CAMINAR HACIA EL CRUCIFICADO Y EL RESUCITADO: CARTA DE CONCESIÓN ECLESIÁSTICA DEL PAPA AL PATRIARCA DE CILICIA DE LOS ARMENIOS (24/09/2021)

El Santo Padre Francisco concedió este 23 de septiembre, a través de una Carta, la Ecclesiastica Communio que le fue solicitada en conformidad con el can. 76§2 del CCEO (Código de Derecho Canónico de las Iglesias Orientales) por Su Beatitud Raphaël Bedros XXI Minassian, nuevo Patriarca de Cilicia de los Armenios. En su misiva, el Santo Padre manifiesta el deseo de unirse a la alegría de los hijos e hijas de esa Iglesia y de la Iglesia universal, que tanto han acompañado con sus oraciones a los Obispos reunidos en el Sínodo primero en el Líbano, a comienzos del verano, y en estos días en Roma, en el Pontificio Colegio Armenio. Transcribimos a continuación, el texto de la carta, traducido del italiano:

A Su Beatitud Raphaël Bedros XXI Minassian
Patriarca de Cilicia de los Armenios

He recibido la carta con la que Su Beatitud me ha informado que ha sido elegido, el día de hoy, Patriarca de Cilicia de los Armenios por el Sínodo de los Obispos, solicitándome la concesión de la comunión eclesiástica.

Deseo unirme a la alegría de los hijos e hijas de esta Iglesia y de la Iglesia universal, que tanto han acompañado con la oración a los Obispos reunidos primero en el Líbano, a comienzos del verano, y en estos días en Roma, en la sede del Pontificio Colegio Armenio. Cada miembro del pueblo santo de Dios armenio católico esperaba a su Pastor, para ser conocido por él, llamado por su nombre y guiado con la palabra fuerte y mansa del Evangelio.

La elección de Su Beatitud ha tenido lugar en un momento en el que los hombres son particularmente probados por diversos desafíos. Pienso en los sufrimientos de Siria y del Líbano — países donde la Iglesia de Cilicia de los Armenios está presente — así como en la pandemia, que todavía en muchas partes del mundo está lejos de ser superada. Todos los hombres de buena voluntad, especialmente los cristianos, están llamados a hacerse prójimos y a manifestarse como hermanos, venciendo la indiferencia y la soledad. Incluso bajo los diluvios de la historia y en los desiertos de nuestra época, podemos y debemos caminar al encuentro del Crucificado que ha Resucitado.

Conocemos al pueblo armenio como experto en el sufrimiento, por las múltiples pruebas a lo largo de los más de 1,700 años de historia cristiana, pero también por su inagotable capacidad de florecer y dar frutos, a través de la santidad y la sabiduría de sus santos y mártires, la cultura de sus doctores y pensadores, el arte que sabe tallar en la roca el signo de la Cruz como un árbol de la vida, testigo de la victoria de la fe sobre toda fuerza adversa en el mundo.

La Iglesia que Su Beatitud ha sido llamado a guiar está plenamente inserta en las vivencias del pueblo armenio, custodiando su memoria y sus tradiciones, y al mismo tiempo vinculada profundamente al Sucesor del Apóstol Pedro: le encomiendo el cuidado de las jóvenes generaciones, la promoción de las vocaciones, la sabia armonía que debe ser capaz de encontrar entre las diferentes instancias de su comunidad, como las Hermanas de la Inmaculada Concepción, la Congregación Mekhitarista y el Instituto del Clero Patriarcal de Bzommar, así como muchos de sus hijos e hijas que se formaron y viven en el seno de la Iglesia latina, pero son muy conscientes de su pertenencia armenia.

Que le sirvan de guía, ejemplo e intercesión la Toda Santa Madre de Dios y los santos de su tradición, en particular San Gregorio de Narek, a quien tuve la alegría de proclamar Doctor de la Iglesia: que nos indiquen sobre todo el camino de la auténtica fraternidad y del diálogo ecuménico con los hermanos de la Iglesia Armenia Apostólica.

Que la Iglesia Patriarcal de Cilicia de los Armenios pueda, guiada por Su Beatitud junto con los Obispos del Sínodo, seguir tomando la barca en estas primeras décadas del tercer milenio.

Como Sucesor del Apóstol Pedro, llamado a confirmar a los hermanos en la fe, de buen grado le concedo la comunión eclesiástica solicitada, conforme a la Tradición y a las normas vigentes, transmitiéndole mi abrazo de paz y mi Bendición Apostólica.

Roma, San Juan de Letrán, 23 de septiembre de 2021

Francisco

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