VERDAD Y JUSTICIA EN EL DRAMA DEL PUERTO DE BEIRUT: PALABRAS DEL PAPA A FAMILIARES DE VÍCTIMAS DE LAS EXPLOSIONES DE 2020 EN EL LÍBANO (26/08/2024)

Con profunda emoción, el Papa Francisco recibió este 26 de agosto en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico a los familiares de las víctimas de la explosión que devastó el puerto de Beirut y parte de la ciudad el 4 de agosto del 2020, causando la muerte de doscientas treinta y cinco personas, seis mil quinientas heridas, trescientas mil desplazadas y unos tres mil millones en daños materiales. El pueblo tiene «derecho a palabras y hechos que demuestren responsabilidad y transparencia», afirmó el Santo Padre y abogó por el fin de la guerra en Medio Oriente y para que el «país de los cedros» siga siendo fiel a su vocación de tierra donde «religiones y confesiones distintas se encuentran en fraternidad». Transcribimos a continuación el texto pronunciado por el Papa, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas:

Con gran emoción me encuentro con ustedes, familiares de las víctimas de la explosión en el puerto de Beirut, ocurrida hace cuatro años. He pedido mucho por ustedes y por sus seres queridos, y sigo orando, uniendo mis lágrimas a las suyas. Hoy agradezco a Dios por poder encontrarlos, por expresarles en persona mi cercanía.

Con ustedes hago memoria de todos aquellos a quienes esa tremenda explosión les quitó la vida. El Padre celestial conoce sus rostros, uno por uno, están frente a Él; pienso en el rostro de la pequeña Alexandra. Desde el cielo ven nuestros afanes y piden porque puedan terminar.

Con ustedes pido verdad y justicia, que no ha llegado: verdad y justicia. Todos sabemos que la cuestión es complicada y espinosa, y que pesan sobre ella poderes e intereses en pugna. Pero la verdad y la justicia deben prevalecer sobre todo. Han pasado cuatro años; el pueblo libanés, y ustedes en primer término, tienen derecho a palabras y hechos que demuestren responsabilidad y transparencia.

Con ustedes siento el dolor de seguir viendo, cada día, morir a muchos inocentes, debido a la guerra en su región, en Palestina, en Israel, y el Líbano es el que paga el precio. Toda guerra deja el mundo peor de como lo encontró. La guerra siempre es un error, un error de la política, un error de la humanidad, una rendición vergonzosa, una derrota ante las fuerzas del mal (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 261).

Con ustedes imploro al Cielo la paz que a los hombres les cuesta trabajo construir en la tierra. La suplico para Medio Oriente y para el Líbano. El Líbano es, y debe seguir siendo, un proyecto de paz. No olvidemos lo que un Papa dijo: “El Líbano es un mensaje, y este mensaje es un proyecto de paz” (cf. S. Juan Pablo II, Mensaje a todos los Obispos de la Iglesia Católica sobre la situación en el Líbano, 7 de septiembre 1989). Su vocación, del Líbano, es la de ser una tierra donde comunidades distintas conviven anteponiendo el bien común a los beneficios particulares, donde religiones y confesiones distintas se encuentran en fraternidad.

Hermanas y hermanos, quisiera que cada uno de ustedes sintiera, junto con mi afecto, también el de toda la Iglesia. Nosotros sentimos y pensamos que el Líbano es un país martirizado. Sé que sus pastores, los religiosos y religiosas están cerca de ustedes: les agradezco de corazón por lo que han hecho y siguen haciendo. No están solos y no los dejaremos solos, sino que permaneceremos solidarios con ustedes a través de la oración y la caridad concreta.

Muy queridos todos, les agradezco por haber venido. En ustedes veo la dignidad de la fe, la nobleza de la esperanza. ¡Como la dignidad y la nobleza del cedro, símbolo de su país! Los cedros nos invitan a levantar la mirada a lo alto, al Cielo: en Dios está nuestra esperanza, la que no defrauda. ¡Nuestra esperanza no defrauda! Que la Virgen María, desde el Santuario de Harissa, vele siempre por ustedes y por el pueblo libanés. Los bendigo con todo el corazón. Los llevo en la oración y les pido también a ustedes orar por mí. Gracias.

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