CATEQUESIS JUBILAR DEL PAPA: CAMBIAR DE PERSPECTIVA SEGÚN EL SUEÑO DE DIOS (01/02/2025)

Un «cambio de rumbo» y «de perspectiva», volver nuestros pasos y nuestra mirada hacia Dios y entrar «en sus sueños»: esto es lo que espera el Papa Francisco de cada hombre y mujer que se hace peregrino en la tierra en este Año Santo de la Esperanza. Esperanza que resonó con fuerza en las voces y en los rostros emocionados de unos ocho mil peregrinos de las Diócesis campanas de Caserta y Capua, que abarrotaron la mañana de este 1º de febrero el Aula Pablo VI, mientras otros dos mil fieles, procedentes de la Diócesis de Sulmona-Valva, en los Abruzos, siguieron la Audiencia Jubilar desde la Basílica de San Pedro. Compartimos a continuación el texto completo de la catequesis, traducido del italiano:

Esperar es voltearse. María Magdalena

Queridos hermanos y hermanas:

El Jubileo es para las personas y para la Tierra un nuevo inicio; es un tiempo donde todo es replanteado dentro del sueño de Dios. Y sabemos que la palabra “conversión” indica un cambio de dirección. Todo se puede ver, finalmente, desde otra perspectiva y así también nuestros pasos van hacia nuevas metas. Así surge la esperanza que nunca defrauda. La Biblia relata esto de muchas maneras. Y también para nosotros la experiencia de la fe ha sido estimulada por el encuentro con personas que en la vida han sabido cambiar y han, por así decirlo, entrado en los sueños de Dios. De hecho, aunque en el mundo hay tanto mal, nosotros podemos distinguir quién es diferente: su grandeza, que coincide a menudo con la pequeñez, nos conquista.

En los Evangelios, la figura de María Magdalena surge por ello sobre todas las demás. Jesús la curó con la misericordia (cf. Lc 8, 2) y ella cambió. Hermanos y hermanas, la misericordia cambia, la misericordia cambia el corazón. Y a María Magdalena, la misericordia la llevó nuevamente a los sueños de Dios y dio nuevas metas a su camino.

El Evangelio de Juan narra su encuentro con Jesús resucitado en una manera que nos hace pensar. Varias veces se repite que María se dio vuelta. ¡El Evangelista escoge bien las palabras! En lágrimas, María mira primero dentro el sepulcro, luego se voltea: el Resucitado no está en la parte de la muerte, sino en la parte de la vida. Puede ser intercambiado con una de las personas que encontramos cada día. Después, cuando escucha pronunciar su nombre, el Evangelio dice que nuevamente María se dio vuelta. Es así como crece su esperanza: ahora ve el sepulcro, pero ya no como antes. Puede enjugar sus lágrimas, porque ha escuchado su nombre: sólo su Maestro lo pronuncia así. El viejo mundo parece que todavía estuviera, pero ya no está. Cuando sentimos que el Espíritu Santo actúa en nuestro corazón y escuchamos que el Señor nos llama por nuestro nombre, ¿sabemos distinguir la voz del Maestro?

Queridos hermanos y hermanas, de María Magdalena, que la tradición llamó “apóstol de los apóstoles”, aprendamos la esperanza. Se entra en el nuevo mundo convirtiéndose más de una vez. Nuestro camino es una constante invitación a cambiar de perspectiva. El Resucitado nos lleva a su mundo, paso a paso, con la condición de que no pretendamos ya saber todo.

Preguntémonos hoy: ¿sé voltearme a mirar las cosas de manera distinta, con una mirada distinta? ¿Tengo el deseo de conversión?

Un yo demasiado seguro, demasiado orgulloso nos impide reconocer a Jesús Resucitado: también hoy, de hecho, su aspecto es el de las personas comunes que se quedan fácilmente a nuestras espaldas. Incluso cuando lloramos y nos desesperamos, lo dejamos a la espalda. En vez de mirar en la oscuridad del pasado, en el vacío de un sepulcro, de María Magdalena aprendamos a voltearnos hacia la vida. Allí nuestro Maestro nos espera. Allí nuestro nombre es pronunciado. Porque en la vida real hay un sitio para nosotros, siempre y en todos lados. Hay un lugar para ti, para mí, para cada uno. Es feo, como se dice comúnmente, es feo dejar la silla vacía: Este lugar es mío; si yo no voy…. Nadie puede quitárnoslo, porque desde siempre ha sido pensado para nosotros. Cada uno puede decir: ¡tengo un lugar, yo soy una misión! Piensen en esto: ¿cuál es mi lugar? ¿Cuál es la misión que el Señor me da? Que este pensamiento nos ayude a asumir una actitud valiente en la vida. Gracias.

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