QUE FLOREZCA LA ESPERANZA JUBILAR: ORACIÓN DE LEÓN XIV EN EL ACTO DE VENERACIÓN A LA INMACULADA (08/12/2025)

Cien años después de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, el Papa Pío XII inició la tradición de enviar flores a la estatua de la Santísima Virgen María en la Plaza de España de Roma. Unos años más tarde, en 1958, el Papa San Juan XXIII acudió a la Plaza de España y depositó una cesta de rosas blancas a los pies de la estatua.

Continuando con esta práctica de décadas iniciada por sus predecesores, el Papa León XIV conmemoró este 8 de diciembre la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, con una visita a la Plaza de España. Al finalizar el acto de veneración a la Santísima Virgen, el Santo Padre ofreció una oración dedicada a la Madre de Dios, cuyo texto, traducido del italiano, transcribimos a continuación:

¡Dios te salve, María!
Alégrate, llena de gracia,
de esa gracia que, como luz gentil, hace radiantes
a aquellos sobre quienes se refleja la presencia de Dios.

El Misterio te envolvió desde el principio,
desde el seno de tu madre comenzó a hacer grandes cosas en ti,
que pronto requirieron tu consentimiento, ese “Sí” que inspiró muchos otros “síes”.

Inmaculada, Madre de un pueblo fiel,
tu transparencia ilumina Roma con luz eterna,
tu camino perfuma sus calles más que las flores que hoy te ofrecemos.
Muchos peregrinos de todo el mundo, oh Inmaculada,
han recorrido las calles de esta ciudad
a lo largo de la historia y en este año jubilar.
Una humanidad puesta a prueba, a veces pisoteada,
humilde como la tierra de la que Dios la moldeó
y en la que no cesa de soplar su Espíritu de vida.

Mira, oh María, a tantos hijos e hijas en los que no se ha apagado la esperanza:
que brote en ellos lo que tu Hijo ha sembrado,
Él, Palabra viva que en cada uno pide crecer aún más,
tomar carne, rostro y voz.
Que florezca la esperanza jubilar en Roma y en todos los rincones de la tierra,
esperanza en el mundo nuevo que Dios prepara
y del que tú, oh Virgen, eres como la joya y la aurora.
Que después de las puertas santas, se abran ahora otras puertas
de casas y oasis de paz en los que florezca de nuevo la dignidad,
se eduque en la no violencia, se aprenda el arte de la reconciliación.

Venga el Reino de Dios,
novedad que tanto esperaste y a la que te abriste por completo tú misma,
desde niña, desde joven mujer y como madre de la Iglesia naciente.
Inspira nuevas intuiciones a la Iglesia que camina en Roma
y a las Iglesias particulares que en cada contexto recogen
las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias
de nuestros contemporáneos, sobre todo de los pobres,
y de todos los que sufren.
Que el bautismo siga engendrando hombres y mujeres santos e inmaculados,
llamados a convertirse en miembros vivos del Cuerpo de Cristo,
un Cuerpo que actúa, consuela, reconcilia y transforma
la ciudad terrenal en la que se prepara la Ciudad de Dios.
Intercede por nosotros, que nos enfrentamos a cambios
que parecen encontrarnos desprevenidos e impotentes.
Inspíranos sueños, visiones y valor,
tú que sabes mejor que nadie que nada es imposible para Dios,
y que Dios no hace nada solo.

Ponnos el camino, con la prisa que un día movió tus pasos
hacia tu prima Isabel
y la inquietud con la que te hiciste exiliada y peregrina,
para ser bendecida, sí, pero entre todas las mujeres,
primera discípula de tu Hijo,
madre del Dios con nosotros.
Ayúdanos a ser siempre Iglesia con y entre la gente,
levadura en la masa de una humanidad que invoca justicia y esperanza.
Inmaculada, mujer de infinita belleza,
cuida de esta ciudad, de esta humanidad.
Muéstrale a Jesús, llévala a Jesús, preséntala a Jesús.
Madre, Reina de la paz, ruega por nosotros.

Comentarios

Entradas populares