ELIJAMOS LA PAZ COMO CAMINO: PALABRAS DE LEÓN XIV EN LA CEREMONIA DE DESPEDIDA EN EL LÍBANO (02/12/2025)
Señor Presidente, Presidentes del Parlamento y del Consejo de Ministros, Sus Beatitudes y hermanos en el Episcopado, autoridades civiles y religiosas, hermanas y hermanos:
Partir esa vez es más difícil que llegar. Hemos pasado tiempo juntos y, en el Líbano, este espíritu de encuentro es contagioso. Aquí, he encontrado que la gente disfruta reunirse, en lugar de estar aislados. Mientras que llegar a su país significó entrar gentilmente en su cultura, dejar esta tierra significa llevarlos en mi corazón. Entonces, no nos estamos dejando mutuamente; más bien, habiéndonos encontrado, seguiremos juntos hacia delante. Esperamos involucrar a todo el Medio Oriente en este espíritu de fraternidad y compromiso por la paz, incluyendo a aquellos que actualmente se consideran enemigos.
Estoy agradecido, por tanto, por los días que he pasado con ustedes y complacido de que pude realizar el deseo de mi amado predecesor, el Papa Francisco, aquí le hubiera encantado estar aquí. En realidad, él está con nosotros, caminando con nosotros junto con otros testigos del Evangelio que nos esperan en el abrazo eterno de Dios. Somos herederos de lo que ellos creyeron, de la fe, la esperanza y el amor que los inspiraron.
He visto la profunda veneración que su pueblo tiene por la Santísima Virgen María, que es amada tanto por cristianos como musulmanes. Hice oración en la tumba de San Chárbel y sentí las profundas raíces espirituales de este país. Su historia es una fuente valiosa de alimento que puede sostenerlos en el difícil viaje hacia el futuro. Me conmovió profundamente mi breve visita al Puerto de Beirut, donde una explosión devastó el área, sin mencionar la pérdida de muchas vidas. Hice oración por todas las víctimas y llevo conmigo el dolor, y la sed de verdad y justicia de muchas familias, de todo un país.
En estos pocos días, me encontré con muchas personas y estreché muchas manos, recibiendo un sentido de esperanza a partir de estos encuentros. Ustedes son fuertes como los cedros que pueblan sus hermosas montañas, y tan fructíferos como los árboles de olivo que crecen en los valles, al sur y cerca del mar. Al respecto, saludo a todas las regiones del Líbano que no pude visitar: Trípoli y, al norte, Tiro, Sidón – sitios bíblicos – todas estas áreas, especialmente en el sur, que experimentan actualmente un estado de conflicto e incertidumbre. Al abrazarlos a todos ustedes, expresó mi aspiración por la paz, junto con un apremiante llamado: que cesen los ataques y las hostilidades. Debemos reconocer que la lucha armada no trae ningún beneficio. Mientras que las armas son letales, la negociación, la mediación y el diálogo son constructivos. ¡Elijamos a todos la paz como un camino y no sólo como una meta!
Recordemos lo que San Juan Pablo II afirmó mientras estaba entre ustedes: el Líbano es más que un país, es un mensaje. Aprendamos a trabajar juntos y a tener esperanza juntos, para que esto, de hecho, se vuelva una realidad.
¡Que Dios bendiga al pueblo libanés, a todos ustedes, al Medio Oriente y a toda la humanidad! Shukran, ila al-liqa’!

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