización. Se necesita caminar junto a las personas de nuestro tiempo, escuchar lo que traen en el corazón, para ofrecerles, con nuestra vida, la respuesta más creíble, o sea la que viene de Dios, a través de Jesucristo. A mí me hace bien siempre escuchar aquel consejo que San Francisco de Asís dio a sus hermanos cuando los envió a evangelizar: “Vayan, anuncien el Evangelio, si fuera necesario, también con las palabras”. Primero con el testimonio; después te preguntan: “Pero, ¿por qué eres así?”, y entonces es el momento de hablar.

La fe de Abraham fue fecunda más allá de toda humana expectativa. Y vio su cumplimiento en Jesús, a través de una humilde hija de Abraham, La Virgen María, en quien Cristo reflejó su “Aquí estoy” al Padre. Que ella los ayude también a ustedes a ser dóciles a las acciones del Espíritu Santo, y así su testimonio y su entusiasmo serán un instrumento eficaz al servicio del Evangelio. Vayan adelante, adelante en la fe y en la caridad, sobre todo hacia cuantos son más marginados y pobres, confiando siempre en la promesa de Dios.

Los acompaño con mi bendición. Y ustedes, por favor, no se olviden de orar por mí: lo necesito, ¡porque este trabajo no es fácil! ¡Gracias!

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