MARÍA CANTA LA ESPERANZA Y ENCIENDE DE NUEVO EN NOSOTROS LA ESPERANZA: ÁNGELUS DEL 15/08/2022

Este 15 de agosto, Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, ante una Plaza de San Pedro repleta de fieles y peregrinos de todo el mundo, el Pontífice recordó las palabras de Santa Isabel que, “llenas de fe, alegría y asombro, se han convertido en parte del Ave María”. En su reflexión, el Papa se detuvo en el sentido del cántico de María y consideró que “no busca hacer una crónica del tiempo, sino decirnos algo mucho más importante: que Dios, a través de ella, ha inaugurado un punto de inflexión en la historia, ha establecido definitivamente un nuevo orden de las cosas”. Compartimos a continuación, el texto completo de su alocución, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! ¡Feliz fiesta!

Hoy, Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, el Evangelio nos ofrece el diálogo entre ella y la prima Isabel. Cuando María entra en la casa y saluda a Isabel, le dice: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre» (Lc 1, 42). Estas palabras, llenas de fe y alegría y asombro, se han convertido en parte del “Ave María”. Cada vez que rezamos esta oración, tan hermosa y familiar, hacemos como Isabel: saludamos a María, la bendecimos, porque ella nos trae a Jesús.

María acoge la bendición de Isabel y responde con el cántico, un regalo para nosotros, para toda la historia: el Magnificat. Es un canto de alabanza que podríamos definir como “el cántico de la esperanza”. Es un himno de alabanza y exultación por las grandes cosas que el Señor ha realizado en ella, pero María va más allá: contempla la obra de Dios en toda la historia de su pueblo. Dice, por ejemplo, que el Señor «derribó a los poderosos de los tronos, enalteció a los humildes, colmó de bienes a los hambrientos, despidió a los ricos con las manos vacías» (vv. 52-53). Al escuchar estas palabras, podríamos preguntarnos: ¿no está exagerando la Virgen un poco, describiendo un mundo que no existe? De hecho, aquello que dice no parece corresponder a la realidad; mientras ella habla, los poderosos de ese tiempo no han sido derrocados: el temible Herodes, por ejemplo, está firme en su trono. Y también los pobres y hambrientos siguen así, mientras los ricos siguen prosperando.

¿Qué significa ese cántico de María? ¿Cuál es el sentido? Ella no quiere hacer una crónica del tiempo – no es una periodista –, sino decirnos algo mucho más importante: que Dios, a través de ella, ha inaugurado un punto de inflexión histórico, ha establecido definitivamente un nuevo orden de las cosas. Ella, pequeña y humilde, ha sido elevada y – lo celebramos hoy – llevada a la gloria del Cielo, mientras que los poderosos del mundo están destinados a quedarse con las manos vacías. Piensen en la parábola de aquel hombre rico que tenía frente a su puerta un mendigo, Lázaro. ¿Cómo terminó? Con las manos vacías. La Virgen, en otras palabras, anuncia un cambio radical, una inversión de valores. Mientras habla con Isabel llevando a Jesús en el vientre, anticipa lo que dirá su Hijo, cuando proclame bienaventurados a los pobres y a los humildes y haga una advertencia a los ricos y a los que se basan en su propia autosuficiencia. La Virgen, por tanto, profetiza con este cántico, con esta plegaria: profetiza que no prevalecen el poder, el éxito y el dinero, sino que prevalecen el servicio, la humildad, el amor. Y mirándola en la gloria, comprendemos que el verdadero poder es el servicio – no olvidemos esto: el verdadero poder es el servicio – y reinar significa amar. Y que este es el camino al Cielo. Este es.

Entonces mirándonos a nosotros mismos podemos preguntarnos: ¿esa inversión anunciada por María, toca mi vida? ¿Creo que amar es reinar y que servir es poder? ¿Creo que la meta de mi vida es el Cielo, es el paraíso? ¿O me preocupo sólo de pasarlo bien aquí, me preocupo sólo de las cosas terrenales, materiales? Es más, al observar los acontecimientos del mundo, ¿me dejo atrapar por el pesimismo o, como la Virgen, soy capaz de distinguir la obra de Dios que, a través de la mansedumbre y la pequeñez, realiza grandes cosas? Hermanos y hermanas, María hoy canta la esperanza y enciende de nuevo en nosotros la esperanza. María hoy canta la esperanza y enciende de nuevo en nosotros la esperanza, en ella vemos la meta del camino: Ella es la primera creatura que con todo su ser, en cuerpo y alma, atraviesa victoriosa la meta del Cielo. Nos muestra que el Cielo está al alcance de la mano. ¿Cómo es esto? Sí, el Cielo está al alcance de la mano, si también nosotros no cedemos al pecado, alabamos a Dios en humildad y servimos a los demás con generosidad. No hay que ceder al pecado; pero alguno puede decir: “Pero, padre, yo soy débil” – “Pero el Señor siempre está cerca de ti, porque es misericordioso”. No te olvides de cuál es el estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura; Él siempre está cerca de nosotros con su estilo. Nuestra Madre, nos toma de la mano, nos acompaña a la gloria, nos invita a alegrarnos pensando en el paraíso. Bendigamos a María con nuestra oración y pidámosle una mirada capaz de vislumbrar el Cielo en la tierra.

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