CATEQUESIS DEL PAPA: LOS PROYECTOS HUMANOS, SIN LA FIRMA DE DIOS, FALLAN (18/09/2019)

En su catequesis de este 18 de septiembre sobre los Hechos de los Apóstoles, el Papa Francisco habló de la valentía de los doce, ante la prohibición de los judíos de enseñar en nombre de Cristo. Pedro y los once, poseen esa “obediencia a la fe”, que luego querrán despertar en los hombres. Tienen valentía, no están solos, experimentan esa sinergia que los hace descentralizarse, el Espíritu Santo está con ellos, y ellos con el Espíritu Santo. Como consecuencia, dijo el Papa en su catequesis, no se dejan intimidar por nadie. El Papa Francisco recordó que lo mismo puede sucedernos: si tenemos dentro el Espíritu Santo, tendremos la valentía de seguir adelante, de vencer en las luchas, no por nosotros sino por el Espíritu Santo que está dentro de nosotros. Reproducimos a continuación, el texto completo de su catequesis, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Continuamos la catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles. Frente a la prohibición de los judíos de enseñar en nombre de Cristo, Pedro y los Apóstoles responden con valentía que no pueden obedecer a los que quieren detener el camino del Evangelio en el mundo.

Los Doce muestran así que poseen esa «obediencia de la fe» que luego querrán suscitar en todos los hombres (cf. Rm 1, 5). A partir de Pentecostés, de hecho, ya no son hombres “solos”. Experimentan esa especial sinergia que les hace descentrarse de sí mismos y les hace decir: «nosotros y el Espíritu Santo» (Hch 5, 32) o «el Espíritu Santo y nosotros» (Hch 15, 28). Sienten que no pueden decir “yo” solo, son hombres descentrados de sí mismos. Fortalecidos por esta alianza, los Apóstoles no se dejan atemorizar por nadie. ¡Tenían una valentía impresionante! Pensemos que estos eran cobardes: todos escaparon, huyeron cuando Jesús fue arrestado. Pero, de cobardes se volvieron valientes. ¿Por qué? Porque el Espíritu Santo estaba con ellos. Lo mismo nos pasa a nosotros: si tenemos dentro el Espíritu Santo, tendremos el valor de seguir adelante, el valor de vencer en tantas luchas, no por nosotros sino por el Espíritu que está con nosotros. No retroceden en su marcha de testigos intrépidos de Jesús Resucitado, como los mártires de todos los tiempos, incluidos los nuestros. Los mártires, dan la vida, no ocultan que son cristianos. Pensemos, hace unos años –también hoy hay muchos – pero pensemos hace cuatro años, en esos cristianos coptos ortodoxos, verdaderos trabajadores, en la playa de Libia: todos fueron degollados. Pero la última palabra que decían era “Jesús, Jesús”. No habían vendido la fe, porque estaba el Espíritu Santo con ellos. ¡Estos son los mártires de hoy! Los Apóstoles son los “megáfonos” del Espíritu Santo, enviados del Resucitado para difundir con prontitud y sin vacilación la Palabra que da la salvación.

Y de verdad, esta determinación hace temblar el “sistema religioso” judío, que se siente amenazado y responde con violencia y condenas a muerte. La persecución de los cristianos es siempre la misma: las personas que no quieren el cristianismo se sienten amenazadas y así dan muerte a los cristianos. Pero, en medio del Sanedrín, se alza la voz diferente de un fariseo que decide contener la reacción de los suyos: se llamaba Gamaliel, hombre prudente, «doctor de la Ley, estimado por todo el pueblo». En su escuela San Pablo aprendió a observar “la Ley de los padres” (cf. Hch 22, 3). Gamaliel toma la palabra y muestra a sus hermanos cómo ejercitar el arte del discernimiento ante situaciones que superan los esquemas cotidianos.

Él demuestra, citando a algunos personajes que se habían hecho pasar por Mesías, que todo proyecto humano puede tener generar primero consensos y después naufragar, mientras que todo lo que viene de lo alto y lleva la “firma” de Dios está destinado a perdurar. Los proyectos humanos fracasan siempre; tienen un tiempo, como nosotros. Piensen en tantos proyectos políticos, y en cómo cambian de un lado a otro, en todos los países. Piensen en los grandes imperios, piensen en las dictaduras del siglo pasado: se sentían muy poderosos, pensaban que dominaban el mundo. Y luego se derrumbaron todos. Piensen también hoy, en los imperios de hoy: se derrumbarán, si Dios no está con ellos, porque la fuerza que los hombres tienen en sí mismos no es duradera. Sólo la fuerza de Dios perdura. Pensemos en la historia de los cristianos, también en la historia de la Iglesia, con tantos pecados, con tantos escándalos, con tantos escándalos, con tantas cosas malas en estos dos milenios. ¿Y por qué no se ha derrumbado? Porque Dios está ahí. Somos pecadores, y también muchas veces damos lugar a escándalos. Pero Dios está con nosotros. Y Dios nos salva primero a nosotros, y luego a ellos; pero siempre salva, el Señor. La fuerza es “Dios con nosotros”. Gamaliel demuestra, citando a algunos personajes que se habían hecho pasar por el Mesías, que todo proyecto humano primero puede generar primero consensos y después naufragar. Por eso Gamaliel concluye que, si los discípulos de Jesús de Nazaret han creído en un impostor, están destinados a desvanecerse en la nada; si en cambio siguen a uno que viene de Dios, es mejor renunciar a combatirles; y advierte: «¡Que no nos pase que nos encontremos luchando contra Dios!» (Hch 5, 39). Nos enseña a hacer este discernimiento.

Son palabras serenas y con visión de futuro, que permiten ver el evento cristiano con una luz nueva y ofrecen criterios que “saben a Evangelio”, porque invitan a reconocer el árbol por sus frutos (cf. Mt 7, 16). Tocan los corazones y obtienen el efecto deseado: los demás miembros del Sanedrín siguen su parecer y renuncian a los propósitos de muerte, es decir de matar a los Apóstoles.

Pidamos al Espíritu Santo que actúe en nosotros para que, ya sea personalmente o comunitariamente, podamos adquirir el hábito del discernimiento. Pidámosle que sepamos ver siempre la unidad de la historia de la salvación a través de los signos del paso de Dios en nuestro tiempo y en los rostros de quienes están junto, para que aprendamos que el tiempo y los rostros humanos son mensajeros del Dios vivo.

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