LLEVEMOS EL SÍMBOLO DE NUESTRA FE COMO UN TESORO EN VASIJAS DE BARRO: PALABRAS DEL PAPA A SACERDOTES Y MONJES DE IGLESIAS ORTODOXAS ORIENTALES (06/02/2025)

Este 6 de febrero, el Papa Francisco recibió en Casa Santa Martha a un grupo de sacerdotes y monjes jóvenes de las comunidades ortodoxas armenia, copta, etíope, eritrea, malankar y siríaca. Su visita “tiene un significado especial en el año en que celebramos el XVII centenario del Concilio de Nicea, primer Concilio ecuménico, que profesó el símbolo de la fe común a todos los cristianos” puso en evidencia el Pontífice, antes de centrar su reflexión en el término “símbolo”, que tiene una fuerte dimensión ecuménica, en su triple significado: teológico, eclesiológico y espiritual. Transcribimos a continuación el texto del mensaje, entregado por el Papa, traducido del italiano:

Queridos hermanos:

«¡Qué bueno y suave es que los hermanos vivan unidos!» (Sal 133, 1). Con estas palabras del Salmista, les doy la bienvenida y expreso mi alegría por esta visita de ustedes, jóvenes sacerdotes y monjes de las Iglesias Ortodoxas Orientales, armenia, copta, etíope, eritrea, malankar y siríaca. Saludo fraternalmente al Arzobispo Khajag Barsamian y al Obispo Bernabé El-Soryani, que los acompañan. Y, a través de ustedes, deseo saludar a los venerables y queridos hermanos responsables de las Iglesias ortodoxas orientales.

Esta es la quinta visita de estudio para jóvenes sacerdotes y monjes ortodoxos orientales organizada por el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Visitas similares para sacerdotes católicos han sido preparadas por el Catolicosado armenio de Etchmiadzin y la Iglesia Ortodoxa Siria Malankar. Estoy muy agradecido por este “intercambio de dones”, promovido por la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas Orientales, porque permite que el diálogo de la caridad vaya de la mano con el diálogo de la verdad.

Su visita tiene una relevancia particular en el año en que celebramos el XVII centenario del Concilio de Nicea, el primer Concilio ecuménico, que profesó el Símbolo de la Fe común a todos los cristianos. Por ello, me gustaría reflexionar con ustedes sobre el término “Símbolo”, que tiene una fuerte dimensión ecuménica, en su triple acepción.

En sentido teológico, por Símbolo se entiende el conjunto de las principales verdades de la fe cristiana, que se completan y armonizan entre ellas. En este sentido, el Credo Niceno, que expone sintéticamente el misterio de nuestra salvación, es innegable e inigualable.

Sin embargo, el Símbolo tiene también un significado eclesiológico: de hecho, además de las verdades, une también a los creyentes. En la antigüedad, la palabra griega symbolon indicaba la mitad de una baldosa partida en dos para ser presentada como signo de reconocimiento. El Símbolo es, entonces, un signo de reconocimiento y comunión entre los creyentes. Cada uno posee la fe como “símbolo”, que encuentra su plena unidad sólo junto a los demás. Tenemos entonces, necesidad unos de otros para poder confesar la fe, y es por eso por lo que el Símbolo Niceno, en su versión original, utiliza el plural “creemos”. Yendo más allá, en esta imagen, diría que los cristianos aún divididos son como “fragmentos” que deben encontrar la unidad en la confesión de la única fe. Llevemos el Símbolo de nuestra fe como un tesoro en vasijas de barro (cf. 2 Cor 4, 7).

Así llegamos al tercer significado del Símbolo, el espiritual. Nunca debemos olvidar que el Credo es sobre todo una oración de alabanza que nos une a Dios: la unión con Dios pasa necesariamente a través de la unidad entre nosotros, los cristianos, que proclamamos la misma fe. Si el diablo divide, ¡el Símbolo une! ¡Qué hermoso sería que, cada vez que proclamamos el Credo, nos sintiéramos unidos a los cristianos de todas las tradiciones! La proclamación de la fe común, de hecho, requiere ante todo que nos amemos unos a otros, como la liturgia oriental invita a hacer antes de la recitación del Credo: «Amémonos unos a otros, para que, en unidad de espíritu, profesemos nuestra fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo».

Queridos hermanos, espero que su presencia se convierta en un “símbolo” de nuestra comunión visible, mientras perseveramos en la búsqueda de esa unidad plena que el Señor Jesús tan ardientemente deseó (cf. Jn 17, 21). Les aseguro mi recuerdo en la oración, por cada uno de ustedes y por sus Iglesias, y cuento también con la suya por mí y por mi ministerio. Que el Señor los bendiga y que la Madre de Dios los proteja.

Y ahora quisiera proponerles que proclamemos juntos el Credo de Nicea, cada uno en su propia lengua.

[Credo...]

Comentarios

Entradas populares