SE COMPRENDE LA EUCARISTÍA SI SE DA A LOS MÁS POBRES: PALABRAS DEL PAPA A ORGANIZADORES DEL CONGRESO EUCARÍSTICO DE ESTADOS UNIDOS (19/06/2023)

A los miembros del comité organizador del Congreso Eucarístico de Estados Unidos, el Papa Francisco los recibió cerca del mediodía de este 19 de junio en la Biblioteca del Palacio Apostólico. El Santo Padre les recordó que uno se convierte en testigo creíble de la alegría del Evangelio sólo si reconoce que el amor celebrado en el Sacramento no puede guardarse para uno mismo, sino compartirse con todos: hay que recuperar el sentido de la adoración hecha en silencio, dijo el Sumo Pontífice en el mensaje que les dirigió y cuyo texto reproducimos a continuación, traducido del italiano:

Excelencias, queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos:

Me alegra extenderles una cordial bienvenida a todos ustedes, miembros del Comité organizador del próximo Congreso Eucarístico Nacional de los Estados Unidos de América. Les agradezco por lo que hacen y les animo a continuar en su compromiso, dirigido a reavivar la fe y el amor por la santísima Eucaristía, «fuente y culmen de toda la vida cristiana» (Lumen gentium, 11).

Conocemos el relato de la multiplicación de los panes que se encuentra en el Evangelio de Juan. Los testigos del milagro volvieron con el Señor al día siguiente, con la esperanza de verlo realizar otro signo. Cristo, sin embargo, quería transformar su hambre material en una hambre distinta, la del Pan de vida eterna (cf. Jn 6, 26-27). Por ello Jesús habló de sí mismo como el Pan vivo bajado del cielo, el Pan verdadero que da la vida al mundo (cf. Jn 6, 51). Esta mañana, mientras celebraba la Eucaristía, pensé mucho en esto, porque es lo que nos da la vida. La Eucaristía, de hecho, es la respuesta de Dios al hambre más profunda del corazón humano, el hambre de vida verdadera: en ella Cristo mismo está realmente en medio de nosotros para alimentarnos, consolarnos y sostenernos en el camino. Desafortunadamente, el día de hoy, a veces entre nuestros fieles alguno cree que la Eucaristía es más un símbolo que en la real y amorosa presencia del Señor. Es más que un símbolo, es la real y amorosa presencia del Señor. Deseo, entonces, que el Congreso Eucarístico inspire a los católicos del país a recuperar el sentido de maravilla y asombro por este gran don que el Señor nos hizo y a transcurrir más tiempo con Él en la celebración de la Santa Misa, así como en la oración personal y en la adoración del Santísimo Sacramento. Creo que nosotros en este tiempo moderno hemos perdido el sentido de la adoración. Debemos retomar el sentido de adorar en silencio, adorar. Es una oración que hemos perdido, poca gente sabe qué es esto y ustedes Obispos deben catequizar a los fieles acerca de la oración de adoración; la Eucaristía nos pide hacerlo. A este respecto, no puedo dejar de mencionar la necesidad de promover las vocaciones al sacerdocio, porque, como dice San Juan Pablo II: «No existe la Eucaristía sin Sacerdocio» (Carta a los sacerdotes por el Jueves Santo 2004). Se necesitan sacerdotes para celebrar la Santa Eucaristía.

Confío que el Congreso sea la ocasión para los fieles de comprometerse con cada vez mayor celo a ser discípulos misioneros del Señor Jesús en el mundo. En la Eucaristía encontramos a Aquel que se entregó completamente a nosotros, que se sacrificó para darnos la vida, que nos amó hasta el final. Nos volvemos testigos creíbles de la alegría y la belleza transformadora del Evangelio sólo cuando reconocemos que el amor celebrado en el Sacramento no lo podemos mantener para nosotros, sino que exige ser compartido con todos. Este es el sentido misionero: tú vas, celebras la misa, tomas la Comunión, haces adoración... ¿y después? Después sales, sales a evangelizar, Jesús “nos hace” así... La eucaristía nos impulsa a un amor fuertemente comprometido con el prójimo, porque no podemos realmente comprender y vivir su significado si mantenemos cerrados los corazones a los hermanos y hermanas, especialmente a los que son pobres, a los que sufren, a los que están agotados o perdidos en la vida. Me vienen a la mente dos grupos de personas que debemos ir a buscar siempre: los ancianos, que son la sabiduría de un pueblo, y los enfermos, que son la figura de Jesús sufriente.

Queridos amigos, el Congreso Eucarístico Nacional marca un momento significativo en la vida de la Iglesia estadounidense. Que todo lo que hagan sea ocasión de gracia para cada uno de ustedes y dé fruto al acompañar a los hombres y mujeres de su país hacia el Señor: Él, con su presencia en medio de nosotros, vuelve a encender la esperanza y renueva la vida. Los encomiendo a la materna intercesión de María Inmaculada, patrona de los Estados Unidos de América, y les aseguro mi oración por ustedes, por sus familias y sus comunidades locales. A todos ustedes les imparto mi bendición. Y les pido, por favor, acordarse de orar por mí. Gracias.

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