NUESTRA HISTORIA ESTÁ FIRMEMENTE EN MANOS DE DIOS: ÁNGELUS DEL 07/08/2022

El Papa Francisco introdujo la oración mariana del Ángelus de este 7 de agosto, con una reflexión sobre las “dos palabras -clave” que propone el Evangelio de este domingo “para derrotar los miedos que a veces nos paralizan y para superar la tentación de una vida pasiva, adormecida”. Desde la ventana de su estudio y ante una Plaza de San Pedro repleta de fieles y peregrinos, el Pontífice retomó las palabras de Jesús a sus discípulos en las que los tranquiliza para aplacar sus miedos y los exhorta a estar alerta: la primera es “no temas, pequeño rebaño” (Lc 12, 32); la segunda “estén preparados” (v. 35). Compartimos a continuación, el texto de su alocución, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el Evangelio de la Liturgia de hoy, Jesús habla a los discípulos para tranquilizarles de todo miedo e invitarlos a estar alerta. Son dos las exhortaciones fundamentales que les dirige: la primera es «no temas, pequeño rebaño» (Lc 12, 32); la segunda «estén preparados» (v. 35). “No temas” y “estén preparados”. Se trata de dos palabras-clave para derrotar los miedos que a veces nos paralizan y para superar la tentación de una vida pasiva, adormecida. “No temas” y “estén preparados”: detengámonos en estas dos invitaciones.

No temas. En primer lugar, Jesús anima a los discípulos. Acaba de terminar de hablarles del cuidado amoroso y providente del Padre, que se preocupa de los lirios del campo y de los pájaros del cielo y, por tanto, mucho más de sus hijos. Por eso no hay que afanarse y agitarse: nuestra historia está firmemente en las manos de Dios. Nos alienta esta invitación de Jesús a no temer. A veces, en efecto, nos sentimos presos de un sentimiento de desconfianza y de angustia: es el miedo a no lograrlo, a no ser reconocidos y amados, el miedo a no conseguir realizar nuestros proyectos, a nunca ser felices, etc. Y entonces nos afanamos buscando soluciones, para encontrar algún espacio en el cual emerger, para acumular bienes y riquezas, para obtener seguridades; ¿y cómo terminamos? Terminamos viviendo en la ansiedad y en la preocupación constante. Jesús, en cambio, nos tranquiliza: ¡no teman! Confíen en el Padre, que desea darles todo lo que realmente les sirve. Ya les ha dado a su Hijo, su Reino, y siempre los acompaña con su providencia, cuidando de cada uno de ustedes cada día. No temas: ¡esta es la certeza a la cual atar el corazón! No temas: un corazón atado a esta certeza. No temas.

¡Pero saber que el Señor vela con amor por nosotros no nos autoriza a dormir, a dejarnos llevar por la pereza! Al contrario, debemos estar despiertos, vigilantes. Amar, de hecho, significa tener cuidado del otro, darse cuenta de sus necesidades, estar disponibles para escuchar y acoger, estar preparados.

La segunda palabra: «Estén preparados». Es la segunda invitación de hoy. Es sabiduría cristiana. Jesús repite muchas veces esta invitación, y hoy lo hace a través de tres breves parábolas, centradas en un patrón de casa que, en la primera, vuelve de improviso de las bodas, en la segunda no quiere dejarse sorprender por los ladrones, y en la tercera vuelve de un largo viaje. En todas, el mensaje es este: es necesario estar despiertos, no dormirse, es decir no estar distraídos, no ceder a la pereza interior, porque, incluso en las situaciones en las que no lo esperamos, el Señor viene. Tener esta atención al Señor, no estar dormidos. Es necesario estar despiertos.

Y al final de nuestra vida nos pedirá cuentas de los bienes que nos ha encomendado; por eso, vigilar significa también ser responsables, es decir custodiar y administrar esos bienes con fidelidad. Hemos recibido tanto: la vida, la fe, la familia, las relaciones, el trabajo, pero también los lugares en los que vivimos, nuestra ciudad, la creación. Hemos recibido muchas cosas. Tratemos de preguntarnos: ¿cuidamos este patrimonio que el Señor nos ha dejado? ¿Custodiamos la belleza o usamos las cosas solo para nosotros y para nuestras conveniencias del momento? Tenemos que pensar un poco en esto: ¿somos custodios de cuanto se nos ha dado?

Hermanos y hermanas, caminemos sin miedo, en la certeza de que el Señor nos acompaña siempre. Y estemos despiertos, para que no nos suceda que nos durmamos mientras el Señor pasa. San Agustín decía: “Tengo miedo de que el Señor pase y no me dé cuenta”; de estar dormido y no darme cuenta de que el Señor pasa. ¡Estén despiertos! Que nos ayude la Virgen María, que ha acogido la visita del Señor y, con prontitud y generosidad, ha dicho su “aquí estoy”.

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