PELIGRA EL EQUILIBRIO CIVIL Y RELIGIOSO EN EUROPA DEL ESTE: PALABRAS DEL PAPA A LOS ASUNCIONISTAS (22/06/2023)

Al recibir en la Sala del Consistorio este 22 de junio por la mañana a los agustinos de la Asunción, reunidos en Capítulo General, el Papa Francisco les recordó los ámbitos consolidados en los que se expresa su carisma: el apostolado de las peregrinaciones, el compromiso en los medios de comunicación y la Misión en Oriente. Además, el Pontífice aludió a la presencia de la Orden en Tierra Santa, “donde la condición de los cristianos está amenazada”. El Capítulo General de los Asuncionistas tiene como tema “El Reino de Dios está cerca (Mc 1, 15). Vivir y anunciar la esperanza del Evangelio”. Transcribimos a continuación, el texto completo de su intervención, traducido del italiano:

Queridos hermanos, buenos días y bienvenidos:

Me alegra recibirlos mientras se dirigen al término de su 34º Capítulo General. Saludo al nuevo Superior General – agradeciendo al saliente por su trabajo – y te extiendo mis mejores deseos a ti y al Consejo que han elegido.

Quisiera compartir algunas reflexiones con respecto al tema que orienta sus trabajos capitulares: «El Reino de Dios está cerca» (Mc 1, 15). Vivir y anunciar la esperanza del Evangelio. Esta es una buena manera de actualizar el lema que les dejó su fundador, el Venerable Emmanuel d’Alzon, en el espíritu de San Agustín: Adveniat Regnum tuum! Y de hecho, una de las misiones principales de la vida religiosa apostólica es la de manifestar muy concretamente, en lo cotidiano, esta cercanía del Reino, y por tanto esta esperanza para cada persona y para todo el mundo. Donde quiera que se encuentren, ustedes son signos del Reino con su cercanía a la gente a la que son enviados.

Tal proximidad pasa naturalmente a través de las obras, tanto las propias de su Congregación, como aquellas vinculadas a las iniciativas apostólicas de la Iglesia con las que contribuyen. Pero, más allá de las acciones, está el hecho mismo de hacerse próximos a las personas, a partir de las que tienen más necesidad de una presencia solidaria y fraterna, a mostrarles que el Reino de Dios se acerca, que existe un horizonte, que existe una esperanza, que la vida no está cerrada: esto, hacerlo sentir a través de su testimonio evangélico. El testimonio tiene esta fuerza: la de abrir las ventanas para ver la esperanza del Reino que está cerca.

Me gusta, a este respecto, mencionar de manera particular dos realizaciones, ya consolidadas y siempre vivas, de su Congregación: el apostolado de las peregrinaciones, empezando por la Peregrinación Nacional a Lourdes, de la que han difundido el fervor a países lejanos, hasta América Latina. Recuerdo, de niño, que había Hermanas Asuncionistas en Buenos Aires, y desde ahí organizaban peregrinaciones a Lourdes. De niño… Era como una estrella que alcanzar… Recuerdo bien eso. Y después el compromiso en los medios, que desarrollan en todos los continentes, para un público variado, incluso lejano a la Iglesia.

Permítanme recordar también uno de sus apostolados históricamente más incisivos y todavía presente, aunque más modesto: su Misión de Oriente. ¡Gracias! Los animo a seguir adelante con dicha misión, en Medio Oriente donde la condición de los cristianos es objeto de amenazas y en Europa oriental, donde la guerra en Ucrania pone en peligro el equilibrio civil y religioso de la región. Quiero también expresarles la gratitud de la Santa Sede por la fidelidad de su compromiso en la pequeña Iglesia católica de rito bizantino en Bulgaria, que cuenta con ustedes. Su larga experiencia de diálogo con la Ortodoxia, así como también con el Islam y el Judaísmo, es valiosa para la Iglesia; que ella pueda hacer de ustedes, hoy más que nunca, artesanos de unidad y comunión al servicio de la paz.

El objetivo de su Capítulo General era el de definir las grandes líneas de su acción para los seis años próximos. [Dirigiéndose al Superior] Y te toca a ti guiar esto. Les aseguro mi oración y mi confianza para que puedan invertir las mejores fuerzas, en particular las de los países del sur del mundo que, en su Instituto como en muchos otros, están relevando los recursos que ahora disminuyen en el norte. Me dicen que un miembro de cada tres de su Instituto está en formación. ¡Eso es grande! En este momento de escasez de vocaciones, de natalidad cero, “ocasional”, digámoslo así, esa es una gracia. Esta proporción notable les abre perspectivas para el futuro, pero constituye al mismo tiempo un gran desafío para la transmisión de su carisma. Por favor, que los formandos reciban bien el carisma. Doy gracias junto con ustedes por esta renovada vitalidad que el Señor les concede. Y los invito a acoger sin miedo a esta novedad, como un signo de los tiempos, aunque a veces ésta puede asustarnos: todos tenemos un poco de miedo de la novedad, pero debemos ser valientes. ¿El Reino de Dios no es en sí mismo una irrupción radical de novedad para nuestra humanidad? Es esto. Valientes.

Para aprovechar este desafío, no teman cultivar en ustedes y alrededor de ustedes el “triple amor” que les enseñó el Padre d’Alzon: amar a Cristo, amar a la Virgen María y amar a la Iglesia. Así serán fieles a su carisma y encontrarán los caminos al mismo tiempo fieles e innovadores para actualizarlo.

En todas estas cosas, estos caminos antiguos y nuevos, queridos hermanos, puede encontrar con mi oración y mi confianza. La Iglesia tiene confianza en ustedes. Deseo una buena conclusión del Capítulo y una buena misión a todos ustedes, donde quiera que el Señor los manda. A todos les bendigo. Y, por favor, no se olviden de orar por mí.

Comentarios