LA COMUNIDAD NO SE HACE EN EL ESPEJO, SINO CAMINANDO JUNTOS: PALABRAS DEL PAPA A FIELES MILANESES (25/03/2023)

Realidades diversas y variedad en la comunión son la riqueza de la Iglesia: un medio más poderoso que la palabra para anunciar el Evangelio. Así lo dijo el Papa Francisco a los aproximadamente 2,000 fieles de las parroquias de San Giovanni y Passirana di Rho, en la provincia de Milán, recibidos este 25 de marzo en el Aula Pablo VI del Vaticano, a los que recordó: “La parroquia es un lugar donde uno puede sentirse amado, ampliar el círculo, buscando puntos en común más que motivos de división”. Reproducimos a continuación el texto de su mensaje, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días:

Saludo a todos ustedes y en particular a Mons. Michele di Tolve, su párroco, al que conozco desde hace muchos años y a quien agradezco por sus palabras. Lo conocí cuando apenas había sido nombrado Cardenal: había ido a visitar a una prima mía y ella me habló de un vice párroco excepcional que tenían ahí, “¡vaya que trabaja el padre!” – “¿Ah sí? Llévame a conocerlo, pero no le digas que soy un Cardenal” – “No, no le diré”. Me quité el anillo, llegamos al oratorio y él iba de un lado a otro, se movía como un bailarín con todos... Así lo conocí. Y así ha seguido toda la vida: uno que sabe moverse, no espera que las ovejas vengan a buscarlo. Y como Rector del Seminario hizo mucho bien, a los jóvenes que se preparan para el sacerdocio, mucho bien. Ahora, como párroco, hace mucho bien y por eso quisiera frente a todos ustedes dar testimonio y agradecer por lo que está haciendo: ¡gracias, gracias!

Hace tiempo le dije a don Michele que deseaba conocerlos y hoy ustedes me han alegrado: ¡gracias por haber venido! El verano pasado, llamando a Mons. Michele por teléfono durante sus vacaciones comunitarias, pude saludar también a algunos del grupo y escuché la alegría y el entusiasmo por estar juntos.

Hoy han venido en gran número y sé que hicieron también algún sacrificio para poder estar todos y no excluir a nadie. Representan muchas realidades distintas de sus parroquias y traen con ustedes, en el corazón, a los hermanos y hermanas que por diversos motivos no han podido venir, gracias. Agrupan generaciones, proveniencias, servicios y dones diferentes y complementarios y eso es hermosísimo. ¡La Iglesia es esto! La iglesia de hecho es un cuerpo compuesto por muchos miembros, todos al servicio unos de otros y todos animados por el mismo amor: el de Cristo (cf. 1 Cor 12, 12). Y cuando la Iglesia no es así, cae en la mundanidad, cae en él clericalismo que es una cosa terrible. Acuérdense siempre que es con la belleza y la riqueza de esta variedad y de esta comunión que ustedes llevan a Jesús al mundo: este es el medio más poderoso con el que anuncian el Evangelio, ¡aún antes que las palabras!

Algunos de los grupos presentes en este año festejan un aniversario especial. Agradecemos juntos al Señor, de quien somos todos humildes servidores, por el bien que ha realizado y que sigue realizando a través de nosotros y renovamos nuestro compromiso de ser generosos en el don de nosotros mismos y dóciles a su voluntad. Mons. Michele, en su saludo, recordó entre otras cosas precisamente las palabras que pronuncié hace diez años, el 13 de marzo de 2013. Apenas elegido Obispo de Roma, asomándome por primera vez a la logia de la Basílica de San Pedro, decía: «Comenzamos este camino juntos: Obispo y pueblo […]. Un camino de hermandad, de amor, de confianza entre nosotros». Es el deseo que me ha acompañado todos estos años y es el deseo que les hago también a ustedes, con su Obispo. Yo soy el Obispo de Roma, pero ustedes tienen otro. ¡Adelante!

Los exhortó a caminar juntos como hermanos y hermanas, porque la hermandad hacia las personas más libres y felices. ¡El mundo no termina con nosotros mismos, por favor! La comunidad no se construye frente al espejo, yo y el espejo, ¡no! Descubrimos verdaderamente el mundo sólo cuando caminamos junto con los demás, día tras día. Por eso es importante la Parroquia: porque ese lugar en el cual, siguiendo a Jesús, nos encontramos, nos conocemos, nos enriquecemos unos a otros, personas de distintas generaciones y distintas condiciones culturales y sociales, todos con algo único que dar y recibir. Vemos en nuestras ciudades lo que sucede cuando nos olvidamos de esto: en el horizonte se restringe y todos se vuelven más solos.

Caminar juntos, caminar con amor. Que el amor entre ustedes tenga siempre el primer lugar (cf. 1 Cor 13, 1-13; Enc. Fratelli tutti, 92). A través de las actividades formativas, la Escuela de la Infancia, los grupos, las actividades del Oratorio, la atención a los pobres y a los últimos, a las personas ancianas y solas, a los novios y a las familias jóvenes, a través de la banda musical y las actividades deportivas, ustedes preparan el terreno, a veces un poco árido y duro, para sembrar amor y transformar el territorio en el que viven en una campiña exuberante, rica de los frutos buenos del Evangelio. En particular, amar significa “ensanchar el círculo”, construyendo unidad en la confianza y la acogida, trabajando juntos y buscando siempre los puntos en común y las ocasiones para hacer comunidad, más que los motivos de división (cf. Fratelli tutti, 97). Respetar las diferencias.

¿Saben?, yo fui párroco durante 6 años y esa experiencia la llevo en el corazón. Me gustaba la Misa con los niños... Piensen que en ese barrio había muchos y en la misa dominical de los niños había 200, 280 – en ese barrio, las familias tienen cuatro o cinco niños –, y siempre comenzaba a dialogar con ellos. Una vez – era Pentecostés – decía: “¡Hoy es Pentecostés!”. Los niños respondían: “Sí padre, sí”. “En resumen, es el Espíritu Santo... ¿Quién de ustedes sabe quién es el Espíritu Santo?”. Y algunos alzaban la mano. “Muy bien, tú” – “¡El paralítico!”. “¿Qué dijiste?” – “¡El paralítico!” – “¿El que anda en silla de ruedas?” – “¡Sí!” – “¡No, querido, es el Paráclito, es otra cosa!”. Pero era hermoso. Otra vez, hablé de no chismorrear porque los chismes hacen mal y las personas que lo hacen causan daño. “¡Ah! –Dijo de inmediato un niño – ¡como la señora tal y tal!”. Los niños son espontáneos, la misa con los niños es una cosa hermosísima: llévenla adelante siempre. La Parroquia es un lugar bendito, a donde se va para sentirse amados. Quien toca la puerta de nuestras iglesias y de nuestros ambientes busca a menudo primero que todo una sonrisa acogedora, busca brazos y manos abiertos, ojos deseosos de encuentro y cargados de afecto.

En una Parroquia, tú tocas a la puerta y, si ya no es hora, te dicen: “Váyase, ya no es hora”. Una vez, un párroco me decía: “Quiero cerrar la ventana con ladrillos” – “¿Pero estás loco?” – “No, porque la gente viene y si no abro la puerta, tocan en las ventanas”. La gente no se cansa de pedir y de llamar y nosotros no debemos cansarnos de abrir las puertas y las ventanas. Si eres sacerdote, es para eso; si estás en el Consejo de la Parroquia, es para eso: para abrir puertas, para abrir ventanas, para recibir siempre con una sonrisa. Y no decir “no es hora”. Apertura total: brazos y manos abiertos, ojos deseosos de encuentro y cargados de afecto. Esa es la pastoral de una parroquia. En la Parroquia cada uno carga también su propio peso, para poder compartirlo con algún otro y aligerar el peso, pero también para compartir las cosas buenas que contiene.

Sí, hay un enemigo grande, en las parroquias, como en todos lados: las habladurías. Tengan cuidado, no dejen entrar los chismes. Los chismes matan. Y no hablen mal unos de otros. Si a ti no te cae bien este, no te cae bien esta, cómete tu juicio, pero no lo compartas para arruinar al otro. “Pero Padre, es muy fácil chismear...”. Sí, es fácil, es verdad. Pero hay una medicina muy buena contra los chismes, no sé si la conocen, pero es buena, es una buena medicina. Si te dan ganas de chismear, ¡muérdete la lengua! La lengua se hinchará y no podrás hablar. Muérdete la lengua antes de chismear. Nada de chismes, por favor, esa es una peste que arruina las parroquias, arruina las familias y muchas cosas...

Queridos hermanos y hermanas, sus parroquias se encuentran en un lugar rico de espiritualidad, caracterizado por una historia de Iglesia generosa y fecunda. Participan de la gran y vivaz herencia pastoral ambrosiana y viven a la sombra del antiguo santuario de la Dolorosa de Rho, deseado por San Carlos Borromeo poco antes de su muerte, lugar de devoción y meta de peregrinaciones ayer y hoy. Les agradezco porque, con su fe y su amor fraterno, mantienen viva esta herencia, para que no deje de crecer. Habrá muchas dificultades, habrá muchas luchas internas, muchas envidias, pero juntos hay que aguantar, para que eso no destruya la bella historia parroquial que tienen. ¡Sigan adelante! Ustedes ancianos, ustedes adultos transmiten a los jóvenes la estafeta que a su vez recibieron de las generaciones que les han precedido; y entréguenla enriquecida con su compromiso y su testimonio. Y ustedes jóvenes, ¡no tengan miedo de hablar con los viejos! Ve a hablar, a discutir, ve a escuchar a los viejos, porque te darán fuerza, tomando de su historia, para que puedas seguir adelante, tú que ahora eres joven. Eso no significa mirar siempre hacia atrás, no. Tú ve con los viejos, habla, pero mira hacia adelante, al horizonte. Es importante que los jóvenes se encuentren con los viejos y hablen con los viejos.

Y gracias una vez más por esta visita, que se debía haber hecho hace dos años, creo, y fue pospuesta. Que los Santos Pedro y Pablo los fortalezcan en la fe, en la esperanza y la caridad. Y que la Virgen los cuide y los acompañe siempre. Los bendigo a todos de corazón. Y les pido, no se olviden de orar por mí. Gracias.

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