QUE UNA EUROPA UNIDA TENGA HOY “UN PROYECTO DE ALCANCE MUNDIAL”: MENSAJE DEL PAPA A MIEMBROS DEL PARTIDO POPULAR DEL PARLAMENTO EUROPEO (11/06/2023)

La audiencia del Papa Francisco con miembros del Grupo del Partido Popular del Parlamento Europeo estaba prevista para el 9 de junio en el Vaticano. Dado que el encuentro no tuvo lugar, el Santo Padre envió un mensaje desde el Hospital Gemelli a su presidente, Manfred Weber, en el que pide a los parlamentarios una fuerte toma de conciencia de la responsabilidad de los políticos cristianos “para traducir el gran sueño de la fraternidad en acciones concretas de buena política a todos los niveles”. Compartimos a continuación el texto del mensaje, traducido del italiano:

A los miembros del Grupo del Partido Popular Europeo en el Parlamento Europeo

Ilustres señoras y señores:

Me alegra dirigirles un saludo cordial a ustedes, miembros del Grupo del Partido Popular Europeo en el Parlamento Europeo, institución que visité en noviembre de 2014, y aprovecho la ocasión para compartir con ustedes algunas reflexiones.

La primera: son parlamentarios, por tanto, son representantes de los ciudadanos que les han confiado un mandato. Cuando fueron las primeras elecciones del Parlamento Europeo, la gente se interesó, era una novedad, un paso adelante importante en la construcción de la Europa unida. Pero, como siempre, con el paso del tiempo el interés disminuye; y entonces es necesario cuidar bien la relación entre ciudadanos y parlamentarios. Este es un problema clásico de las democracias representativas. Y si ya es difícil mantener vivo el vínculo al interior de cada país, con mayor razón lo es para el Parlamento Europeo, que es todavía más “lejano”. Pero por otra parte hoy la comunicación puede ayudad mucho a superar las distancias.

Un segundo punto: el pluralismo. Es claro que un gran grupo parlamentario tenga que prever un cierto pluralismo interno. Si embargo, sobre algunas cuestiones en que están en juego valores éticos primarios y puntos importantes de la Doctrina Social Cristiana es necesario estar unidos. Esto me parece un aspecto particularmente interesante, porque pide pensar en la formación permanente de los parlamentarios. Es normal que también ustedes necesiten momentos de estudio y reflexión en los cuales profundizar y confrontarse sobre cuestiones éticamente más relevantes. Es un desafío apasionante, que se juega sobre todo al nivel de la conciencia y que saca a la luz la calidad de quien hace política. El político cristiano debería distinguirse por la seriedad con que enfrenta los temas, rechazando las soluciones oportunistas y teniendo siempre firmes los criterios de la dignidad de la persona y del bien común.

A este respecto, ustedes tienen un patrimonio riquísimo del cual abrevar para dar su contribución original a la política europea, es decir la Doctrina Social de la Iglesia. Pensemos, por ejemplo, en los dos principios de solidaridad y subsidiaridad y en su dinámica virtuosa. Existen aspectos ético-políticos, ligados a cada uno de estos dos principios, que ustedes comparten con colegas de distintas afiliaciones, que acentúan respectivamente o uno o el otro; pero la intersección de los dos, el hecho de llevarlos a cabo juntos y hacerlos funcionar de manera complementaria, esto es propio del pensamiento social y económico de inspiración cristiana, y por ello es confiado particularmente a su responsabilidad.

Otro aspecto que tiene analogía con esto: la visión de una Europa que tenga tanto unidad y diversidad. Esto es fundamental; tuve manera de subrayarlo recientemente en la visita a Hungría. Una Europa que valore plenamente las distintas culturas que la componen, su riqueza enorme de tradiciones, de lenguas, de identidades, que son las de sus pueblos e historias; y que al mismo tiempo sea capaz, con sus instituciones e iniciativas políticas y culturales, de hacer que este mosaico riquísimo dé origen a figuras coherentes.

Y para esto se requiere una fuerte inspiración, un “alma”, a mí me gusta decir que se necesitan “sueños”. Se necesitan valores altos y una visión política de altura. No pretendo con ello disminuir la importancia de la gestión ordinaria, de la buena administración normal, más aún, si esta es buena ya es muchísimo. Pero no basta, no basta para sostener una Europa que se encuentra haciendo frente a los grandes desafíos globales del siglo XXI. Para enfrentar tales desafíos como Europa unida, se necesita una inspiración alta y fuerte. Y ustedes, quisiera decir, deberían ser los primeros en atesorar los ejemplos y enseñanzas de los padres fundadores de esta Europa. La apuesta original, que puede ser también la apuesta actual, es la de apuntar no sólo a una organización que tutele los intereses de las naciones europeas, sino hacia una unión donde todos puedan vivir una vida «a la medida del hombre, fraterna y justa» [1].

Quisiera poner en evidencia este término: fraterna. Como saben, la fraternidad y la amistad social es el gran “sueño” que he compartido con toda la Iglesia y todos los hombres y mujeres de buena voluntad (cf. Enc. Fratelli tutti, 8). Pienso que la fraternidad puede ser también fuente de inspiración para quien quiera hoy re-animar a Europa, para que responda plenamente a las expectativas tanto de sus pueblos como del mundo entero. Porque un proyecto de Europa hoy no puede ser más que un proyecto de alcance mundial. Considero que los políticos cristianos hoy deberían reconocerse por la capacidad de traducir el gran sueño de fraternidad en acciones concretas de buena política a todos los niveles; local, nacional, internacional. Por ejemplo: desafíos como el de las migraciones, o el del cuidado del planeta, me parece que se pueden enfrentar sólo a partir de este gran principio inspirador: la fraternidad humana.

Queridos amigos, hagamos memoria de los orígenes: no olvidemos cómo nació la Europa unida; no olvidemos la tragedia de las guerras del siglo XX. El gradual y paciente trabajo de construcción de una Europa unida, en ámbitos primero particulares y después cada vez más generales, ¿qué tenía en el interior como inspiración? ¿Qué ideal, si no el de generar un espacio donde se pudiera vivir en libertad, justicia y paz, respetándose todos en la diversidad? Hoy este proyecto es puesto a prueba en un mundo globalizado, pero puede ser relanzado abrevando de la inspiración original, que es más que nunca actual y fecunda no sólo para Europa, sino para toda la familia humana.

Y quisiera concluir con una última observación: ¿quiénes son los que viven más la Europa unida? Ustedes me lo enseñan: son los jóvenes. Hoy se comienza muy rápido a realizar períodos de estudio en el extranjero; después, para la Universidad, especialmente las especializaciones, el horizonte es europeo; y así para la búsqueda de trabajo… No me refiero a la triste necesidad, que desafortunadamente existe, de ir lejos por la falta de oportunidades en la patria; no, sino al hecho de que para los jóvenes ya es normal, por ejemplo, hacer una primera parte de los estudios en el propio país y especializarse en otro. Un poco como ocurría en el Medioevo; se estudiaba un poco en Padua, un poco en París, un poco en Oxford o en Heidelberg… Mirémoslos a ellos, a los jóvenes, y pensemos en una Europa y en un mundo que estén a la altura de sus sueños.

Por eso los animo a seguir adelante con valentía y esperanza, con la ayuda de Dios. Que el Evangelio sea su estrella polar y la Doctrina Social, su brújula. Bendigo de corazón a todos ustedes y a sus seres queridos. Y les pido por favor orar por mí. Gracias.

Roma, Policlínico “Gemelli”, 9 junio 2023

FRANCISCO


[1] P.H. Spaak, Discurso pronunciado en ocasión de la firma de los Tratados de Roma, 25 marzo 1957.

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