CERCANÍA CONCRETA A UCRANIA Y SERENIDAD PARA IRÁN, TURQUÍA Y ERITREA: MENSAJE DEL PAPA A LAS OBRAS PARA LA AYUDA A LAS IGLESIAS ORIENTALES (22/06/2023)

El Papa Francisco no leyó el discurso preparado, explicando que estaba “todavía un poco bajo los efectos de la anestesia total” que sufrió durante la operación de laparotomía el 7 de junio en el Hospital Gemelli. “La respiración no es buena”, dijo el Santo Padre a los miembros de la ROACO, la Reunión de las Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales, y de la Youth Conference reunidos en sesión plenaria en Roma del 19 al 22 de junio para hacer un balance de las dificultades que atraviesan tantos países, en particular Tierra Santa, Eritrea, Turquía e Irán, y a quienes recibió este 22 de junio en la Sala Clementina del Vaticano. Compartimos a continuación el texto de su discurso, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas:

Me alegra encontrarlos en la conclusión de los trabajos de su Sesión Plenaria. Saludo al Arzobispo Claudio Gugerotti, a los representantes pontificios, a los superiores y oficiales del Dicasterio y, a través de ustedes, queridos representantes de las agencias, a cuantos en las distintas regiones hacen posible su generosidad. La generosidad solidaria es a menudo la única respuesta concreta a la injusticia y al dolor que oprimen a tantos seres humanos. Les agradezco, amigos, porque se dedican a una solidaridad activa, que ayuda a sanar las heridas y es como una caricia en el rostro de quienes sufren. Una caricia que restituye esperanza en el alboroto de los conflictos.

Es tremendo, hoy, el contraste con el designio de Dios: designio de paz, de fraternidad y concordia para todos. Designio que invita a dejar de combatir mutuamente y a unir aún más las fuerzas para luchar contra el hambre y las enfermedades. La Biblia nos habla de los proyectos de paz de Dios (cf. Jer 29, 11), pero nos muestra también, desde el principio, la violencia del hermano contra el hermano: Caín y Abel, el asesinato del inocente. Dios, que echó a Caín, impidió sin embargo que fuera asesinado (cf. Gen 4, 1-16). Es el primer acto de Justicia y de misericordia. ¡Cuánto bien hace, ante todo nosotros los cristianos, escuchar con corazón abierto esta Palabra sagrada, para dejarse iluminar y guiar no por nuestros propios designios, sino por el designio misericordioso de Dios, que quiere abrazar y salvar a todos los hombres, a todos los hermanos de Jesús!

En este encuentro de la ROACO pusieron al centro las esperanzas de los jóvenes de las Iglesias Orientales. Es una decisión sabia: escuchar juntos, de su boca, los deseos que llevan en el corazón. Los jóvenes quieren ser protagonistas del bien común, que debería ser la “brújula” del actuar social. Queridos jóvenes aquí presentes, ustedes viven en tierras donde restaurar el bien común es condición esencial para sobrevivir. ¡Que sean centinelas de paz para todos, profetas que sueñan y anuncian un mundo distinto y ya no dividido!

En la exhortación apostólica Ecclesia in Medio Oriente, sobre la cual, a diez años de su publicación, la ROACO recientemente organizó un gran encuentro en Chipre, Benedicto XVI animaba a los jóvenes «a cultivar continuamente la amistad verdadera con Jesús a través de la fuerza de la oración» (n. 63). Esta es para los cristianos la fuente primaria del actuar: la fe viva en el señor que dio la vida por sus hermanos. Si partimos de ahí, del amor crucificado y resucitado, será más fácil rechazar no solo los particularismos, sino también el triunfalismo, y refutar una solidaridad exhibida para hacerse agradables y ser relevantes. Sí, el corazón atravesado de Dios nos libera de una caridad pensada como un oficio, un cálculo de puro filantropismo, una burocracia de bondad o, peor, un entretejido de intereses políticos. Es la cruz, supremo involucramiento de Dios en el sufrimiento de la humanidad, la que indica a los cristianos, de manera particular a los jóvenes, la autenticidad que buscan, el valor de dar testimonio, la fuerza para superar el individualismo y la indiferencia que hoy predominan, y hacer crecer la compasión. Com-pasión: una palabra que está en el corazón de nuestra fe, porque nos muestra el amor de Dios que se involucra totalmente en los sufrimientos del hombre.

Hermanos y hermanas de la ROACO, ustedes se involucran en el terreno árido del dolor para hacer germinar semillas de esperanza. Pienso en su reciente esfuerzo para contribuir a sanar las heridas del terremoto en Turquía y Siria, en medio de los cotidianos sufrimientos de pueblos duramente probados. Espero que se pueda realmente continuar ayudando a esas poblaciones; se han hecho muchas promesas, pero aún resulta difícil utilizar los sistemas bancarios normales para enviar ayuda a las víctimas. Les agradezco por el gran compromiso con el que ayudan a Ucrania para sostener a los desplazados internos y a los refugiados. A sus esfuerzos por ese querido país hace algunos años quise unir el mío con la iniciativa “El Papa por Ucrania” y después con otras intervenciones constantes. Pero quisiera aprovechar también esta ocasión para invitar a todos a no dejar que falte una cercanía concreta, cercanía de oración y caridad, con el martirizado pueblo ucraniano. En la plenaria que apenas ha concluido, junto con la acostumbrada atención la Tierra Santa y Medio Oriente, se han enfocado en proyectos de ayuda en Irán, Turquía y Eritrea. Que los enormes tesoros humanos y naturales que Dios entregó a esas hermosas tierras puedan ser valorados y llevar un poco de serenidad a sus habitantes.

Muy queridos todos, les renuevo la gratitud por su servicio. Bendigo a cada uno de ustedes y a su trabajo. Y ustedes, por favor, sigan orando por mí.

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