SIGAN SIENDO CONTRABANDISTAS DE LA FE: HOMILÍA DEL PAPA EN LA MISA CON LA COMUNIDAD FILIPINA EN ROMA (15/12/2019)

El Santo Padre Francisco celebró la tarde de este 15 de diciembre en la Basílica de San Pedro, la Santa Misa para la comunidad filipina que vive en Roma, con la que da inicio su tradición del Simbang-Gabi: una novena de celebraciones eucarísticas en preparación para la Navidad. El Papa Francisco los animó a seguir siendo “contrabandistas de la fe”, es decir, a seguir llevando el Evangelio por todas las periferias, traspasando todo tipo de fronteras geográficas, culturales y espirituales. Reproducimos a continuación el texto completo de su homilía, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas:

Celebramos hoy el tercer domingo de Adviento. En la primera lectura el profeta Isaías invita a toda la tierra a alegrarse por la venida del Señor, que trae la salvación a su pueblo. Él viene a abrir los ojos a los ciegos y los oídos a los sordos, a curar a los cojos y a los mudos (cf. 35, 5-6). La salvación es ofrecida a todos, pero el Señor manifiesta una ternura especial por los más vulnerables, los más frágiles, los más pobres de su pueblo.

De las palabras del Salmo Responsorial aprendemos que hay otros vulnerables que merecen una mirada de amor especial de parte de Dios: son los oprimidos, los hambrientos, los prisioneros, los forasteros, los huérfanos y las viudas (cf. Sal 145, 7-9). Son los habitantes de las periferias existenciales de ayer y de hoy.

En Jesucristo, el amor salvífico de Dios se hace tangible: «Los ciegos recuperan la vista, los cojos caminan, los leprosos son purificados, los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres se les anuncia el Evangelio» (Mt 11, 5). Estos son los signos que acompañan la realización del Reino de Dios. No sonidos de trompeta o triunfos militares, no juicios y condenas de los pecadores, sino liberación del mal y anuncio de misericordia y de paz .

También este año nos preparamos para celebrar el misterio de la Encarnación, del Emmanuel, el “Dios con nosotros” que hace prodigios en favor de su pueblo, en particular de los más pequeños y frágiles. Tales prodigios son los “signos” de la presencia de su Reino. Y como los habitantes de las periferias existenciales siguen siendo muchos, debemos pedir al Señor que renueve el milagro de la Navidad cada año, ofreciéndonos nosotros mismos como instrumentos de su amor misericordioso hacia los últimos.

Para prepararnos adecuadamente para esta nueva efusión de gracia, la Iglesia nos ofrece el tiempo de Adviento, en el que somos llamados a despertar en los corazones la espera y a intensificar nuestra oración. Con este objetivo, en la riqueza de las diferentes tradiciones, las Iglesias particulares han introducido una variedad de prácticas devocionales.

En Filipinas, desde hace siglos, existe una novena en preparación para la Santa Navidad llamada Simbang-Gabi (Misa de la noche). Durante nueve días los fieles filipinos se reúnen al amanecer en sus parroquias para una especial celebración eucarística. En las últimas décadas, gracias a los migrantes filipinos, tal devoción ha superado las fronteras nacionales y ha llegado a muchos otros países. Desde hace años también se celebra el Simbang-Gabi en la diócesis de Roma, y hoy lo celebramos juntos aquí, en la Basílica de San Pedro.

A través de esta celebración queremos prepararnos para la Navidad siguiendo el espíritu de la Palabra de Dios que hemos escuchado, permaneciendo constantes hasta la venida definitiva del Señor, como nos recomienda el apóstol Santiago (cf. Sant 5, 7). Queremos comprometernos a manifestar el amor y la ternura de Dios hacia todos, especialmente hacia los últimos. Somos llamados a ser fermento en una sociedad que a menudo ya no logra saborear la belleza de Dios y experimentar la gracia de su presencia.

Y ustedes, queridos hermanos y hermanas, que han dejado su tierra en busca de un futuro mejor, tienen una misión especial. Que su fe sea “levadura” en las comunidades parroquiales a las que pertenecen hoy. Los animo a multiplicar las oportunidades de encuentro para compartir su riqueza cultural y espiritual, dejándose al mismo tiempo enriquecer con las experiencias de los demás. Todos estamos invitados a construir juntos esa comunión en la diversidad que constituye un rasgo distintivo del Reino de Dios, inaugurado por Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre. Todos estamos llamados a practicar juntos la caridad hacia los habitantes de las periferias existenciales, poniendo al servicio nuestros diferentes dones, para renovar así los signos de la presencia del Reino. Todos estamos llamados a anunciar juntos el Evangelio, la Buena Nueva de salvación, en todas las lenguas, para llegar así al mayor número de personas posible.

Que el Santo Niño que nos preparamos a adorar, envuelto en pobres pañales y acostado en un pesebre, los bendiga y les dé la fuerza para llevar adelante con alegría su testimonio.

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