“HACER CORO” A PESAR DE LAS DIFICULTADES: CARTA CONJUNTA DEL DICASTERIO PARA LA VIDA CONSAGRADA Y EL DICASTERIO PARA LA CULTURA Y LA EDUCACIÓN (28/06/2023)

En una carta conjunta, dada a conocer este 28 de junio, firmada por el Card. Braz de Aviz, Prefecto del Dicasterio para la Vida Consagrada y por el Card. de Mendonça, Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, se agradece a los participantes en el encuentro celebrado el mes pasado en el Vaticano con los representantes de escuelas e instituciones católicas. “Que ninguno sea excluido de la danza de la vida”, dice el documento, que transcribimos a continuación, traducido del italiano:

A cuantos están involucrados en la misión educativa de las escuelas católicas:

Queridas, queridos todos:

El pasado 22 de mayo de 2023, el “Dicasterio para la Cultura y la Educación” y el “Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica” invitaron al Vaticano a algunos protagonistas de la red mundial de escuelas católicas, para que contaran en primera persona las potencialidades y los desafíos de la misión educativa, en este etapa de la historia, descrita por el Papa Francisco no tanto como «época de cambios, sino cambio de época». [1]

¿Por qué la invitación a este tiempo de escucha fue dirigido no sólo por el Dicasterio dedicado a la educación, sino también por el Dicasterio que se ocupa de la vida consagrada? Porque una porción muy consistente de las más de 240,000 escuelas católicas que hacen a la Iglesia uno de los protagonistas de la educación primaria y secundaria en el mundo está guiada por Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. La iniciativa común no era sólo estratégica, sino intentaba ante todo honrar lo que es recomendado por la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium que invita a la «escucha recíproca», donde «cada uno tiene algo que aprender» (n. 4). En esa ocasión, como organismos de la Santa Sede al servicio del Santo Padre aprendimos de quien trabaja en primera línea en la educación; además cada uno de los dos Dicasterios aprendió del otro. De hecho, dos ojos ven mejor que uno y dos oídos oyen mejor que uno.

Deseamos agradecer a todos aquellos que están dedicando los mejores recursos de la vida a la importante misión educativa a la que son llamados. Gracias a los docentes y a todo el personal administrativo y de servicio que componen la comunidad educativa global, hilos de colores distintos tejidos en un tapiz único. Gracias a todas las familias que, valiéndose de la capacidad formativa de la comunidad cristiana, hacen crecer a sus hijos e hijas en una alianza educativa con las escuelas católicas. Gracias a los Obispos, a las Diócesis de todo el mundo, a los Institutos de Vida Consagrada y a las Sociedades de Vida Apostólica que invierten notables energías humanas y recursos financieros para el mantenimiento de escuelas de larga edad y para la constitución de nuevas. Vistos desde lo alto, los gestos de estos actores – cada uno con su propio toque y carisma – componen una grandiosa coreografía, deseosa de que nadie sea excluido de la danza de la vida.

Es verdad, en el encuentro de mayo pasado surgieron también graves dificultades. Algunas unen al mundo entero, otras pesan en determinados contextos: la reciente pandemia hace sentir hasta ahora sus efectos, la crisis económica global, la falta de natalidad, la pobreza grave, la injusta desigualdad de acceso al alimento, agua, salud, educación, información, cultura e internet. A ello se agrega, al menos en algunas naciones, una falta de reconocimiento por parte del sistema legislativo de la paridad económica de las escuelas no estatales. Además, distintas Diócesis del mundo, Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica están viviendo una significativa disminución vocacional. Y, al menos en el mundo occidental, la fe en Dios permanece fuertemente marginalizada de la vida pública y, más en general, de la vida de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Este dato tiene ciertamente efectos prácticos complejos que inducen incluso al cierre o la desaparición de algunas escuelas, con una pérdida enorme de “personalidad” en el sistema escolar. De hecho, donde se apaga una escuela diocesana o religiosa, se borran del ambiente educativo las huellas de la historia de esa única Iglesia local, del carisma inconfundible de esa familia religiosa. Cuando se asiste al doloroso cierre de una escuela se apaga un lugar que identifica y custodia una porción de esperanza. Finalmente se ha notado que circunstancias, oportunidades y cuestiones inéditas hacen, en algunos casos, más difícil la expresión de la identidad cristiana y católica de manera dialogante pero firme, sólida pero afable.

La situación podría asustar, también debido a la rapidez de sus efectos. Sin embargo, recordemos que precisamente de situaciones atemorizantes – como el caos antes de la Creación (Gn 1, 2) – Dios produce sus obras más sorprendentes. La lectura de algunos datos que describen la realidad corre el riesgo de inhibir la esperanza; sin embargo, lo que a primera vista bloquea la valentía, podría en realidad mostrarse como un “punto de partida”, un “starting block” que favorece un nuevo impulso, hacia delante. Por ejemplo, el contexto complejo en que estamos llamados a trabajar como escuelas católicas podría favorecer una mayor disponibilidad para «hacer coro», como recientemente el Santo Padre pidió también a las Pontificias Instituciones Académicas Romanas (Audiencia del 25 de febrero 2023). Desafortunadamente, a veces las Escuelas Católicas operan en un mismo territorio no como solistas que, gracias a su singular timbre vocal, ponen en riesgo a todo el coro, pero como voces fuera del coro, aisladas, sin contexto; en algunos casos incluso en disonante concurrencia. Es necesario, y urgente, hacer coro entre los distintos Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica comprometidos en la educación; hacer coro entre los Obispos, los párrocos, toda la pastoral diocesana y la riqueza de carismas educativos garantizada por las escuelas pertenecientes a Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. Es indispensable que clero, religiosos y religiosas, laicos hagan coro y a estos últimos se les garantice la posibilidad De hacerse eco de la voz educativa de una Diócesis e incluso del timbre singular de un carisma religioso. Con tal propósito, exhortamos a poner en movimiento iniciativas, incluso con carácter experimental, vibrantes en imaginación y creatividad, capaces de compartir y de futuro, precisas en el diagnóstico y abiertas en la visión. Que el temor a los riesgos no apague la audacia; de hecho, la crisis no es el momento para meter la cabeza bajo la arena, sino para mirar las estrellas, como Abraham (Gen 15, 5).

En las líneas finales de esta carta queremos insistir en el “Tú debes”. Sí, todos debemos de manera más decisiva “hacer coro”. Y lo hacemos seguros de la potencialidad y belleza de la misión educativa, «derecho inalienable» que favorece la dignidad de la persona humana (Gravissimum Educationis 1). Como organismos llamados a ayudar al Santo Padre en el desarrollo de su ministerio petrino, deseamos ante todo animarlos. Por ello recurriremos a modos antiguos y nuevos de escucharlos, recorriendo un camino común, para que la realidad sea tomada en urgente consideración y puedan surgir del cuerpo eclesial soluciones de futuro, incluso en contextos exigentes. Que el Espíritu de Cristo ilumine nuestros sentidos, haciéndolos capaces de discernir, imaginar y arriesgar.

Los saludamos con estima agradecida y partícipe.

João Braz Card. de Aviz
Prefecto
DIVCSVA

José Tolentino Card. Calaça de Mendonça
Prefecto
DCE

José Rodríguez Carballo, O.F.M.
Arzobispo Secretario
DIVCSVA

Mons. Giovanni Cesare Pagazzi
Secretario
DCE


[1] cf. Papa Francisco, Felicitaciones de Navidad a la Curia Romana, 21 de diciembre 2019.

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