EL CORAZÓN DE LA CATEQUESIS ES QUE JESÚS TE AMA Y NO TE ABANDONA: PALABRAS DEL PAPA A RESPONSABLES DE LA CATEQUESIS EN EUROPA (17/09/2021)

Este 17 de septiembre, al mediodía romano, el Papa Francisco recibió en audiencia en la Sala Clementina del Vaticano a los responsables de las Comisiones de Catequesis de las Conferencias Episcopales Europeas que participaron en el encuentro promovido por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización bajo el lema “Catequesis y catequistas para la Nueva Evangelización”. En su discurso, el Papa agradeció a los catequistas por su gran labor de evangelización y los animó a recordar sin cansarse el anuncio que se convierte en el corazón de la catequesis: “¡Jesucristo resucitado te ama y nunca te abandona!”. Compartimos a continuación el texto completo de su mensaje, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!

Los recibo con placer, en esta ocasión en la que han tenido la oportunidad de dialogar, como responsables para la catequesis de las Iglesias particulares en Europa, sobre la recepción del nuevo Directorio para la Catequesis, publicado el año pasado. Agradezco a S.E. Mons. Rino Fisichella por esta iniciativa, que estoy seguro se extenderá también a las Conferencias Episcopales de los demás continentes, para que el camino catequético común se enriquezca con múltiples experiencias locales.

Acabo de regresar de la celebración del Congreso Eucarístico Internacional, celebrado en Budapest en los días pasados, y la ocasión es favorable para verificar cómo el gran compromiso de la catequesis puede ser eficaz en la obra de evangelización si tiene fija la mirada en el misterio eucarístico. No podemos olvidar que el lugar privilegiado de la catequesis es precisamente la celebración eucarística, donde los hermanos y las hermanas se encuentran juntos para descubrir cada vez más los diferentes modos de la presencia de Dios en su vida.

Me gusta pensar en ese pasaje del Evangelio de Mateo donde los discípulos le preguntan a Jesús: «¿Dónde quieres que preparemos para ti, para que puedas comer la Pascua?» (26 ,17). La respuesta de Jesús manifiesta claramente que ya lo había dispuesto todo: conocía el camino que haría un hombre con el cántaro de agua, sabía de la sala grande ya dispuesta en el piso superior de la casa (cf. Lc 22, 10-12); y, sin decirlo, advertía plenamente lo que había en el corazón de sus amigos por lo que iba a suceder en los días siguientes.

Las palabras iniciales con las que los envía son: «Vayan a la ciudad» (Mt 26, 18). Este detalle —pensando en ustedes y en su servicio— nos hace releer el camino de la catequesis como momento a través del cual los cristianos, que se preparan a celebrar el culmen del misterio de la fe, son invitados a ir primero “a la ciudad”, para encontrar a las personas ocupadas en sus quehaceres cotidianos. La catequesis —como subraya el nuevo Directorio— no es una comunicación abstracta de conocimientos teóricos para memorizar como si fueran fórmulas matemáticas o químicas. Es más bien la experiencia mistagógica de cuantos aprenden a encontrar a los hermanos allí donde viven y trabajan, porque ellos mismos han encontrado a Cristo, que les ha llamado a convertirse en discípulos misioneros. Debemos insistir para indicar el corazón de la catequesis: ¡Jesucristo resucitado te ama y nunca te abandona! Este primer anuncio nunca puede encontrarnos cansados ni repetitivos en las distintas etapas del camino catequético.

Por eso he instituido el ministerio de catequista. Están preparando el ritual para la “creación” —entre comillas— de los catequistas. Para que la comunidad cristiana sienta la exigencia de suscitar esta vocación y de experimentar el servicio de algunos hombres y mujeres que, viviendo la celebración eucarística, sientan más viva la pasión por transmitir la fe como evangelizadores. El catequista y la catequista son testigos que se ponen al servicio de la comunidad cristiana, para sostener la profundización de la fe en lo concreto de la vida cotidiana. Son personas que anuncian sin cansarse el Evangelio de la misericordia; personas capaces de crear los necesarios lazos de acogida y cercanía que permiten gustar mejor la Palabra de Dios y celebrar el misterio eucarístico ofreciendo frutos de buenas obras.

Recuerdo con amor a las dos catequistas que me prepararon para la Primera Comunión, y continué mi relación con ellas como sacerdote y también, con una de ellas que todavía vivía, como Obispo. Sentía un gran respeto, incluso un sentimiento de agradecimiento, sin hacerlo explícito, pero se sentía como una veneración. ¿Por qué? Porque eran las mujeres que me habían preparado para la Primera Comunión, junto con una religiosa. Esta experiencia quiero decírselas porque para mí fue algo hermoso, acompañarlas hasta el final de sus vidas, a los dos. Y también la religiosa que me preparó para la parte litúrgica de la Comunión: ella murió, y yo estaba allí, con ella, acompañándola. Hay una cercanía, un vínculo muy importante con los catequistas.

Como dije el lunes pasado en la Catedral de Bratislava, la evangelización no es mera repetición, nunca, del pasado. Los grandes santos evangelizadores, como Cirilo y Metodio, como Bonifacio, fueron creativos, con la creatividad del Espíritu Santo. Abrieron nuevos caminos, inventaron nuevos lenguajes, nuevos “alfabetos”, para transmitir el Evangelio, para la inculturación de la fe. Esto pide saber escuchar a la gente, escuchar a los pueblos a los que se anuncia: escuchar su cultura, su historia; escuchar no de forma superficial, pensando ya en las respuestas preconcebidas que llevamos en el maletín, ¡no! Escuchar realmente, y confrontar esas culturas, esos lenguajes, incluso y sobre todo lo no dicho, lo no expresado, con la Palabra de Dios, con Jesucristo Evangelio vivo. Y repito la pregunta: ¿no es ésta la tarea más urgente de la Iglesia entre los pueblos de Europa? La gran tradición cristiana del continente no debe convertirse en una reliquia histórica, ¡de otro modo ya no es “tradición”! La tradición está viva o no lo está. Y la catequesis es tradición, es tradere pero tradición viva, de corazón a corazón, de mente a mente, de vida a vida. Por tanto: apasionados y creativos, con el impulso del Espíritu Santo. He utilizado la palabra “preconcebido” para el lenguaje, pero me dan miedo los catequistas con el corazón, la actitud y la cara “preconcebidas”. No. El catequista es libre o no es catequista. El catequista se deja impactar por la realidad que encuentra y transmite el Evangelio con gran creatividad, o no es catequista. Piensen bien en esto.

Muy queridos, a través de ustedes quiero hacer llegar mi personal agradecimiento a los miles de catequistas de Europa. Pienso en particular en los que, a partir de las próximas semanas, dedicarán un gran compromiso a los niños y jóvenes que se preparan para completar su camino de iniciación cristiana. Pero pienso en todos y cada uno. Que la Virgen María interceda por ustedes, para que sean siempre asistidos por el Espíritu Santo. Los acompaño con mi oración y con la Bendición Apostólica. Y también ustedes, por favor, no se olviden de orar por mí. ¡Gracias!

[Bendición]

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